Mapa del sitio Portada Redacción Colabora Enlaces Buscador Correo
La insignia
10 de diciembre del 2004


Privilegio de galera (III)

De una sutil discreción de la mar
y de sus peligrosas propiedades


Fray Antonio de Guevara. Valladolid (España), 1538.
De «Libro de los inventores del arte del marear
y de muchos trabajos que se pasan en las galeras»


Dicho algo del lenguaje que hablan en la galera, y de los privilegios y condiciones dell, digamos agora algo de las condiciones de la mar; porque gran yerro sería confiar nadie su vida de quien no sabe si tiene buena condición o mala.

La mar, para que conozcan lo que hace miren el nombre que tiene, pues mar no quiere decir otra cosa sino amargura; porque si en las aguas es muy amarga, en las condiciones es muy más amarguísima. La mar sin comparación es muy mayor la hinchazón que tiene que no el daño que hace; porque sus bravísimas ondas quiebran en sus orillas. La mar no es tan bien acondicionada, para que nadie ose entrar en ella por voluntad, sino por necesidad; porque el hombre que navega, si no es por descargo de su conciencia, o por defender su honra o por amparar la vida, digo y afirmo que el tal o es necio, o está aborrido, o le pueden atar por loco.

La mar es muy deleitosa de mirar y muy peligrosa de pasear. La mar no engaña a nadie sino una vez; mas aquél que una vez engaña nunca della terná más queja. La mar es una mina a do muchos se hacen ricos y es un cimenterio a do infinitos están enterrados. La mar, si está de gana, déjase navegar en artesas y, si está de brava, aun no consiente en sí carracas. La mar naturalmente es loca, porque se muda a cada cuarto de luna y, del rey al labrador, no hace ninguna diferencia. La mar no sufre necios ni perezosos, porque conviene al que allí anda ser muy vivo en el negociar y diligentísimo en el navegar.

La mar es capa de pescadores y refugio de malhechores, porque en ella a ninguno dan sueldo por virtuoso ni le deshechan por travieso. La mar disimula con los viciosos, más no es amiga de tener consigo cobardes; porque en mal punto entra en ella el que es cobarde para pelear y temeroso para navegar.

La mar es muy maliciosa y siempre han de tomar sus cosas al revés; porque en la calma y bonanza, arma para hacer tormenta y en la tempestad y tormenta apareja para hacer bonanza. La mar es aficionada con unos y apasionada con otros; porque si se le antoja a uno sustenta la vida veinte años, y a otro la quitará el primero día. La mar es muy enemiga de todo lo con que se sustenta la vida humana; porque el pescado es flemoso, el aire es inoportuno, el agua es salobre, la humidad es dañosa y el navegar es peligroso.

La mar a nadie tiene contento de cuantos en ella andan navegando, porque los curpos tráelos cansados con la mala vida y los corazones están con sobresalto de alguna peligrosa tormenta.

La mar, como tiene los aires muy delicados, hace a los estómagos que estén siempre hambrientos; mas ya le perdonaría la gana que nos pone de comer por la fuerza con que nos hace revesar.

La mar a nadie convida, ni a nadie engaña para que en ella entren, ni della se fíen; porque a todos muestra la monstruosidad de sus peces, la profundidad de sus abismos, la hinchazón de sus aguas, la contrariedad de sus vientos, la braveza de sus rocas y la crueldad de sus tormentas; de manera que allí se pierden, no se pierden por no ser avisados, sino por unos muy grandes locos.

La mar de todos se deja ver, se deja pescar, se deja navegar y se deja enseñorear; más junto con esto, a todos los que en ella entran les quita la jurisdicción y ninguno es poderoso para mudar ella la condición.

No decimos más en este caso, sino que la vida de la galera dela Dios a quien la quiera. Amén.



Portada | Iberoamérica | Internacional | Derechos Humanos | Cultura | Ecología | Economía | Sociedad Ciencia y tecnología | Diálogos | Especiales | Álbum | Cartas | Directorio | Redacción | Proyecto