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2 de enero del 2004 |
Neruda, institución nacional y global
El Siglo. Chile, septiembre de 1999.
I. En la guía turística
Neruda difunto interesa a Mercurio, el dios del comercio. La divinidad calcula que puede rendir pinges dividendos. En la televisión versos de "Macchu Picchu" ilustran imágenes de las Vírgenes del Sol. Las doncellas incaicas pasan al video, acompañadas del poeta. Se ven bien esas hermosas, doloridas ñustas quechuas. Luego, modelos pre y postcolombinas, pero parecidas al estilo africano de Naomi Campbell, participan en el desfile de moda al son de la poesía. No está mal, siempre que se respete al autor. El poeta muerto se convierte en institución nacional. También en cebo turístico, artículo de exportación-importación no tradicional. Llegan a Chile el Rey de España y la Reina Sofía, el hermano del Emperador del Japón. Su visita a Isla Negra o La Sebastiana se inscribe como número top. Es parte conspicua del programa. El conjunto irlandés U-2, con Bono a la cabeza, va a Isla Negra no para depositar sino para sacar una flor de su tumba. Luego le cantan ante setenta mil asistentes, la mayoría muchachos, en un Estadio Nacional que baila al ritmo del rock. En febrero de mil novecientos noventa y ocho "La noche de Chillán", con letra de Neruda y música de Vicente Bianchi (que ya había musicalizado otros textos suyos, como "O'Higgins", "Tonadas de Manuel Rodríguez", "Los hermanos Carrera", "Poema 15"), salió ganadora en el Festival de la Canción de Viña del Mar. Son unos pocos botones de muestra. La peregrinación a Isla Negra hace competencia a las que van a adorar a los santos y santas. Con la diferencia que la primera recibe devotos o curiosos todos los días. Y que Neruda no es un santo. III. Expropiación de las almas La defensa de su autenticidad la hará en primer término lo que escribió. Luego su vida tal cual fue. Ella poco tiene que ver con los cultos idólatras, con fetiches, adoratorios, desfiguraciones, momias, monumentos de marketing. Es difícil porque el mercado adecúa la presentación y la explotación del producto. Ya lo tiene como marca registrada en sus libros de contabilidad. Los que planifican su integración al giro de los negocios como poeta dulce e inocuo o imagen bendita, difunden y especulan sobre todo con el perfil de un poeta políticamente asexuado. Callan que bregó a brazo partido por la paz, la libertad, el pueblo, el trabajador, el oprimido y el apaleado; que abogó por el respeto a la persona; que nunca concibió ni aceptó la cultura como privilegio; que soñaba con la democracia y quería la justicia al alcance de todos. Forma parte de la astucia empresarial fabricar un Neruda "postmoderno", civícamente fofo, "bonvivant". No falta quien propone incorporarlo al modelo como poeta neoliberal. De este modo pretenden no sólo cambiarle la cara también expropiarle el alma. No vacilan en adjudicarle posiciones póstumas. Intentan jibarizarlo. Frivolizarlo. Amputarlo. Se empeñan en castrar su pensamiento. Lo declaran lírico aséptico, perdido entre las nubes de incienso y las fumarolas de una liturgia cinematográfica, de efectos especiales, último grito. Hasta se publican artículos, libros, que buscan presentarlo como un cadáver embalsamado sometido al maquillaje de fines del siglo XX. Si en su "Elegía" a Lenin, Vicente Huidobro termina pidiendo: "Ahora tenemos que defenderte de ser Dios", a Neruda hay que defenderlo del marqueteo. III. Su utopía de Chile Chile era para él moneda de dos caras: una de plata y otra de plomo, ese metal con que se hacen los proyectiles. Enfatizaba su contraste dentro de una América Latina teñida en sangre por tiranías castrenses. Cuando ese sueño nerudiano fue pulverizado a cañonazos, él también murió. Por eso un profesor de la Universidad del Franco-Condado, André Roault, dio en el clavo al decir que Pablo Neruda "murió de muerte nacional". Poeta exhaustivo pero no exhausto, su poesía no fue un accidente en la vía sino la historia íntima de una autobiografía muy particular y a la vez un capítulo en la vida del país. Escribe "Iliadas" y "Odiseas" criollas. Textos grandes, medianos o menores. Sumados articulan el "Libro de Bitácora" de un navegante por los mares del corazón americano. Una parte de Neruda se mantiene en la penumbra. Habrá que mostrarlo de cuerpo entero. Profundizar en el país de Neruda es una asignatura pendiente de la cultura. Si no se hace, los empresarios del súper mercado y los expertos publicitarios conseguirían imponer por un tiempo la polera mercantil de un Neruda como artículo para la venta. Pues se trata de un peligro que sigue en pie no sólo para el Che Guevara. También quieren parcelarlo. Para unos fue sólo poeta del amor. No sería poco. Para otros es poeta pájaro, ecológico. Para aquel un poeta cocinero y glotón o un poeta cosista. Fue todo eso. Y algo más. Mucho más. Surgen, por otra parte, los que piden derrocar su dictadura, desnerudizar la poesía. No es necesario. No estableció un reinado. Creía en el sufragio universal, personal de cada poeta. Era un democrático abridor de puertas a los que estrenan con desparpajo voces nuevas. Aunque se quiera convertirlo en pieza de museo o en dinosaurio recitable, allí está el poeta tozudo, mostrando su verídica faz, defendiéndose con su única arma inoxidable: su poesía. El sistema imperante no tiene nada de nerudiano (ni de mistraliano). Su sueño del Chile donde el pueblo fuera respetado se derrumbó en mil novecientos setenta y tres. Mucha gente lo echa de menos. Permanece como proyecto a futuro. ¿Para cuándo? A más tardar para el milenio número tres. |
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