Mapa del sitio Portada Redacción Colabora Enlaces Buscador Correo
La insignia
5 de junio del 2004


A fuego lento

Dos variantes de la corrección política


Mario Roberto Morales
La Insignia*. Guatemala, junio del 2004.


La "corrección política" (CP) ya no es sólo esa ideología que cree que obligando a la gente a cambiar su manera de hablar la forzará a no tener prejuicios sexuales, raciales y culturales,. Ahora, también se llama CP a la particular manera en que cualquier grupo de interés defiende los puntos de vista que considera verdaderos, adecuados y correctos, de modo que hoy por hoy hay una CP derechista, otra izquierdista, otra liberal, otra neoliberal, otra "progre" y, valga la redundancia, también hay una CP "políticamente correcta" (CPPC), que es como quien dice la original y "ortodoxa". Esta es la que nos interesa.

La diferencia entre la crítica de la CP neoliberal y la de una izquierda que incluye en su análisis a la izquierda PC, es que la crítica neoliberal de la CP se hace desde una posición que propone implícitamente su "incorrección" como "otra corrección", es decir, como una (otra) verdad irrebatible cuyo dogmatismo llega al colmo de nombrarla "sentido común", "lógica" o, simplemente, "realidad".

La crítica a la CP "de izquierda" que se hace desde una posición de izquierda no se propone como "otra corrección" porque eso implicaría negar algo de manera mecánica y no dialéctica, es decir, implicaría proponer (de nuevo) "la vuelta de la tortilla" dejando intacta la agobiante cultura del autoritarismo. Esta crítica busca no sólo desconstruir las falsas premisas del discurso PC sino propone ir a la raíz de los problemas en lugar de sólo atacar sus síntomas. Y la propuesta de ir a la raíz de los problemas, es decir, de ser radicales, implica remediarlos estructuralmente. La CP ataca los síntomas más adyacentes de los problemas. Por ejemplo: el problema primordial de Guatemala no es ni el racismo ni el sexismo sino un sistema económico ineficiente por atrasado, que propicia la discriminación. Además, si logramos que prevalezca la ley de un Estado de Derecho, tendremos que dejar atrás el mito de la diferencia magnificada al grado de deducir de su magnificación (que tantas vidas costó en los Balcanes y en Ruanda, para poner sólo dos ejemplos recientes) identidades químicamente puras, diferenciadas, contrapuestas entre sí y, por supuesto, del todo inventadas a conveniencia de la industria de la victimización.

Y, ojo: no se trata de decir que no existen las diferencias ni mucho menos las injusticias. Al contrario, se trata de respetar las primeras a partir de remediar las segundas, y no de forzar a la gente a decir, por ejemplo: "Bienvenidos y bienvenidas todos y todas ustedes y ustedas, miembros y miembras, participantes y participantas...", para supuestamente forzar a la gente a que se respete entre sí y que de esa manera (ilusa) cese la discriminación, el racismo y el sexismo.

La crítica de la CP implica -valga la redundancia-reivindicar la importancia del pensamiento crítico como piedra de toque del análisis y la solución de los problemas (en este caso) de un país que busca modernizarse económica y políticamente. La CP es un regreso del dogmatismo puritano y conductista, es un oscurantismo censurador que gusta de linchar a los infieles que no acatan su dogma. Muy aparte de esta crítica se sitúa la crítica neoliberal de la CP, porque se propone (ya lo dijimos) como "otra corrección" política (OCP), con lo que la CP y la OCP se perfilan como dos caras de la medalla del autoritarismo, la represión y el dogmatismo.

Es necesario salir de este enfrentamiento tribal. Los neoliberales realizan su crítica bajo las coordenadas de la Guerra Fría, y eso la ubica en el pasado. Ya no hay comunistas de aquellos tiempos. Los que quedan, aquí, son ahora PC, es decir, hipócritas. Si bien es cierto que la Guerra Fría sigue viva en Cuba y en las filas del ala ultraderechista del Partido Republicano, eso hace más urgente todavía que nosotros articulemos una crítica que trascienda esa dicotomía bipolar de aquellos tiempos en que todos soñábamos con aniquilarnos los unos a los otros.

Vayamos a la raíz de los problemas de manera crítica. Un radicalismo crítico hace mucha más falta que un enfrentamiento entre CP y anticomunismo dogmático.


(*) También publicado en Siglo Veintiuno.



Portada | Iberoamérica | Internacional | Derechos Humanos | Cultura | Ecología | Economía | Sociedad Ciencia y tecnología | Diálogos | Especiales | Álbum | Cartas | Directorio | Redacción | Proyecto