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La insignia
12 de junio del 2004


A fuego lento

Esa insidiosa guerra fría


Mario Roberto Morales
La Insignia*. Guatemala, junio del 2004.


Lo más interesante del foro que realizamos hace tres días sobre "Crítica de la 'corrección política" (CP) fueron las reacciones del público asistente. Contrariamente a lo que había pensado, las defensas del credo y el dogma políticamente correcto fueron débiles, tímidas y a veces medio suicidas, lo cual indica que la crítica a la CP cundió y tuvo impacto duradero en las conciencias de sus oficiantes. Mi sorpresa fue grande al comprobar una vez más que demasiada gente sigue en plena Guerra Fría. Intervenciones virulentas tanto desde posiciones de un izquierdismo infantil empataron perfectamente con sus pares ultraderechistas, y pudimos presenciar un divertido atascamiento ideológico digno de los mejores días del conflicto armado. Resulta caricaturesco que unas y otras posiciones estuvieran representadas por egresados de la Universidad de San Carlos (estatal y ex marxista) y de la Universidad Francisco Marroquín (privada y neoliberal).

Pero aparte de bipolaridades dicotómicas que plantean falsos problemas en blanco y negro y que disfrazan las pasiones ideológicas de discursos académicos y hasta científicos, la intervención de los siete jóvenes escritores que participaron en el foro puso en el tapete de la discusión los diferentes ejes de la CP desde perspectivas subjetivas y, por momentos, literarias y artísticas. Esto atrajo a cierto público pero causó rechazo en quienes gustarían de una discusión académica del asunto. Por otro lado, las percepciones tanto de la izquierda atrasada como de la derecha de Guerra Fría, hace que se juzgue a los participantes desde esos marcos ideológicos y que se pierda la originalidad de su pensamiento. Es una verdadera lástima que los neoliberales todavía vean comunistas hasta en la sopa, y que los izquierdistas nostálgicos vean auspiciadores de escuadrones de la muerte hasta en sus sueños.

El bipolarismo de Guerra Fría estropea una percepción serena y adecuada del discurso de estos jóvenes, que surgieron a la vida conciente sintiendo que el esfuerzo de la izquierda y la reacción de la derecha fueron ridículos a juzgar por sus resultados. Y por muy discutible que sea esta percepción, bien vale la pena detenerse un momento a explicársela en lugar de rechazarla por reaccionaria o por irresponsable.

Se explica fácilmente que la izquierda nostálgica (formada por gente que no se metió a la lucha armada) permanezca con el alma atada a la Guerra Fría. Lo que cuesta un poco es explicarse por qué los neoliberales vernáculos siguen peleando contra comunistas y, sobre todo, "socialistas", como si éstos fueran una fuerza política temible. Cuba sigue en la Guerra Fría, es cierto, pero en Guatemala eso se acabó, de modo que sería de esperar que los neoliberales vernáculos propusieran sus soluciones económicas y políticas sin combatir contra molinos de viento. De la izquierda oficial no se espera ya nada. De la nostálgica, pues sólo un poco más de Nueva Trova, Galeano y Benedetti (quienes por cierto han sido apropiados por los jóvenes de la Nueva Derecha, junto con la efigie del Ché). Pero quizás de estos jóvenes a quienes invité a participar en este foro sí pueda esperarse alguna innovación. Todos, aunque difieren ideológicamente, tienen el denominador común de que se atreven a pensar, a escribir lo que piensan y a decirlo sin autocensuras de izquierda o derecha. Fue justamente su tono libre lo que cautivó a la concurrencia, que me pidió organizar un segundo foro, quizá con otros jóvenes que no estuvieron presentes esa noche. Tengo la intención de organizar otro en el mes de septiembre (cuando volveré a estar brevemente en Guatemala), que quizá trate sobre "'Corrección política' y cooperación internacional". ¿Qué les parece?

Queda pendiente, como lo expresé en esa noche, el debate de altura sobre "Liberalismo, neoliberalismo, socialismo y democracia". Ojalá discutiéramos sobre esto rompiendo los monólogos que realizan unos y otros con interlocutores que piensan y hablan con temible convencimiento y aburrida uniformidad.


(*) También publicado en Siglo Veintiuno.



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