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La insignia
5 de enero del 2003


2003


Horacio Buscaglia
La Insignia. Uruguay, enero del 2003.


Esta vez no mandé un mensaje de fin de año a mis amigos y conocidos, como suelo hacerlo por estas fechas.

No me salía. Pensé en utilizar aquella frase de Lenin que citara Cortázar: "Hay que soñar, pero a condición de creer seriamente en nuestro sueño, de examinar con atención la vida real, de confrontar nuestras observaciones con nuestro sueño y de comprometerse a realizar escrupulosamente nuestra fantasía."

Siempre me gustó esa frase.

Allá por 1972 la tenía escrita tipo graffiti en una pared de mi casa, sin especificar el autor. En la madrugada que los milicos entraron a punta de metralleta para llevarse a mi hermana, el que comandaba el operativo se paró frente a la frase y la leyó detenidamente, la leyó como tres veces, bajito, moviendo los labios. Me miró de reojo y preguntó: "¿Es tuya?". Yo en una milésima de segundo calculé qué era lo que más me convenía responder y dije: "No".(Que en realidad, para el caso, era lo mismo que decir "Sí"). El quía, rascándose la pierna con la punta de la pistola que tenía en la mano, me hizo un gesto, como diciendo: "¿Y entonces?" , al que yo respondí sin pensar: "Lewis Carroll".

"¿Quién?" dijo él mostrándose un poco molesto. "El de Alicia en el País de las Maravillas", aclaré, con una tranquilidad salida de no sé dónde.

El milico me miró, volvió a mirar la frase, me miró otra vez y cuando yo estaba haciéndome a la idea de que iba llegarme el piñazo, gruñó algo inentendible y se fue con los demás.

No sé si me creyó, pero estoy seguro que lo confundí bien confundido. Y es por eso que no quise usarla hoy. Por lo de la confusión.

El pobre Ilich no se enteró de las escrupulosas pesadillas que vinieron cuando él se fue, y mucho menos de los sueñitos de siesta que hoy se amasan y, por suerte, no vivió para ver los sueños en tecnicolor, sobre jeans, hamburguesas y bebidas cola por los cuales sus compatriotas cambiaron a su gran sueño.

"Sean realistas, pidan lo imposible" decíamos en el 68. Hoy lo imposible se para frente a tu auto en cada semáforo de la ciudad, se acerca a la mesa del restaurante donde estás comiendo para dejarte una estampita. Hoy lo imposible está en tu casa, en la de tu vecino o familiar cada fin de mes.

Está en el aeropuerto en los adioses de ojos llorosos.

Hoy, que lo esencial es invisible a los ojos de los decididores. Hoy que la imaginación es "persona no grata" en el poder.

Hoy que la lucha ya no es por lo "imposible" sino por lo evidente.

Hoy, esta frase, nos complicaría la vida a nosotros y, fundamentalmente, a quienes por su rol dirigente tienen un mayor compromiso por hacer algo que recupere un espacio donde soñar sea posible.

Porque eso sí, pase lo pase, sea un año nuevo o usado, estés arriba, al medio o aquí abajo, la cuestión sigue siendo aquello de: "creer seriamente en nuestros sueños y comprometerse a realizar escrupulosamente nuestra fantasía."



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