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23 de septiembre del 2002 |
Temor al futuro
Hamlet Hermann
Las espaldas del presidente de la República fue lo último que enfocó la cámara antes de que se cerrara la puerta que iniciaba el camino hacia el despacho presidencial. Oprimió entonces el botón de off en el control remoto y la imagen de un caótico auditorio de funcionarios se convirtió en una mancha negra. No obstante, se quedó sentado, mirando hacia la oscura pantalla con la vista fija hacia el infinito. Apenas pestañaba. Había quedado en un estado catatónico luego de haber visto y escuchado durante casi una hora el discurso del jefe de Estado. Para esa noche, el agrónomo Hipólito Mejía había prometido que aportaría las soluciones para que el país dejara de sufrir el suplicio de la falta de energía eléctrica. Pero como parte de una empobrecida pequeña burguesía, no acababa de comprender dónde estaba la solución al problema del sector social al que pertenecía.
Pensativo y callado, trataba de encontrar en el discurso presidencial algún atisbo de la mejora que tanto anhelaba. Para los "clase media" como él, la tarifa eléctrica aumentaría en un 30% como mínimo. Eso era seguro e inapelable porque el presidente lo había planteado. Él, que siempre había pagado sin protestar la tarifa eléctrica más cara del mundo, veía como se castigaba su puntualidad. Sin embargo, a los morosos y a los que nunca pagaban, se les premiaba con mayor cantidad de energía y con pagos fijos muy por debajo del consumo que realizan. El presidente usaba como expresión de las buenas intenciones, su afán de ayudar a "los pobres de los barrios", quizás sin tomar en cuenta la penalización a la que sometía a más de la mitad de los habitantes de República Dominicana que no tienen la dicha de ser considerados como pobres, aunque lo sean. Con cierta ansiedad, este clase media había tratado de retener lo más importante del discurso presidencial. Tarea harto difícil porque el presidente Mejía habla rápido y porque el tema que trataba era materia de expertos y conocedores bien informados. Sin embargo, en momento alguno pudo escucharse una decisión concreta presidencial que llamara al orden a las empresas generadoras y distribuidoras de la electricidad. Ellos, la Unión FENOSA y los otros, son quienes han exprimido a su antojo al pueblo dominicano. De eso a nadie le cabe la menor duda, ni siquiera al presidente. Pero sobre ellos no se impuso una obligación sino apenas se le hicieron ruegos y se expresaron deseos de mejor comportamiento. El ciudadano necesitará de mucha fe y abundante confianza para creer que los inversionistas extranjeros van a hacer algo a favor del pueblo que pudiera disminuir sus, desde siempre, excesivas ganancias. La pantalla apagada del televisor era reflejo del futuro que le espera a la "clase media" dominicana. No en balde el gobierno y los capitalizadores son socios a medias y cómplices en todo. Ya ellos habían decidido en reiteradas reuniones previas que sus ganancias no resultarían afectadas sino que un sector de la población pagaría por ellas. El subsidio gubernamental a la energía eléctrica desaparecerá pero se obligará a la "clase media" a pagarlo. Los socios en el negocio de la energía eléctrica se habían abrogado la representación popular sin hacer la mínima consulta a quienes pagarán por los platos que otro rompió. Razón tenía el presidente cuando dijo que ésas "son medidas dolorosas, muy dolorosas". Sólo que nunca aclaró quiénes sufrirían esos dolores. La supuesta solución presidencial es contraproducente porque castiga a los que han cumplido y premia a los que sólo han sabido sacar ventajas de la crisis energética. Para la clase media la esperanza de un futuro mejor acaba de frustrarse. Envuelto todavía en el impacto de todo lo escuchado, el "clase media" se puso de pie y empezó a transitar la casa apagando uno a uno los escasos bombillos que estaban prendidos hasta quedar en la oscuridad plena. Retrocedía así varias décadas en el tiempo y la modernidad pasaba entonces a ser una quimera, mientras las ganancias de los socios en la energía eléctrica podrán seguir manteniéndose a los niveles que ellos desean. |
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