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21 de septiembre del 2002 |
La cautelosa moral del visto bueno
Mario Roberto Morales
En mis dos artículos anteriores expuse públicamente a la mafia cultural y literaria que vive a sueldo del corrupto Estado guatemalteco, y dije que mi crítica habría de provocar la represión oficial. De hecho, este fin de semana empezarán a aparecer en la prensa los ataques de quienes se han dado por aludidos en mis críticas. Y debo confesar que me sorprendió saber los nombres de algunas de esas personas, pues ni por un momento pensé en ellas cuando escribí las críticas que las han "indignado". Eso, sin embargo, no importa. Lo que vale la pena saber es que han empezado a reunirse para ponerme trampas y darme caza en esa jungla literaria en la que viven, poblada por viejos cuanto colmilludos zorros arrogantes, trasnochadas hienas amantes de las bellas letras, y nerviosos buitres que se alimentan de la carroña sobrante.
Cuando uno constata la corrupción en el plano educativo y cultural, y ve también cómo los esfuerzos por juzgar criminales provoca el exilio de familiares de personas ligadas al sistema de justicia, y que toda suerte de formas de espionaje (como la intervención de teléfonos, que yo mismo enfrento) son denunciadas casi a diario, uno no puede explicarse por qué la comunidad internacional insiste en apoyar a la banda de delincuentes que se ha apoderado del Estado mediante el clientelismo político y la corrupción, y que trabaja para asegurarse la próxima presidencia de Ríos Montt. ¿Por qué la Unión Europea y Estados Unidos no le dan el visto bueno a las cámaras empresariales y al Ejército para derrocar a los cacos que están en el Estado, tal como ocurrió con Jorge Serrano en 1993? La clase media guatemalteca se lamenta de que somos un pueblo incapaz de rebelarse contra nada, conformista y cobarde. Pero basta revisar la historia para darse cuenta de que el accionar popular ha estado en la base de los cambios políticos. Lo que ocurre ahora es que cada vez que el pueblo protagoniza con su propio pellejo los cambios que se necesitan, es porque las elites empresariales y los militares ya han recibido el visto bueno de Estados Unidos (y ahora de la Unión Europea) para movilizar a las masas, cuyos dirigentes han sido comprados por los financiamientos internacionales. Mientras ese visto bueno no llegue, ni el sector económicamente dominante ni el Ejército echarán a las masas a las calles para realizar un cambio político. Y el visto bueno no llega. Si llegara, los agitadores movilizarían a estudiantes, obreros, campesinos y sectores diversos de las capas medias urbanas, y los ladrones del Gobierno volarían como gorriones, como ocurrió con Serrano y los suyos. ¿Pero por qué no dan el visto bueno? En otros artículos he dicho que el partido en el poder ha hecho pactos con intereses globalizadores a los que les conviene que una casta de nuevos ricos corruptos controlen el Estado, quizá -entre otras cosas- porque si los viejos rico corruptos vuelven a tomar el poder, ciertas transnacionales tendrían más dificultad en entrar aquí, arrasando con las empresas locales sin siquiera negociar con la oligarquía las respectivas tajadas del pastel monopólico de las corporaciones transnacionales. Esta puede ser una (no la única) razón para que la comunidad internacional (que financia a moros y a cristianos para que se peleen entre sí) no otorgue el ansiado visto bueno para que aquí ocurra una revuelta "popular" y se opere un cambio "democrático". El pueblo no es capaz de gestión popular autónoma si sus dirigentes están comprados por los financiamientos internacionales (que mantienen a la sociedad civil dividida, dispersa y desorientada). Estos financiamientos han despojado a los líderes populares y a los intelectuales y periodistas, de la creatividad, la audacia y la valentía que son la base de la autonomía del pensamiento político y de la acción social. Con una dirigencia popular y una clase intelectual compradas, ¿cómo no van a necesitar las masas del visto bueno de los amos, tal y como lo necesitan la elite económica y los militares? Por eso es que aquí nadie reacciona y el Estado espía a todo el mundo. Por eso, la mafia cultural se está organizando para atacar en manada, como le corresponde. Ya verá el lector la sorpresa que se llevará al saber quiénes son los que se han dado por aludidos. En ciertos casos resulta increíble. |
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