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6 de diciembre del 2003 |
El viaje de Javier de Balmis
Mayka Sánchez
Este año se conmemora el bicentenario de la Real Expedición filantrópica del doctor Francisco Javier de Balmis para llevar la vacuna de la viruela a América y Filipinas. Este hecho se considera precursor de las modernas medidas de salud pública. Mediante un real decreto de 2003 se ha creado una comisión nacional, ubicada en el Instituto de Salud Carlos III de Madrid, responsable de organizar distintos actos científico-culturales que se desarrollarán en España y Latinoamérica. En esta iniciativa están implicados los ministerios de Sanidad y Consumo; Asuntos Exteriores; Defensa; Educación, Cultura y Deporte; Ciencia y Tecnología y de Administraciones Públicas.
Cuando los conquistadores españoles llegaron a América aportaron numerosas ventajas en el proceso de colonización: estrategia militar, superioridad armamentística, tenencia de animales de carga como el caballo y pericia política. Pero también viajaron con virus euroasiáticos, totalmente desconocidos en los nuevos territorios, que generaban epidemias devastadoras. Las más destructivas de todas fueron las de la viruela, con una elevada tasa de mortalidad, muy superior al 10-15% de Europa. En 1798 el británico Edward Jenner hizo su primera publicación sobre la vacuna de la viruela e inmediatamente se extendió su conocimiento por todo el Viejo Continente. A España llegó por primera vez en 1800 y en noviembre de 1803 una Real Expedición Marítima zarpó hacia el Nuevo Mundo. El padre de este proyecto fue el doctor Francisco Javier Balmis, médico de reconocido prestigio en la Corte de Carlos IV. La disposición real rezaba así: «Deseando el Rey Don Carlos IV ocurrir a los estragos que causan en sus dominios de las Indias las epidemias frecuentes de viruela, y proporcionar a esos sus amados vasallos los auxilios que dicta la humanidad, el bien del Estado y el interés mismo de los particulares, así de las clases más numerosas, que por menos pudientes sufren mayores daños, como de las otras, acreedoras todas a su Real beneficencia; se ha servido resolver, oído del dictamen del Consejo y de algunos sabios, que se propague a ambas Américas, y si fuese dable, a las islas Philipinas a costa del Real Erario la inoculación de la vacuna, acreditada en España y casi toda Europa como un preservativo de las viruelas naturales. »A este fin ha mandado S.M. formar una expedición marítima compuesta de profesores hábiles y dirigida por su médico honorario de Cámara don Francisco Javier de Balmis, que deberá hacerse a la vela cuanto antes del Puerto de La Coruña, llevando competente número de niños, que no hayan pasado viruelas, para que, inoculados sucesivamente en el curso de la navegación, pueda hacerse al arrivo a Indias la primera operación de brazo a brazo, que es el más seguro medio de conservar y comunicar el verdadero fluido vacuno con toda su actividad...» La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna tenía como objetivo introducir e institucionalizar en las provincias de ultramar las nuevas técnicas de inmunización contra la viruela. Este cometido incluía la administración gratuita de la vacuna, la instrucción de los médicos locales en su administración y el establecimiento de Juntas de Vacuna para llevar ordenadamente los registros correspondientes. Aunque esta ardua labor no fue reconocida como merecía en su tiempo (luchas napoleónicas en Europea, procesos de independencia en Hispanoamérica), actualmente la expedición de Balmis es considerada una precursora de los modernos programas de salud pública. La viruela es hasta ahora la única enfermedad infectocontagiosa erradicada en el mundo gracias a las campañas masivas de inmunización, según la Organización Mundial de la Salud. La rapidez de los preparativos, la necesidad de excelentes profesionales y la implicación de los distintos estamentos de un Estado social de principios del siglo XIX explican la complejidad del desarrollo de esta extraordinaria expedición y sienta las bases de una medicina gratuita y universal. El impacto de las epidemias de viruela en los territorios de ultramar fue aterrador, según los cronistas de la época. En los pueblos americanos que carecían de previa exposición al virus, la tasa de mortalidad alcanzó al 50%. El primer caso se manifestó en 1520 en un esclavo y desde entonces la enfermedad se propagó por toda América, acompañada de miedo, sufrimiento y muerte. Sólo en México los estragos de la viruela redujeron en poco más de un siglo a menos de dos millones de habitantes una población estimada en 20 millones. En febrero de 1805 el grupo de Balmis, tras considerar realizado su trabajo en Nueva España, partió hacia las Islas Filipinas y regresó a España al año siguiente.
(*) Artículo aparecido en Entorno Social, de España. La redacción de este diario recuerda a sus lectores que en nuestras páginas sólo tienen cabida los textos externos que cuenten con los debidos permisos de reproducción de autores y/o publicaciones. Cualquier excepción, como la actual, se hace siempre en virtud del carácter no lucrativo de La Insignia, ante situaciones de evidente interés informativo o social y a condición de no provocar perjuicio alguno a la fuente de origen.
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