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La insignia
23 de abril del 2003


Los Simpson y el conservadurismo en EEUU (II)


María Cristina Rosas (*)
La Insignia. México, abril del 2003.


Homero: un mal padre común y corriente

Homero J. Simpson es uno de los caracteres más importantes de la serie. Es el padre de familia que provee el sustento para Marge, Lisa, Maggie y Bart. Pero tiene una multitud de vicios, entre los que destacan su amor por la cerveza y la comida chatarra, especialmente las rosquillas. Ingiere alimentos poco saludables como las chuletas de cerdo. Es perezoso y miente con facilidad. Su higiene personal es deficiente. Es envidioso. Olvida, con frecuencia, que tiene una hija menor (Maggie). Gran parte del tiempo que pasa en la planta nuclear duerme en vez de trabajar. También los domingos, en la iglesia, suele quedarse dormido sin prestar atención a los sermones del Reverendo Alegría.

Pese a esos defectos, Homero no es tan mal padre. Cuando fue notificado de que la pequeña Lisa era superdotada, sacrificó la compra de un sistema de aire acondicionado para adquirir el saxofón que podría estimular los talentos tan singulares de su pequeña. Años más tarde, tras una riña entre Lisa y Bart, el saxofón salió volando por una de las ventanas de la casa para ser destruido al caer y ser arrollado por un camión. Otra vez, sacrificando el aire acondicionado, Homero le compró a Lisa un nuevo saxofón. En otra oportunidad, Homero adquirió un pony para Lisa, a fin de disculparse con la pequeña. Para poder pagar los gastos del pony, Homero tuvo que buscar otro empleo y renunciar a dormir, algo que, considerando la pereza que lo caracteriza, fue una sacrificio enorme (de hecho se quedaba dormido en ambos empleos, es decir, tanto en la planta nuclear como en la tienda de abarrotes de Apu).

Cuando pensaba que Bart era gay, Homero ideó toda una estrategia para convertir a su hijo en un "verdadero hombre". Por consejo del amigo alcohólico de Homero, Barney, y del cantinero Moe, los tres decidieron ir al bosque con el pequeño, para que Bart matara un venado y se "convirtiera en un hombre". Ante la ausencia de venados, los tres adultos y el niño fueron a parar a un corral de renos. Homero pidió a Bart que matara un reno. El travieso Bart naturalmente no lo hizo, y los renos atacaron a todos los intrusos, dando una verdadera golpiza a Homero, quien levantó con sus brazos a Bart para evitar que los renos lastimaran al niño.

El día en que los padres de Milhouse -el mejor amigo de Bart- se divorciaron, Homero empezó a temer por la viabilidad de su propio matrimonio. Recordando las condiciones en que él y Marge se casaron, decidió anular esa boda y contraer nupcias de nueva cuenta con su amada esposa.

Pese a ser envidioso respecto a Flanders, cuando éste entró en bancarrota tras haber abierto el Zurdomercado en el que invirtió todos los recursos que poseía, Homero se dedicó a hacer llamadas telefónicas a todos los zurdos de Springfield para invitarlos a comprar en el Zurdomercado de Ned Flanders.

Estando en la taberna de Moe, Homero se percató, gracias a la televisión, de que Bart y Lisa estaban atrapados en un incendio en el Monte Springfield e hizo hasta lo imposible para convencer a un rehabilitado y sobrio Barney, de que piloteara un helicóptero para rescatar a los niños Simpson. Y a propósito de Moe: cuando éste se enamoró y gastó prácticamente todos sus ahorros en satisfacer los caprichos de la novia, Homero estuvo de acuerdo en fingir el robo del auto del cantinero, para que éste pudiera cobrar el seguro correspondiente y dispusiera, por tanto, de nuevos recursos para complacer a su amada. En suma: Homero no es una mala persona ni actúa de mala fe. Quizá por eso no genera un rechazo hacia su persona como sí ocurre en cambio con el Señor Burns.


Maggie y los sonidos del silencio

Maggie es un carácter no protagónico en Los Simpson, aunque siempre está presente y, por lo mismo, tiene una gran relevancia. Maggie le disparó al Señor Burns en el polémico episodio en el que todos los habitantes de Springfield eran sospechosos de haber atentado contra la vida del personaje más perverso y avaricioso de la ciudad. Cuando Bart y Lisa fueron amordazados por la niñera ladrona, Maggie fue quien los rescató, acción que de nuevo realizó en un especial de noche de brujas donde, parodiando la Pesadilla en la calle del infierno, taponeó con su chupón el respiradero de Willie el escocés.

La importancia de Maggie también puede ser medida a partir de los momentos en que está ausente. El más recordado es el episodio en el que, habiendo quedado bajo la custodia de Homero -dado que Marge se encontraba descansado en "Rancho relaxo" tras una crisis nerviosa- Maggie se fue de la casa buscando a su mamá. Homero, percatándose de la situación buscó por cada rincón de Springfield hasta que el Jefe de la Policía, para la suerte del atribulado padre, encontró y devolvió a la pequeña.

Maggie es parte de la familia Simpson y la posibilidad de que los Flanders asumieran no sólo la custodia de la bebé, sino la virtual adopción luego de que los servicios infantiles despojaron a Marge y Homero de la custodia sobre sus hijos por considerarlos "padres negligentes", horrorizó a todos los miembros de la familia. Marge y Homero hubieron de tomar un curso sobre "cómo ser padres responsables", del cual se graduaron con el tiempo suficiente para correr a rescatar a los niños Simpson justo cuando Ned Flanders estaba por bautizarlos. Maggie, quien prácticamente se había acostumbrado a la atención que los Flanders le prodigaron durante todo ese tiempo, volvió a brazos de Marge sin pensarlo. Los Simpson sobrevivieron a otra crisis y la familia fue preservada sin que Maggie haya tenido que pronunciar una sola palabra. Queda claro, sin embargo, que sin Maggie, Los Simpson serían una familia incompleta. Piénsese en lo siguiente: ¿quién sino Maggie habría podido salvar a Homero de que se ahogara cuando éste se metió a nadar para ganar la confianza de su pequeña?

De hecho Maggie sólo habló una vez, en el célebre episodio titulado "La primera palabra de Maggie", pronunciando la palabra "papi" (daddy en inglés y en la voz de Elizabeth Taylor). Nadie de la familia pudo atestiguar la expresión de Maggie. Empero, esa primera y única palabra fue muy significativa, dado que Bart y Lisa, cuando pequeños, tuvieron otras expresiones en sus primeras palabras ("¡Ay caramba!" en el caso del bebé Bart y "¡Bart!" en el caso de la bebé Lisa).


Bart: el previsible rebelde sin causa redimido

La figura de Bart Simpson ha sido catalogada por algunos grupos conservadores, como la encarnación del Diablo y como una figura maligna y siniestra. Esta afirmación recurre a algunas de las fechorías que con frecuencia l'énfant terrible perpetra. Así por ejemplo, Bart cortó la cabeza de la estatua de Jeremías Springfield (el fundador del pueblo donde se desenvuelven los episodios de la serie); colocó un explosivo en el retrete del baño de mujeres cuando la madre del director de la escuela primaria, Seymour Skinner, estaba haciendo uso de él; cambió los anticonceptivos de la maestra Krabappel por antigripales; contribuyó a la destrucción de las memorias de George H. W. Bush; colocó petardos en las "partes blandas" de un compañero de clase; robó el video Apocalipsis en la tienda "A ver si ahorra"; provocó un incendio que quemó el árbol de navidad de su familia y todos los regalos que en él se encontraban y atribuyó el hecho a un ladrón; fingió caerse a un pozo; estafó a un niño australiano con una costosa llamada telefónica, y una vez que fue llevado al país de los canguros para disculparse, en lugar de eso mostró su trasero al Primer Ministro; deliberadamente se dislocó un brazo y se golpeó la cabeza contra una puerta para ridiculizar a su hermana Lisa quien hacía las veces de niñera.

Pero el pequeño Bart siempre vuelve al redil. Cuando vendió su alma a su mejor amigo, Milhouse a cambio de 5 dólares, comenzaron a ocurrirle cosas muy extrañas y llegó a la conclusión de que efectivamente había perdido el alma. "Pablo Neruda dice que la risa es el espejo del alma" le decía su hermana Lisa, cuando a Bart súbitamente dejaron de hacerle gracia las fechorías de la serie de dibujos animados de Itchy y Scratchy que tan fervorosamente disfruta. "Sé que es gracioso, pero no me sale la risa" replicaba un preocupado Bart frente al televisor. Luego de infructuosos intentos por recuperar el papel en el que de su puño y letra había escrito "el alma de Bart Simpson" y que había vendido a Milhouse, regresó deprimido a su casa para rezar y reconocer que si bien no es niño ejemplar necesitaba la ayuda de Dios para recuperar su alma. Acto seguido, Lisa apareció con la hoja de papel que entregó a un redimido Bart.

El rebelde Bart estuvo a punto de reprobar el cuarto grado en la escuela primaria, lo cual lo habría obligado a volver a cursarlo. En su desesperación por tener tiempo suficiente para poder estudiar, Bart rezó y pidió a Dios "una huelga de maestros" o algo que "cancelara la escuela por un día." Como suele ocurrir en la serie, Dios lo escuchó y cayó una nevada que aunque le generó a Bart la tentación de ir a jugar con todos los demás, le permitió efectivamente quedarse a estudiar para ese importante examen que, previsiblemente, aprobó "por un pelo".


Los Simpson, ¿una familia machista?

Hasta aquí se ha visto que pese a sus problemas, la familia Simpson se mantiene moralmente intacta. Tanto Marge como Homero han tenido la posibilidad de ser infieles pero no lo han hecho. Las travesuras de Bart han implicado hasta su "deportación" (en un intercambio cultural que lo llevó a Francia donde fue esclavizado por dos malvivientes) y su adscripción a una escuela militarizada, pero el final siempre es feliz: Bart supera los problemas y regresa al seno de la familia. Lisa, a pesar de que se deprime con frecuencia, llegando al punto de asumir que no habría diferencia si ella no existiera en este mundo, se reintegra a la dinámica familiar porque encuentra alegría y gozo en la alegría y el gozo de sus padres y hermanos. La bebé Maggie disfruta los brazos de mamá, pero también ama a su extravagante papá y pasa mucho tiempo al lado de sus hermanos.

Pero hablando del conservadurismo en la serie, vale la pena recalcar que según el libro The Simpsons: A Complete Guide to Our Favourite Family (Los Simpson: una guía completa de nuestra familia favorita), de los 63 caracteres registrados hasta el momento de su publicación 59 corresponden a caracteres masculinos y sólo 16 a caracteres femeninos (Richmon, 1997: 178-179). Otro hecho que no debe pasar inadvertido es que casi todos los caracteres femeninos son esposas o madres, o bien mujeres que trabajan pero que son terriblemente frustradas (como Paty y Selma, las hermanas de Marge, o Edna Krabappel, la maestra de Bart). Asimismo, de los 248 episodios televisados a lo largo de los primeros 11 años de vida del programa, sólo 28 han estado dedicados a Lisa y 21 a Marge, en tanto el resto (alrededor de un 80 por ciento) corresponden a Homero y Bart. Un dato más: numerosas luminarias del mundo del cine y la música han sido invitados para dar vida a diversos personajes en Los Simpson. De los invitados, 160 han sido hombres y sólo 40 han sido mujeres, esto es, en una proporción de 4 a 1 a favor de los caracteres masculinos (Ibid.). En este sentido, Los Simpson reflejan la realidad de la subrepresentación de la mujer en las sociedades y no proponen ningún cambio al statu quo. Basta con que Marge tome vacaciones para que recupere las energías necesarias y regrese a su rutina de la "madre modelo" típica de los años 50 o 60.

A grandes rasgos, sin embargo, Los Simpson reproducen el esquema que caracteriza a la mayor parte de las series de televisión en las que se retrata a la típica familia estadunidense: las mujeres de las familias son más listas que los hombres. Homero Simpson es tonto, pero no es el único padre de familia en esa situación: en Family Man (que justamente ha sido rebautizada como Padre de familia), Peter Griffin es exasperadamente estúpido. En King of the Hill (rebautizada como Los reyes de la colina) Héctor Reyes muestra un nivel moderado de estupidez. Malcolm in the middle (rebautizada como "Los Simpson de carne y hueso") donde privan los caracteres masculinos, los retrata -salvo a Malcolm- como si se tratara del "reino de los tontos". En Los Simpson se llegó al punto de explicar que los genes Simpson determinan que los hombres de la familia sean estúpidos, mientras las mujeres tienen éxito. Claro, eso no se aplica a Marge, quien pertenece a una familia de fracasadas (todas mujeres): las Bouvier. Así las cosas, Bart está condenado a ser un fracasado, un cantante de rock frustrado en su adultez, mientras su hermana se convierte en la primera mujer Presidenta de Estados Unidos.


Los Simpson y los valores religiosos

En El evangelio según Los Simpson (The Gospel According to The Simpsons), Mark Pinsky hace un recuento de la religiosidad que permea a la serie. Por lo menos una tercera parte de los episodios incluyen alguna referencia teológica. Otro estudio revela que en el 70 por ciento de los episodios pueden encontrarse alusiones, desde las más escuetas hasta las más explícitas, a aspectos religiosos. Lo que es más: el 10 por ciento de los episodios han sido elaborados a partir de temas religiosos (Campolo, Op. Cit.: 8). Los productores y los guionistas de Los Simpson, conceden que la religión es importante en las vidas de las personas y esa es la razón por la que se le incluye de manera tan frecuente y prominente en la serie (Ibid.). Para muchos, sin embargo, esa es otra expresión del conservadurismo de la serie.

Llama la atención la manera en que Los Simpson asumen a la religión. Lisa, la niña virtuosa y noble ha llegado a decir, exasperada por no haber podido estudiar para un examen: "Dios, estás en deuda conmigo". Homero, enfrentando un dilema al ser arrastrado por una corriente cuando cayó al agua exclama: "Tú que estás allá en las alturas: ¡sálvame por favor Superman!".

Otros caracteres importantes en Springfield son, por supuesto, el Reverendo Alegría, quien parece haber perdido el entusiasmo en torno al trabajo que realiza, máxime debiendo enfrentar los dilemas que el devoto Ned Flanders le plantea a cada momento (hay un episodio en que, cansado de las continuas llamadas telefónicas de Flanders, el Reverendo Alegría replica: "Ned ¿no has pensado en cambiar de religión? Todas son casi lo mismo"). En Springfield, de todas maneras, al igual que en cualquier pueblo de Estados Unidos, hay espacio para los católicos (motivo de muchas bromas, algunas muy pesadas en la serie), los judíos (que son tratados con bastante respeto), y los hinduistas (sobre los que existe una gran ignorancia, misma que queda plasmada en la relación que los habitantes de la ciudad le prodigan a Apu). Ha habido también alusiones con un fuerte ingrediente de mofa respecto a los testigos de J

ehová y los mormones. Prácticas religiosas como dar gracias antes de tomar los alimentos, son comunes en la serie. Claro, cada miembro de la familia tiene un estilo muy singular de dar gracias. Bart, por ejemplo, se limita a decir: "Dios justiciero, gracias por el puchero". Pero independientemente de lo que digan y la manera en que lo hagan, Los Simpson cumplen rigurosamente con la tradición religiosa a la que pertenecen.


Los Simpson y el ideal de la democracia estadunidense

Springfield es un pueblo estadunidense ubicado en cualquier lugar. Cada vez que los caracteres han estado a punto de revelar el nombre del estado de la Unión Americana en el que se encuentra Springfield, algo sucede y nunca es dada a conocer esa intrigante información. Pero eso no es lo más importante.

Springfield muestra el ideal de la democracia estadunidense. Se trata de una comunidad en donde se rinde un culto a lo local (o a lo aldeano). A Los Simpson rara vez les preocupa lo que ocurre en el resto del mundo. Lisa, a diferencia de Mafalda, no es una internacionalista. Las noticias importantes son las que ocurren en el interior de la ciudad. El resto del mundo no existe. Inclusive, cuando Los Simpson han debido salir de la ciudad o del país generalmente la pasan mal (por ejemplo cuando Homero tiene que viajar a Nueva York a recuperar su auto; o bien cuando Homero consigue un empleo que le implica mudarse a otra ciudad, y aunque a él le va bastante bien, el resto de la familia lo pasa muy mal; o cuando toda la familia debe viajar a Australia para pedir disculpas por las travesuras de Bart; o inclusive cuando se van de vacaciones a Japón, donde se quedan sin dinero y tienen que aceptar la humillación de un programa de televisión para ganar los boletos de avión que los llevarán de vuelta a casa; o cuando toda la familia viaja a Brasil en busca de Ronaldo, un niño de la calle y Homero es secuestrado en un taxi) transmitiendo el mensaje de que no hay mejor lugar para vivir que Springfield. Para Los Simpson, el mundo exterior es hostil, y si no se comparte esta opinión, hay que tomar nota del episodio de noche de brujas, cuando los franceses perpetran contra Springfield un ataque nuclear.

Los Simpson como el culto a la política local enfatiza la manera en que los ciudadanos de Springfield se organizan para tomar decisiones sobre las cosas que les importan, por ejemplo cuando protestan ante el Alcalde Diamante por la presencia de un oso y lo obligan a crear una patrulla anti-osos; o cuando debaten la pertinencia de construir un monorriel; o bien cuando deciden la suerte de la casa de burlesque.

La noción de que el poder corrompe está muy presente en la serie. El Alcalde Diamante, corruptus in extremis como reza el emblema/escudo de su oficina, es la expresión de ello, al lado del jefe de la policía, Gorgori, e, inclusive de las autoridades de la escuela primaria, hecho que se demuestra el día en que habiendo hecho trampa en un examen, Lisa se lo comunica al director del plantel y al inspector del mismo y ninguno de los dos hace nada. Pero no es sólo el poder local el que apesta (power sucks) en Los Simpson, sino también el federal. Lisa, quien ganó un concurso local para participar en un concurso de oratoria a nivel nacional en Washington D. C., descubrió un complot entre un legislador y un industrial, que devastaría la ecología de Springfield. La manera en que evoluciona el episodio genera los siguientes mensajes: el poder político a nivel federal se encuentra corrompido. Lisa tuvo el valor de denunciar la situación en su discurso, pero perdió el concurso a favor de un niño vietnamita, hijo de inmigrantes, quien exaltó en su alocución, que Estados Unidos es la "tierra de las oportunidades".

William Clinton, en otra ocasión, aparece por las calles de Springfield tocando el saxofón, seguido de sus infaltables guardaespaldas. El cantinero Moe, al percatarse del hecho cuestiona al mandatario: "Oye Clinton: ¡ya ponte a trabajar!" a lo que sin inmutarse, el Presidente responde: "¡Oblígame!" reforzando la idea que se tiene en torno a los demócratas en Estados Unidos, en el sentido de que aun sin hacer nada reciben su pago.

Como la mayor parte de los productos de Hollywood, Los Simpson son indulgentes con los demócratas e implacables con los republicanos. Así, aunque las infidelidades de Clinton fueron retratadas en un episodio en el que el Presidente estadunidense obliga a Marge a bailar con él haciéndole propuestas indecorosas, no existe parangón con la paliza que Homero le propina a George H. Bush en otro episodio, ante la mirada atónita de Mijaíl Gorbachov. El intercambio de golpes entre Bush y Homero es el resultado de las críticas que el primero vertió sobre Los Simpson en la vida real. Bárbara Bush también fue muy crítica de la serie, aunque más tarde se retractó públicamente y confesó que Los Simpson le parecían encantadores. En consecuencia, los guionistas de la serie han tratado con respeto a la señora Bush.

Claro que uno de los caracteres más maltratados en la serie, además del propio George H. W. Bush es Richard Nixon (tendencia que se acentúa en la otra serie creada por Matt Groening, Futurama, en la que la personaje de Nixon ha aparecido insistentemente en el nuevo Nueva York del futuro). Pero ello no debe sorprender: Nixon representa la corrupción en extremo del sistema político estadunidense, si bien no es el único republicano en esa situación. Reagan, curiosamente, no ha merecido tantas referencias en la serie, a pesar del escándalo Irán-contras, quizá por el hecho de que se trata del único mandatario que antes de incursionar en la política fue un actor en Hollywood. Es posible suponer que los guionistas y los productores de Los Simpson hayan concluído que criticar a Reagan sería tanto como criticar al establishment de Hollywood. Habrá que ver, por supuesto, qué trato le prodigan a George W. Bush en los próximos episodios.


Consideraciones finales

James Wallace considera que en Los Simpson, todo lo sólido se desvanece en la risa (Wallace, 2001: 247). Y es que en la serie, todo es parodiado. Claro que al hacer una broma sobre determinado tema, Los Simpson reconocen la importancia que dicho tema tiene para ellos y para la comunidad. Sin embargo eso no es, en modo alguno, revolucionario. El Señor Burns, símbolo del capitalismo avaricioso se las arregla para, una vez en la ruina, volver a ser rico, recuperando su planta nuclear y siendo el personaje perverso que nunca cambia. La redistribución del ingreso y el combate a la pobreza no son relevantes para la comunidad de Springfield. Se da por sentado que existen desigualdades pero los ricos en general mantienen ese status y los no tan ricos se las deben arreglar para sobrevivir.

Pocas referencias concretas pueden encontrarse hacia los regímenes comunistas, pero cuando aparecen, se les presenta de manera muy negativa. Bart, al ser sometido a un programa de intercambio cultural, viaja a Francia donde es explotado por dos parias franceses. Mientras tanto, la familia Simpson debe recibir, a cambio, a un estudiante, Adil Hoxha (Enver Hoxha fue el dictador equivalenta a Stalin en la Albania de la guerra fría y de los tiempos de la planificación central y a juzgar por el nombre del niño albanés que aparece en ese episodio, los guionistas apelaron al hecho). El pequeño Adil es hacendoso, inteligente y muy respetuoso. Pero también es un espía que roba secretos tecnológicos que transmite al gobierno de Albania y al final es deportado. Mijaíl Gorbachov, en otro episodio, hace acto de presencia en Springfield y se encuentra con que el exPresidente George H. Bush está intercambiando golpes con Homero Simpson. Abochornado por la presencia de Gorbachov, Bush pregunta: "Mijaíl, ¿qué haces aquí?". En un acento eslavo Gorbachov responde: "Vine a traer obsequio por nueva casa pero te encuentro peleando con gordo local". Cansada de los pleitos entre George y Homero, Barbara Bush obliga a su esposo a pedir una disculpa a Los Simpson. El exPresidente dice a Barbara: "Pero Barbara, no debemos mostrar debilidad ante el enemigo" en clara alusión a Gorbachov.

Más allá de ello, Los Simpson no postulan ningún cambio de régimen, ninguna revolución, sino el aprecio por las cosas como son, como están. James Wallace lo considera en los siguientes términos:

«De hecho Los Simpson tendría que ser considerado el peor tipo de sátira burguesa dado que no sólo no es capaz de sugerir la posibilidad de un mundo mejor, sino que nos aleja de la reflexión seria y de la crítica sobre las prácticas existentes y, finalmente, nos alienta a creer que el sistema imperante, imperfecto y cómico como a veces es, es el mejor posible. Un marxista, aun si riera, debe sentirse desolado (Wallace, Op. Cit.: 251).»

Finalmente Los Simpson son un costoso producto de Hollywood, la meca de la industria del entretenimiento, que para destinar 1. 5 millones de dólares que le cuesta crear cada episodio de la serie, necesita garantizar que su producto satisfaga las expectativas de los consumidores/televidentes. En ese sentido, es probable que para los espectadores sea más alentador las risas que generan las irreverencias de un Groucho Marx que las reflexiones, algunas revolucionarias, de Carlos Marx. Así, aunque Los Simpson no son el opio de los pueblos, si constituyen parte de una ideología de dominación en la que, lo más importante no es cambiar el mundo, sino, cuando mucho, reírse de él (¿o con él?)...


Bibliografía

Tony Campolo (2001), "Introduction: Epiphany on the Sofa", en Mark I. Pinsky, The Gospel According to The Simpsons. The Spiritual Life of the World's Most Animated Family, Louisville, Westminster John Knox Press.
Paul A. Cantor (2001), "The Simpsons: Atomistic Politics and the Nuclear Family", en William Irwin, Mark T. Conard y Aeon J. Skoble, The Simpsons and Philosophy, Chicago, Open Court.
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William D. LaRue (1999), Collecting Simpsons! An Unofficial Guide to merchandise from 'The Simpsons', New York, KML Enterprises Publishing.
Terry Morrow (21 de abril de 2001), "Los Simpsons, reyes de la televisión", El Universal (espectáculos).
Mark I. Pinsky (2001), The Gospel According to The Simpsons. The Spiritual Life of the World's Most Animated Family, Louisville, Westminster John Knox Press.
Neil Postman (1985), Amusing Ourselves to Death. Public Discourse in the Age of Show Business, New York, Penguin Books.
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Aeon J. Skoble (2001), "Lisa and American Anti-intellectualism", en William Irwin, Mark T. Conard y Aeon J. Skoble, The Simpsons and Philosophy, Chicago, Open Court.
James M. Wallace (2002), "A (Karl, not Groucho) Marxist in Springfield)", en William Irwin, Mark T. Conard y Aeon J. Skoble, The Simpsons and Philosophy, Chicago, Open Court.


Notas

(*) Profesora e investigadora adscripta a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Recibió la Distinción Universidad Nacional para Jóvenes Académicos 1999. Su libro más reciente se titula La economía política de la seguridad internacional. Sanciones, zanahorias y garrotes (México, Universidad Nacional Autónoma de México-Secretaría Permanente del Sistema Económico Latinoamericano, 2003, 316 pp). Correo electrónico mcrosas@correo.unam.mx Ponencia presentada originalmente en el XV Congreso anual de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales (AMEI) que con el tema general "La nueva política exterior de México" se llevó a cabo del 25 al 27 de octubre del 2001 en Guadalajara, Jalisco, México.
(1) The Waltons fue un programa de televisión transmitido a finales de los 70 en Estados Unidos, donde se exaltaban los valores y la unidad familiar.



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