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La insignia
7 de septiembre del 2002


Aumentan las muertes violentas de indocumentados
en la frontera sur de México


Libertad Hernández
Ciberoamérica. México, septiembre del 2002.



En el último año se ha recrudecido la violencia en la frontera entre México y Guatemala. La Casa del Migrante, con sede en Tapachula, Chiapas, denuncia que en este período 111 indocumentados centroamericanos han muerto en su intento por viajar hacia el norte del país y cruzar la frontera con Estados Unidos. Los asesinatos perpetrados por bandas criminales que asaltan y extorsionan a los migrantes, así como los accidentes en las sinuosas rutas que buscan estas personas para evadir los controles de las fuerzas policiales y militares de México, son las principales causas de los decesos.

Desde el sexenio de Ernesto Zedillo (1994-2000) este país estableció una política de sellamiento de la frontera con el propósito de combatir el tráfico de drogas y otros delitos del crimen transnacional organizado, pero el flujo de estupefacientes no ha disminuido, a decir de los expertos, y en cambio han aumentado los riesgos para los migrantes, quienes ! enfrentan una situación similar a la que encaran los mexicanos indocumentados que intentan cruzar la frontera hacia Estados Unidos.

El sellamiento fronterizo en el sur de México frena el flujo de migrantes hacia el vecino del norte, pero no resuelve el problema de fondo. La falta de desarrollo en la región obliga a la población a arriesgar la vida en busca de otras posibilidades de subsistencia. En un reportaje sobre la situación en la zona, el diario La Opinión de Los Ángeles, cita a Walter Arteaga, representante del la Casa del Migrante quien denuncia que más del 90 por ciento de las tragedias ocurridas desde septiembre del año pasado se produjeron de manera violenta.

Arteaga no descartó que la cifra real podría ser mucho mayor, si se toma en cuenta que la Casa del Migrante, vinculada a la Iglesia católica, sólo tiene documentados algunos casos. La llamada de atención hacia la violencia contra los indocumentados tuvo lugar esta semana, en el marco de las jornadas dedicadas a la solidaridad con los migrantes del mundo.

El pasado fin de semana, cientos de personas de ambos lados de la frontera participaron en una serie de marchas en Tecún Uman, del lado de Guatemala, como de Hidalgo, en el lado mexicano, para exigir a las autoridades el más elemental respeto a la integridad de los hombres y mujeres que se ven obligados a abandonar sus países de origen para buscar una mejor vida en el extranjero. La zona entre esas dos ciudades es el principal paso de cientos de miles de centro y sudamericanos sin documentos.

En su viaje, estos migrantes tienen que eludir a las diversas corporaciones migratorias, policiacas y militares de México, así como a bandas de pandilleros, ladrones y violadores que merodean por la región de la frontera sur, entre las que la Mara Salvatrucha sobresale por su crueldad y virulencia.

Walter Arteaga dijo a La Opinión que como consecuencia de estos obstáculos, además de las muertes también hay indocumentados desaparecidos, heridos, robados o víctimas de violación. "Durante el recorrido por las calles de las dos ciudades vecinas, decenas de migrantes expusieron en detalles los numerosos abusos que padecen a lo largo de su travesía por el extenso territorio mexicano, desde la frontera de Guatemala hasta la de Estados Unidos".

"Encabezados por los presbíteros Ademar Barilli y Héctor Palos, directivos de la Casa del Migrante, hombres y mujeres de todas edades y nacionalidades enumeraron sobornos, chantajes, robos, violaciones, golpizas o detenciones arbitrarias que sufren a manos de cuanto servidor público del gobierno de México los intercepta. Con la misma pena y enojo, se refirieron a los grupos de delincuentes que, en una práctica de todos los días, los sorprenden en el sinuoso trayecto para despojarlos del poco dinero que traen, golpearlos e inclusive asaltar sexualmente a las mujeres", refiere el diario angelino.

En las marchas del fin de semana, por "el derecho al trabajo y a una vida digna y sin violencia", los manifestantes pidieron al gobierno mexicano dejar de imponer duras operaciones de vigilancia en la frontera, ejercer algún control sobre los abusos de las corporaciones policiacas y migratorias, así como respeto a la integridad de los migrantes que van de p! aso en su camino a Estados Unidos.

También pidieron que se tomen las medidas necesarias para acabar con las bandas delictivas. En la marcha, los agraviados portaban mantas y cartelones con denuncias de las vejaciones que sufren permanentemente.

En la ciudad de Tapachula, organizaciones locales como Integración Fundación Humana y el Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova condenaron, mediante desplegados por separado, los abusos que se perpetran en territorio mexicano, una de las regiones aparentemente más vigiladas del país.



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