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17 de febrero del 2003 |
¿Por qué es impagable? (V)
Óscar Ugarteche
La deuda externa según el Banco Mundial
Salta a la vista que si en 1978, 66% del crédito en América Latina estaba concentrado en tres países, México, Brasil y Argentina; en 1997 está aun más concentrado y la cifra llega a 70%. En segundo lugar, queda a la vista que de los 19 países para los que hay información, trece países son menos receptores de crédito. Es decir, la vulnerabilidad internacional en América latina se encuentra en seis países seleccionados. Los otros trece países tienen escasa gravitación, quizás con la excepción de Venezuela quien solo tiene el 6% de la deuda. No está incluido en el cuadro porque en 1978 no tuvo la relevancia que ha adquirido en la década del 90. Es decir, que doce países latinoamericanos expresan el 10% de la deuda de la región. Esto quiere decir que en el extremo máximo que se tomara una iniciativa que eliminara el íntegro de la deuda, se podría considerar toda la deuda de doce países sin un impacto significativo internacional. Los doce países son:
Con la excepción de Uruguay y Trinidad y Tobago, todos los países son de ingresos medios bajos y en algunos casos son severamente endeudados como son Nicaragua, Bolivia y El Salvador. Con la excepción de Uruguay y Panamá, las fuentes de crédito son públicas y por lo tanto son más sencillas de lograr acuerdos de reducción de deuda en el marco del Club de París. En cuanto a los organismos multilaterales de crédito, fuente de crédito de origen público, los mismos términos que los otorgados por el Club de París se deben aplicar siguiendo el principio que si se puede lo más, se puede lo menos, y el peso de los multilaterales en generales es pequeño con relación a los créditos intergubernamentales. La iniciativa HIPC en este encuadre es no sólo tardío sino insuficiente. Los costos de los créditos multilaterales son altos tanto por el traslado del riesgo de tasas de interés como por el traslado del riesgo cambiario con relación al dólar. Sabiendo que la tendencia del dólar es a una devaluación en los próximos años. Este punto es vital porque se podría generar una revaluación de los saldos en dólares de la deuda dichos organismos por efecto de mencionada devaluación.
El origen del crédito para los países que más crédito reciben es la banca privada internacional, con la excepción del Perú que recibe el grueso de sus fondos externos de capitales públicos. Panamá y Uruguay, no obstante ser pequeños, reciben fondos de la banca privada posiblemente por su condición especial de zonas financieras internacionales. El tratamiento para los países con alta deuda privada y que reciben montos sustantivos se ha visto que es separado y caso por caso por los montos involucrados en sus rescates. En los casos de los otros países, debe ser una política generalizada de afectar créditos de origen público. En suma, hay dos criterios ha ser tomados en cuenta a la hora de hacer políticas de reducción de deuda: el peso de la deuda en el PIB, en cuyo caso existen ocho países con una deuda externa promedio mayor a 80% del PIB en América Latina, y el peso de la deuda pública en la deuda total considerando el peso de los créditos de corto plazo, en cuyo caso hay que tomar en cuenta los países con más de 20% de deuda de corto plazo en la deuda total que no sean los tres mayores que reciben un tratamiento caso por caso.
Un elemento preocupante, es que los tres países con las deudas mayores tienen más de 20% de deuda de corto plazo en la deuda total. México, Brasil y Argentina tienen un peso alto de vencimientos de corto plazo lo que los convierte en países vulnerables a la crisis sistémica a pesar de no ser de ingresos bajos ni de tener sobreendeudamiento desde el punto de vista de su PIB. Es decir, no solo tienen altos montos de deuda que concentran el grueso de la deuda de América Latina, sino que, además, tienen proporciones de deuda de corto plazo altos.
Los criterios arriba mencionados dejan fuera de lado tres países que sufren los efectos de la crisis sistémica en cuanto ingresos por exportaciones y que van a continuar sufriéndolo: Perú, Chile y Colombia. No son países pequeños cuya deuda sea de montos poco significativos internacionalmente. Son países con una alta deuda de corto plazo que puede detonar un problema como el de 1981 en América latina, que se expresó cuando los vencimientos de los créditos de corto plazo se aunaron a los de largo plazo, en un contexto de baja de los precios de las materias primas y alza de la tasa de interés internacional. Este fenómeno que se reprodujo en Tailandia, Malasia e Indonesia y luego en Rusia y México en 1997 y 1998. Valdría la pena recordar las políticas aplicadas a la deuda de América Latina luego de la Segunda Guerra Mundial. En primer lugar, los vencimientos impagos fueron cancelados por los acreedores privados. Es decir, no se cobró lo dejado de pagar entre 1930 y 1946. En segundo lugar, se introdujo la cláusula bisque que pone un techo anual en el presupuesto de la República al servicio de la deuda externa. Los techos comenzaron en 1,5% del Presupuesto General de la República de 1946 y subieron hasta 3% del presupuesto general de la República. Actualmente se utiliza en promedio más del 20% del Presupuesto de cada país y hay países como Honduras que pagan más del 50% del Presupuesto General de la República. Este mismo fenómeno es observable en países de Africa, incluso después de haberse aplicado los términos de Nápoles para la reducción de 2/3 del saldo de la deuda pública o de su servicio, lo que sea mayor.
Si se observa los flujos totales de créditos de largo plazo hacia América Latina, se puede constatar que en 1997/1996, hay cinco países que tienen flujos negativos, es decir, que no son sujetos de crédito ni público ni privado, tres de los cuales son los actualmente afectados por el Huracán Mitch: Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Dos más no afectados por el Huracán están en la región Centroamérica-Caribe: Costa Rica y República Dominicana. Entre los que reciben pequeños créditos netos están Panamá, El salvador, Trinidad y Tobago y Jamaica. Se incluye en la lista a Bolivia a pesar de no ser de la región pero que tampoco recibe grandes flujos de capitales en forma de créditos públicos o privados. Todos son países que han efectuado reformas estructurales y que han liberalizado sus comercios internos y externos así como los flujos de capitales. Es decir, no ha sido suficiente esto y no parecen estar, pues, dentro del mercado de créditos internacionales de ninguna naturaleza.
La preocupación es qué hacer con los países intermedios que son sujetos de crédito de manera relativamente importante y que están comenzado a sentir el repliegue de los créditos internacionales en 1998, fenómeno que se continuará observando los próximos dos o más años dependiendo de la magnitud de la crisis sistémica. Cuando se combina la vulnerabilidad externa por los déficits crecientes en balanza de pagos,y el repliegue de créditos de largo y corto plazo, se prevé la caída de reservas mencionada por el FMI en su proyección. Empero, la proyección de caída de reservas es muy conservadora considerando que los montos de créditos de corto plazo son altos y suman 134.260 millones de dólares para los diecinueve países del universo. Para los seis países intermedios con crédito, suma 28.257 millones de dólares. Ante esta evidencia es preciso impedir que ocurra de forma de estabilizar la economía mundial antes que observar un proceso de caídas en dominó como ya vimos en Asia y podemos anticipar para América Latina ante las dificultades de Brasil. Finalmente, es preciso dar soluciones definitivas a los problemas de deuda que aquejan los países como efecto de la caída de sus ingresos externos. |
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