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24 de junio del 2004 |
Muerte en Tijuana
Raúl Trejo Delarbre
El asesinato de Francisco J. Ortiz Franco fue un golpe directo, alevoso y brutal contra el también periodista Jesús Blancornelas. Toda su vida profesional el coeditor de Zeta que ayer, en Tijuana, fue baleado en su automóvil cuando estaba con sus hijos de 8 y 10 años, la transcurrió junto al fundador y director de esa publicación.
Ortiz Franco era la voz temperada, incluso razonable y racional, en ese semanario en donde el tono fundamental suele ser definido por la estridencia de los asuntos que Zeta devela y denuncia. A diferencia de los temas relacionados con el narcotráfico, la corrupción y los abusos del poder que Blancornelas y otros de sus colaboradores suelen abordar con excepcional rigor, los textos de Ortiz Franco habitualmente se referían a partidos, elecciones, asuntos cívicos y a la actualidad política nacional.
Los artículos de Ortiz Franco abrían cada edición y aunque iban firmados con su nombre, al pie de ellos se aclaraba: Este espacio refleja el criterio editorial de Zeta. Eran textos cuidadosos, distantes del escándalo y el maniqueísmo. En el contexto de Tijuana -que cada vez se extiende más por el país- definido por la violencia y la ofuscación, las contribuciones de ese periodista eran de notable serenidad. El 21 de mayo, a propósito de los enredos jurídicos en los que está involucrado Andrés Manuel López Obrador, Francisco Ortiz escribió: "El cumplimiento pleno de la ley, sin excepciones, es condición esencial del Estado de Derecho, un elemento básico de la democracia. Ninguna autoridad puede exigir el cumplimiento de la ley sólo para algunos". Oriundo de Dolores Hidalgo, Guanajuato, Ortiz Franco se licenció en Derecho en la Universidad Autónoma de Baja California, circunstancia de la que Zeta y su director se ufanaban. Hace dos semanas, en la edición del 11 de junio, Ortiz se preocupaba por la declinación del debate político en las campañas por la alcaldía de Tijuana: "Partidos y candidatos se culpan mutuamente de mover, modificar o destrozar propaganda electoral. El 'chismorreo' que ha invadido principalmente las tribunas públicas de la radio, ha terminado también en periódicos y estaciones de televisión, degradando aún más el nivel de la actual campaña". En el último de sus textos que vio publicado, con fecha 18 de junio, el editor de Zeta cuestionaba los dislates del Congreso de Baja California y exhortaba a los ciudadanos: "Deben allegarse información para conocer mejor a los candidatos y decidirse por uno. Así sea el menos malo". El diagnóstico que ofrecía acerca de los diputados locales era notoriamente ríspido: "Los pésimos ejemplos abundan entre los integrantes de la XVII Legislatura que en tres meses, afortunadamente, dirán adiós. Evidentemente entre el desprestigio, la vergüenza y la crítica de los bajacalifornianos que no merecen este tipo de políticos de tercera". Periodista de convicciones públicas, Ortiz compartía las posturas de Zeta y Blancornelas con tanto brío que, cuando se trataba de defenderlas, se alejaba de la ecuanimidad que mostraba en otros textos. El 16 de abril explicó la decisión del semanario para no aceptar publicidad pagada por la campaña de Jorge Hank Rhon, candidato priista a la presidencia municipal de Tijuana. El semanario ha acusado a ese personaje de la muerte, hace 16 años, del periodista Héctor Félix, que era co-director de Zeta. "Más allá de lo profesional y lo legal -escribió Ortiz- está la obligación moral que tenemos con quien perdió la vida el 20 de abril de 1988 por publicar sus ideas en las páginas de este Semanario. Aceptar que Jorge Hank se promueva en ZETA, sería equiparable a que el PRI aceptara que Mario Aburto Martínez, el homicida de Luis Donaldo Colosio, participara como orador en un acto de ese partido". Ortiz Franco no solía escribir acerca de los temas fuertes que han singularizado al semanario y a Blancornelas, pero conocía perfectamente la situación del narcotráfico. Hace tres años le dijo a Frances Cairncross, redactora de The Economist, que al menos el 20% de los agentes policiacos que luchan contra los narcos están a sueldo de las bandas. El 7 de abril pasado, cuando Zeta cumplió 24 años, Ortiz Franco recordó los asesinatos de Héctor Félix y de Luis Valero, el guardaespaldas de Blancornelas que murió el 27 de noviembre de 1997 cuando el director del semanario fue emboscado. Ortiz escribió entonces que no habría "festejos rimbombantes, porque el recuerdo de perder a unos amigos, a compañeros como Héctor Félix y Luis Valero, no nos permite jolgorios. Trabajar como siempre es el mejor homenaje a su memoria. Seguiremos saliendo a la calle cada semana a pesar de los obstáculos que nos han puesto". Ayer tres pistoleros acribillaron al autor de esas líneas, el periodista Francisco J. Ortiz Franco.
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