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La insignia
26 de junio del 2004


A fuego lento

Breve historia de una hoja volante


Mario Roberto Morales
La Insignia*. Guatemala, junio del 2004.


El viernes 18 de junio por la noche, llegó a mis manos, en la ciudad de México, una hoja volante anónima que estaba circulando en Guatemala y en cuyo encabezado podía leerse: "Los 40 evasores más grandes". Luego, hay una lista de empresas, cada una con una cifra correspondiente a la cantidad que, en moneda nacional (el Quetzal, que se cotiza en 8 por cada dólar), supuestamente dejó de pagar al fisco entre enero del 2001 y noviembre del 2002. Es así como este anónimo con cifras sin aparente sustento demostrable, ofrece estos escalofriantes datos: Cementos Progreso dejó de pagar en este período 1.041.408.471 quetzales; Telgua, 206.745.422; Pollo Campero, 107.290.667, y Cervecería Centroamericana, 80.925.693.

Pero esto no es todo. En lo que el volante clasifica como "ejemplos del sector bancario", la evasión de impuestos supuestamente alcanzó, en el mismo período, los 430,3 millones de quetzales. Y en los "ejemplos del sector energético", llegó a los 221,2 millones de quetzales. Por su parte, en los "ejemplos del sector financiero" (que incluye los principales bancos), la cifra es de 182.4 millones de quetzales. En el de bebidas y licores, se alcanzan los 166,5 millones de quetzales, y en lo que el volante anónimo llama "ejemplos varios", se llega a más de 400 millones de quetzales. En total, el anónimo afirma que "los grandes empresarios dejaron de pagar más de 3.260 millones de quetzales (es decir, más de 400 millones de dólares) al Estado" en el período comprendido entre enero del 2001 y noviembre del 2002.

Después de leer esto, en vano busqué en los días siguientes información al respecto en los diarios guatemaltecos. Ni un solo comentario reporteril y ni una sola columna de opinión abordaron el asunto, con excepción de un columnista que esgrimió argumentos legalistas para descalificar el volante por su anonimato. Conociendo al gremio periodístico de mi país, me parece muy extraño y misterioso que nadie se haya hecho eco del contenido de esta hoja, por muy anónima y falta de sustento demostrable que sea. En medio de un debate político sobre el paquetazo fiscal del gobierno, al cual se oponen amplios sectores ciudadanos que van desde el empresariado hasta vastos conglomerados de asalariados, es de suponer que esta "denuncia" busca jugar una función de convencimiento a favor del paquetazo, poniendo en evidencia al empresariado ante las capas medias y populares.

En Guatemala es cosa sabida que la evasión de impuestos forma parte de la cultura política de la ciudadanía porque ésta sabe que los impuestos son robados por la clase política corrupta. Por todo, los anónimos y no sustentados datos de la hoja volante de marras, si bien resultan impactantes para cualquiera, no son sino la corroboración de algo que ya se sabía, aunque se ignoraran en lo específico sus escandalosamente insospechadas dimensiones, si es que éstas fueran ciertas. Esta cultura cívica corrupta, que hace a los políticos robarse la recaudación de impuestos y a los ciudadanos evadir pagarlos por esta misma razón, ha sido parte de la cotidianidad y del "sentido común" guatemaltecos durante demasiado tiempo como para que una conciencia democrática acerca de la conveniencia de pagar impuestos brote de la noche a la mañana en esta escamada ciudadanía.

Si aceptáramos las astronómicas cifras de esta hoja volante como verdaderas, habría que maravillarse de que los servicios públicos de este "pequeño y horrendo país" no hayan colapsado por efecto del descarado robo de impuestos que perpetra su clase política y por la torrencial evasión de los mismos que logra hacer su empresariado. También causa pasmo la increíble capacidad de supervivencia de un pueblo que trabaja y tributa para mayor gloria de sus corruptos dominadores, sin recibir de éstos nada más que un poco de circo "democrático" y casi ninguna oportunidad para que pueda ganarse el pan.


(*) También publicado en Siglo Veintiuno.



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