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2 de agosto del 2005 |
(o en todas partes se cuecen habas)
Humberto Campodónico
Hace dos días, la Cámara de Representantes de EEUU votó el TLC con América Central y la República Dominicana (CAFTA, por sus siglas en inglés), ganando el sí por un estrecho margen: 217 a 215.
Esta victoria es importante para la política comercial de la Administración Bush, tanto en el marco de la OMC (que tiene una importante Conferencia Ministerial para relanzar la Ronda Dohá en diciembre en Hong Kong), así como en las negociaciones del TLC con los países andinos. Pero en este artículo no queremos abundar sobre esos temas, ya analizados, sino sobre cómo la Administración Bush y los demócratas pelearon "a cuchillo" para ganar la votación. Dice el Washington Post que "Bush tuvo ocho reuniones con miembros de la Cámara de Representantes, tres con senadores y, también, apareció en cinco eventos dedicados a promover el CAFTA, entre ellos una en la sede de la OEA. Desde que asumió el cargo, el nuevo Representante de Comercio Exterior de EEUU, Rob Portman, tuvo más de 100 reuniones, tanto en el Congreso como en otras oficinas" (21/07/2005). Estas reuniones eran para conseguir los votos a favor, sea como fuere. "Según fuentes del gobierno, la Casa Blanca ha autorizado a los líderes republicanos a asegurar los votos con cualquier cosa que esté a la mano. Es el caso, por ejemplo, de poder hacer enmiendas a las leyes sobre carreteras y a las leyes energéticas, que aún están incompletas. También se sabe que hay acuerdos sobre temas textiles y el azúcar. No solo eso, los líderes han aprobado un voto que endurece la entrada de productos chinos, lo que puede provocar la enemistad con este país" (ídem). Dice la demócrata Nancy Pelosi que esta compra de votos va a tener un gran costo para los contribuyentes. De su lado, los demócratas no se quedaron atrás, denunciando los problemas laborales y medio ambientales del CAFTA. Pero, claro, no pueden competir con los republicanos que tienen el control sobre el gasto presupuestal. Los ofrecimientos a algunos demócratas fueron tan tentadores, que algunos se pasaron al otro lado, lo que provocó la reacción de una amplia coalición sindical: "Esta semana, tres diputados demócratas que se han beneficiado con nuestro apoyo (Melissa Bean, Jim Matheson y Dennis Moore) siguen indecisos sobre su voto en el CAFTA o están pensando apoyarlo. Les advertimos que nuestro trabajo para elegir a congresistas cuya elección está en peligro no se hará extensivo a los que voten contra nosotros en este tema" (25/07/2005, www.insidetrade.com). Los "lobbies" continuaron hasta el último minuto. Dice el New York Times que "la votación se alargó a una hora, violando el límite normal de 15 minutos. Buena parte de ese tiempo se dedicó a convencer a 10 republicanos, rebeldes pero indecisos, rogándoles y presionándolos para que voten a favor del CAFTA" (29/07/2005). La fresa de la torta fue el voto, en el último minuto, de un republicano opuesto al CAFTA, Robin Hayes, de Carolina del Norte (donde en los últimos años se han perdido miles de empleos en la industria textil). Cuenta Hayes que Dennis Hastert, el portavoz republicano en la Cámara, le dijo que "si cambiaba mi voto de no a sí, él haría todo lo posible para restringir las importaciones textiles a China, que están inundando EEUU". Hayes cambió su voto, lo que fue determinante para el marcador final: 217 a 215. El New York Times concluye diciendo que los acuerdos comerciales han perdido su "sex appeal" por la fuerte competencia, sobre todo china. Así, "solo 14 demócratas apoyaron el CAFTA y, a pesar, de la fuerte presión de Bush, 27 republicanos votaron en contra y muchos otros quisieron hacer lo mismo" (ídem). Interesante, entonces, el proceso mismo de esta votación. Que, además, nos demuestra que los otorongos de EEUU, guardando las distancias (sobre todo cualitativas), no dejan de parecerse a los nuestros. |
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