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La insignia
27 de septiembre del 2002


Colombia

¿Qué hay detrás del arreglo
de Carlos Castaño con el gobierno de EEUU?


Manuel Náder
La Insignia. Colombia, 26 de septiembre.



La noticia divulgada ayer por todos los medios es por lo menos sorprendente: Carlos Castaño, "comandante" de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), se entregará al gobierno de Bush, quien lo reclama en extradición por narcotráfico. En las noticias de hoy, el mismo Bush ha señalado que Castaño también será procesado por terrorismo, y a renglón seguido, el fiscal general de Colombia ha declarado que luego de cumplir las penas impuestas en EE.UU, Castaño deberá responder en Colombia por los delitos que se le imputan. En cuanto al líder paramilitar, declaró a una cadena radial que se entregará a la Justicia de EEUU porque confía en ella y no ha cometido delitos contra ese país.

Las conjeturas no se han hecho esperar: que Castaño ha negociado con la DEA su entrega a cambio de trato especial; que pretende aceptar una condena de cárcel ante la posibilidad de ser víctima de las diferencias entre sus "tropas", y luego buscar un traslado a un tercer país a cambio de importantes delaciones de los narcotraficantes con quienes negocia; que la presión del Ejército -quien lo persigue a regañadientes-, sumada a la presión de las FARC y el ELN y a las rencillas internas de las AUC y de grupos de delincuentes como los sicarios de Medellín y otras regiones, lo animaron a buscar la protección de una cárcel gringa.

Castaño ha intentado limpiar su imagen pública. Primero fue la entrevista que en horario Triple A le hizo la periodista Claudia Gurizati, en los cuarteles del Nudo de Paramillo, con desplazamiento de toda la parafernalia televisiva y una conclusión casi general: el pobre hombre era un calumniado. Las entrevistas de la Gurizati se repitieron con sospechosa facilidad.

Luego, otro periodista, Mauricio Aranguren Molina, hijo de un narcotraficante muerto en vendettas de la mafia criolla y él mismo detenido en México, acusado de porte de narcóticos y posteriormente liberado, hizo otra entrevista vertida en el libro "Mi confesión", donde Castaño alardea de la capacidad de las AUC de penetrar en todas las esferas de la vida colombiana. El best seller aún se vende en los semáforos de las grandes ciudades; irónicamente, en ediciones fraudulentas que han enriquecido a los "piratas" de la industria editorial.

No hay certeza sobre la entrega de Castaño a la Justicia colombiana y menos a la de Bush. Las dos opciones implican un "borrón y cuenta nueva": En eso, el gobierno colombiano es experto; lo ha demostrado con el trato al ex embajador Carlos Marulanda, quien será extraditado de España tras cambiar las acusaciones de conformar y patrocinar grupos paramilitares (que asesinaron a cerca de 30 campesinos en su finca de Córdoba) por la de defraudar 50.000 dólares. Un delito menor que pocas molestias le causará, para beneplácito de sus muchos amigos en Colombia, quienes señalan como "una infamia tener preso a un doctor".

Por lo visto, tal vez resulte que Castaño también es doctor.



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