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La insignia
28 de enero del 2004


Una experiencia de literatura y libertad en prisión


Xavier Caño
CCS. España, enero del 2004.


En una prisión cercana a Madrid, la capital de España, nació hace nueve meses "El Espejo del Perro", una revista de cuentos, poemas y ensayos breves escrita por hombres y mujeres encarcelados por diversos delitos. Al principio, tres años antes, se puso en marcha un Taller de Narrativa: un encuentro semanal de presos y presas con voluntarios de la organización "Solidarios para el Desarrollo" en el que éstos ayudaban a aquéllos a lanzarse al espacio infinito de la Literatura. Por ese taller de aprendices de literato han pasado un centenar de presos y presas, muchos de los cuales, siguiendo la convicción de que la literatura es expresión y simbolización de la vida, como señalara el escritor y premio Cervantes, José Jiménez Lozano. Persuadidos de que la Literatura bebe siempre en la vida real y luego se transforma -como afirma García Márquez- se decidieron a contar fragmentos de sus vidas intensas o encrespadas y retazos de su memoria, transformando todo en cuentos y poemas con el cedazo del código literario.

Cuando, tras muchas vacilaciones y perezas, perdieron el temor a la palabra escrita, surgió impetuosa la necesidad de publicar, el apremio de que lo creado con la magia de las palabras fuera leído por otros. Y así nació "El Espejo del Perro": una revista literaria con una calidad no inferior a la de otras revistas del mismo aire. Ya hay dos números, un tercero está en la imprenta y se preparar el cuarto, editados por la ONG española.

"Escribimos -afirmaban en una editorial de la revista- porque la literatura es una zona de libertad que nos permite vivir otras vidas. Escribimos y publicamos para afirmar nuestra condición de miembros de la familia humana". Y en otro artículo editorial precisaban: "Hemos intentado que nuestro entorno, supuestamente hostil, signifique poco o nada a la hora de asumir el acto creativo literario. Hemos intentado que se vuelva a nuestro favor y no en nuestra contra. Hemos querido ser libres y lo hemos conseguido". Y rematan sus intenciones asegurando que "escribimos para ser leídos más allá de los muros que nos encierran". La experiencia de escribir en prisión una revista literaria para la gente que está libre es una apuesta por la fe en que hombres y mujeres sentenciados y encarcelados pueden volver a empezar.

Cualquier país civilizado contiene en su legislación constitucional y penitenciaria la afirmación e intención de que las penas de cárcel con las que sancionar a quienes trangredan el Código Penal sean para reeducar a quienes quebrantan la ley. Reinserción. Ese camino de la redención literaria, iniciado en una prisión ubicada en plena meseta castellana bajo el purísimo cielo de Madrid, es el de la confianza en la capacidad de volver a empezar del ser humano, porque, como también escriben, vivir es empezar una y otra vez.

Cómo tratar a las personas que quebrantan la ley y causan daños diversos a otros seres humanos es problema de difícil solución. Hasta hace poco más de un siglo imperaron en el mundo el Talión y la pura separación de los infractores de la ley del resto de la familia humana. Es en tiempos recientes que, por el pensamiento de Cesare Beccaria y otros como él, las leyes penales y penitenciarias pretenden -siquiera en la intencionalidad- la reinserción de los infractores, porque encerrar sin más a los que quebrantan la ley y tirar la llave no resuelve nada. Quien firma este escrito no tiene nada claro que la cárcel sea la solución ante las infracciones de la ley penal y lo que significan, pero, cuanto menos, puede llegar a tener algún sentido, aunque sea parcial, si sirve a la reincorporación de los presos a la sociedad. La literatura -así como el arte en general- es buen camino para volver a ocupar un lugar en la familia humana más allá de los muros carcelarios, amén de un excelente desahogo personal y, si me apuran, una eficaz autoterapia para combatir ansiedades, angustias y vacíos.

Una prisión es espejo de la sociedad en la que está insertada y el trato dado a los encarcelados, un barómetro de la salud democrática del país donde esté. La experiencia de la revista literaria "El Espejo del Perro" en una cárcel es buena muestra de la posibilidad de reincorporar a quienes han conculcado la ley penal: un camino hacia la libertad. Y eso sin entrar en la espinosa cuestión de que en las cárceles -incluso en los países presuntamente civilizados- no están todos los que son ni son todos los que están; ni en la otra de a qué sociedad se reincorporarán los que cumplen condena. Pero, a pesar de todo, es mejor apostar por la reinserción.



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