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12 de septiembre del 2002 |
Cómo se salvaron las últimas palabras de Allende
Arnaldo Pérez Guerra
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"El 11 de septiembre estaba en Radio Magallanes. Siempre llegaba temprano pues tenía que hacer un comentario político a las 7.30. Ese día llegué temprano. Venía de la zona sur de Santiago y pasaba obligadamente por La Moneda para ir a la radio, que quedaba en Estado. La Moneda estaba cercada por militares. Uno no sabía si eran leales o golpistas, porque el 29 de junio hubo un intento de golpe que se conjuró, entre otras razones, gracias al general Prats. Llegué a la radio a leer la prensa para preparar el comentario. Eran las 7.20 más o menos, y llamó el Presidente a la Radio Magallanes. Un radio controlador, Amado Felipe, me pasó el llamado. Hablé con el Presidente y me contó que según sus antecedentes 'la Armada se había insurrectado'. Le pregunté si tenía informaciones sobre el Ejército. Entonces me dice: 'No. Justamente por eso llamo'. Medio enojado: 'Por eso llamo, quiero saber si ustedes tienen antecedentes'. Le dije que no teníamos mayores informaciones, salvo que La Moneda estaba cercada, pero no sabíamos si eran soldados leales o no. Me pide que Radio Magallanes organice La Voz de la Patria, una cadena de emisoras que apoyaban a Allende y se unían para determinados momentos. A través de ellas salía la voz del Presidente u otros actos importantes. Le digo al radio operador que la organice, que comience a llamar a las otras radios. Allende quería hablarle al país. Mientras se preparaba la cadena, llamé al Partido Comunista y conté la conversación. Me dijeron que hiciera el comentario pero que leyera la declaración completa del Partido que había salido el día anterior y que en El Siglo venía titulada 'Todos a sus puestos de combate'. Empecé el comentario diciendo algo así como: 'Chile vive momentos muy dramáticos, como lo comprobarán ustedes luego que en algunos instantes el Presidente de la República se dirija al país por La Voz de la Patria... y en relación a esto, el Partido Comunista ha sacado una declaración'. Y leí la declaración. Estaba prácticamente solo y empecé a llamar a compañeros de trabajo, diciéndoles que había un golpe en marcha. Llegaron algunos, otros no pudieron. Armamos un grupo que estuvo toda la mañana transmitiendo. Entrevistamos a Mireya Baltra, Gladys Marín, Víctor Díaz, al presidente de la CUT, Luis Figueroa, entre otros, de los que me acuerdo. Hay una casete grabada por ahí, incluso". "Ahí comenzó la historia" "Después, Allende volvió a hablar, por segunda vez. A nosotros nos llamaban, nos amenazaban con que nos iban a silenciar. Nosotros decíamos: 'Radio Magallanes transmitirá hasta el final'… qué se yo. Todo era muy nervioso para nosotros. Teníamos la idea de que nos allanarían y que nos matarían. Así estaba el clima. Cerca de La Moneda, escuchábamos los bombardeos, los vuelos rasantes, todo. Seguimos en eso hasta que, finalmente, nos silenciaron. Antes, nos interfirieron. Logramos transmitir las últimas palabras de Allende. Nos mantuvimos al aire. Los golpistas bombardearon las plantas transmisoras y no sé por qué nosotros quedamos para el final. Otros dicen que se equivocaron y creyendo haber bombardeado la nuestra, bombardearon otras. Ocurrió que fuimos la última radio en permanecer al aire. Eso nos permitió transmitir el último discurso, con Radio Magallanes interferida, técnicamente muy descompuesta. Por eso la calidad de la grabación no es muy buena, pero así salíamos al aire en ese momento. Allende dijo sus últimas palabras y estuvimos un ratito más al aire, bombardearon la planta transmisora y se acabó... Intentamos salir con equipos propios, era imposible. Materialmente, era imposible transmitir. Bueno, ahí comenzó la historia. Teníamos una grabadora japonesa Toshiba, blanca, con radio incorporada. Entonces, en la cosa periodística, cuando Allende va a hablar, yo digo: 'esto hay que grabarlo'. Evidentemente, el radio operador con toda certeza lo iba a grabar, suponía yo, pero como había tanto nerviosismo, desorden, opté por lo más sano y grabé una casete. Una vez grabado lo rescaté pensando en entregarlo a alguien. No sabíamos qué nos ocurriría pero, por lo menos, teníamos un documento político importante y, además, que es como nuestro rol: uno es periodista en todas. Nos reunimos, pensando 'qué hacemos'. Algunos decidieron quedarse arriba, en oficinas de amigos. Otro compañero y yo nos fuimos. Todo era muy nervioso, te insisto. Sin decirle a nadie de la grabación, decidí irme con el radio controlador Federico Godoy, arriesgándonos porque la ciudad estaba rodeada, cercada, con disparos para allá y para acá. La radio estaba en Galería Imperio, había rejas y salimos por San Antonio. Saltamos la reja, no sé cómo… tenía menos edad. Nos fuimos agazapados, por los muros, mirando si venían milicos, pacos. Llegamos al paso bajo nivel del cerro Santa Lucía, apegados a los muros. Nos habíamos ido por el frente del Municipal hacia el cerro. No había vehículos, nada, sólo balaceras. Partimos a la casa de Federico Godoy, en Santa Isabel con Portugal, por ahí. Había toque de queda y yo andaba con el casete, sin decirle a nadie, porque se podían poner más nerviosos. Yo también estaba nervioso. En un momento dije 'me voy'. Sentía que tenía que entregar el casete. 'Cómo te vas a ir, estás loco. Hay toque de queda', me dijeron. 'No, igual me voy'. Y me fui a pie, caminando desde Santa Isabel hasta Antofagasta con Bascuñán. Y tuve suerte. Esa era la razón de irme: sabía que tenía que entregar ese material. Y eso fue lo que hice". "Soy Jorge, el invitado..." "Después empezó el drama de tantos: la persecución. Mi cuñado era José Weibel, subsecretario general de las Juventudes Comunistas. Está desaparecido. Lo buscaban por el barrio a él, a mi hermana, a mí. A mis padres los allanaron y detuvieron a mi hermano. Viví en el entretecho de una fábrica de blue jeans. Ahí escribía y escuchaba Radio Moscú. Un compañero retiraba los textos para editarlos en Unidad Antifascista, una publicación pequeña, modesta, que nació casi el mismo día del golpe. Estuve en eso mucho tiempo, hasta que una compañera del Partido me fue a buscar. Pensé que me iba a cambiar de casa, pero me llevó a un recinto diplomático. La verdad es que yo no sabía. En calle Alcántara había una casa que fue escuela para los hijos de los funcionarios diplomáticos de la RDA. La compañera me instruyó que no llevara documentos, sólo dinero para un taxi. Si nos detenían, yo debía decir 'muchas gracias por haberme llevado', y tratar de huir. El dinero era para devolverme en un taxi. No ocurrió. Llegamos y me dijo que tocara el timbre, que 'la reja iba a estar abierta' y que me abrirían; que dijera 'buenas tardes, soy Jorge, estoy invitado a almorzar'... Fui y la reja estaba cerrada. Había fallado por segundos. Me dice que insista. Voy y entro, la reja estaba abierta, toco el timbre y digo lo que tenía que decir. Un funcionario me dice 'bienvenido a la República Democrática Alemana'. Ahí supe que estaba asilado. Salí de Chile en 1974. Llegué a la RDA y permanecí allí un tiempo. En Berlín nos reunimos con el compañero Volodia Teitelboim, encargado exterior del Partido. Había varios chilenos trabajando en Radio Berlín. Me pidieron que me quedara ahí, pero dije 'eso lo decide el Partido'. Otros, estaban en las radios Moscú y La Habana. En Radio Praga querían que un periodista chileno trabajara para aportar a la solidaridad con Chile. En la reunión se resolvió que me fuera a Praga, donde trabajé en las emisiones para el exterior de la radio difusión checoeslovaca como comentarista, redactor, locutor. Hice de todo...". Wladimir Salamanca: La resistencia de La Legua "La idea de esta conversación con El Siglo es contar en forma muy general los acontecimientos del 11 de septiembre en la población Nueva La Legua. Digo Nueva La Legua porque, en términos rigurosos, hay dos poblaciones: La Legua vieja, fundada en 1927 por obreros cesantes de las salitreras, y la Nueva La Legua, una toma de terrenos de pobladores del sector de Zañartu en 1946. Lo sucedido tiene que ver con el desarrollo histórico y el compromiso de los pobladores en torno al proyecto que encarna Salvador Allende a partir de 1952 y que culmina con el triunfo popular de 1970. Toda esa generación, que fueron jóvenes cuando se inició la población y al correr de los años formaron sus familias, apostaba por un proyecto de sociedad. En los primeros momentos, la población se organiza para defender el gobierno, lo que había ocurrido de alguna forma durante el 'tanquetazo' de julio de 1973 y en 1969, cuando el general Viaux intentó una asonada golpista contra Frei. Las primeras noticias se conocen a través de la radio. Hay desconcierto, un poco de desazón, pero se sabía que la única forma de defender lo conquistado era la organización. Hasta las 8 de la mañana, cuando la gente intentó ir a estudiar o trabajar, la situación era normal. Alrededor del medio día, ya consumado el bombardeo a La Moneda y cuando llega la noticia de que al parecer Allende había muerto, la gente decide resistir y ojalá lograr alguna conexión con otros sectores de la comuna, básicamente el Cordón Vicuña Mackenna". "Fue la primera batalla victoriosa" "Las organizaciones sociales y políticas se habían organizado, básicamente, para cerrar la población, colocar barricadas de piedras o árboles, juntar agua y comida; pero no había elementos armados o material bélico, sólo el ánimo y la disposición para ello. Alrededor de la 13 horas, aparecen civiles armados. La primero fue pensar que eran fascistas que habían bajado a las poblaciones para ajusticiar a dirigentes de partidos políticos o de organizaciones sociales. Con mucha alegría, se comprobó que eran trabajadores de INDUMET, acompañados por dos militantes de las Juventudes Comunistas. En las siguientes horas, lograron llegar otros obreros del sector, de SUMAR, y algunos compañeros del GAP que venían de Tomás Moro. Rápidamente se organizó un pequeño Comité de Defensa y se empezó a ver la forma de conectarse con la industria MADECO. Al cabo de unas dos horas, la población estaba controlada. No había presencia militar ni de Carabineros. En forma fortuita, una camioneta de compañeros que se dirigía hacia Santa Rosa, buscando contactar a trabajadores de MADEMSA y MADECO, se encontró con una patrulla de Carabineros: un bus y algunas tanquetas. Allí se inició el combate armado que duró, más o menos, desde las 2 de la tarde hasta el oscurecer, en las calles principales: Comandante Riesle, Toro y Zambrano, Alvarez de Toledo. Al cabo de la tarde, nuestros compañeros logran repeler la embestida de Carabineros. Fue la primera batalla victoriosa. Ya de noche -no había luz-, comenzó a llegar gente de otros lugares y compañeros de otros partidos para organizar la resistencia. Al día siguiente no hubo enfrentamientos de esa magnitud. El enfrentamiento importante fue el mismo martes 11. Se infligieron varias bajas a las fuerzas militares y de Carabineros. En la población civil que no participaba de los enfrentamientos directos, hubo bajas porque la lógica de los golpistas fue que todo lo que se movía era blanco de guerra: perros, caballos, vehículos; y, sobre todo, disparaban a las casas. Ese día hubo varios pobladores heridos y muertos, no así entre los compañeros que forman el grupo que resistió. Solamente un dirigente sindical de SUMAR-Nylon, murió en el enfrentamiento". "Defender los sueños" "El control del sector después del combate del 11, es normal. La población acoge a los combatientes, se pernocta en algunas casas, se les da comida, ropas. Las personas a cargo de la organización deciden quedarse en La Legua y recibir más información, además de buscar la forma de comunicarse con otros lugares. El problema más grave era la comunicación. No se sabía qué pasaba, había muchos rumores. Algo estaba claro: había que organizarse, consolidar el sector y salir a otros. Todo eso se hacía en relación con los trabajadores de Vicuña Mackenna y las industrias importantes del sector: MADEMSA y MADECO. Los otros días fueron tensos, pero pacíficos. Las fuerzas militares intentaron entrar pero de forma muy tibia, sólo para ver cómo estaba el ambiente, si los pobladores estaban preparados. El viernes y sábado hubo patrullajes de helicópteros, aviones de la FACH, en vuelos rasantes. El domingo 16, en la madrugada, La Legua es copada en un allanamiento masivo. La mayoría de quienes habían participado en la resistencia lograron, la noche del sábado, evadir el cerco. Por lo tanto, cuando llegan las fuerzas militares, básicamente la Fuerza Aérea, se llevaron detenidos a gran cantidad de vecinos, la mayoría de los hombres y adolescentes, al sector del Hospital Trudeau y después a El Bosque y Estadio Nacional. Muchos fueron trasladados de allí a Chacabuco y Puchuncaví. El grueso de los compañeros que organizaron a la población, que durante la mañana esperaron la información o algún tipo de defensa y resistieron el golpe, eran militantes del Comité Local Galo González de las Juventudes Comunistas. Se hizo algo muy elemental: contar cuánta gente había para combatir, la cantidad de armas, los implementos de salud, algún chequeo de las casas con segundo piso de la época, las que tenían teléfono, etc., y sobre todo buscar información y tratar, en lo posible, que esto fuera victorioso y no tuviera costos para los vecinos. Se sabía que si no se salía victorioso, la represión y el desquite de la dictadura sería contra los pobladores que se quedarían en el sector. En eso se tuvo mucha prudencia y cuidado. Fue un enfrentamiento y una organización espontánea. La gente estaba convencida que ningún otro gobierno les iba a garantizar sus sueños, que venían caminando desde la primera campaña de Allende". |
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