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20 de septiembre del 2002 |
anulan el sentido de lo verosímil»
Ericka Montaño Garfias
Hace 39 años, Rodrigo Fresán nació muerto. Con esa muerte clínica y renacimiento surgió su vocación por la literatura y ahora presenta su nueva novela Mantra, publicada por Grijalbo Mondadori en la colección Año 0, en la que el personaje principal es la ciudad de México con todos los clichés que un extranjero puede utilizar para referirse a esta urbe y, en general, a lo mexicano: lucha libre, telenovelas, amor patrio o esas viejas canciones de dolor amoroso.
Sin embargo, todas esas frases hechas convertidas en temas de la novela tienen una razón de ser. Fresán (Buenos Aires, 1963) explica: ''Eso es lo que me interesaba. No pretendía que el libro estuviera narrado por un mexicano, porque me habría obligado a una cantidad de trabajo extra; habría incurrido en millones de errores seguramente. Quería preservar esa visión extranjera sobre esta ciudad. Los tres narradores de Mantra son una especie de extranjeros extremos: uno es un tumor, otro es un robot y el otro es un muerto, que me parecían las formas más bestiales del ser extranjero". Antes de que la editorial le encargara un texto sobre la ciudad de México, señala, nunca se le habría ocurrido escogerla para una novela, pero ''lo bueno de elegir México, o que te elija, implica un abanico de posibilidades casi infinito, porque cualquier cosa puede ocurrir aquí", es una metrópoli y un país en el que ''está anulado el sentido de lo verosímil". No obstante, su calidad de extranjero no representó problemas al momento de escribir la historia de Martín Mantra. El único obstáculo, quizá, fue la pérdida de la computadora en la que estaba contando esa vida extraña y empezar de cero. Lo cierto es que ''es un libro del que no tengo un recuerdo problemático o sufrido, pero tampoco lo tengo de ninguno de mis libros. Los autores que sufren al escribir me dan un poco de asco. Mejor que se dediquen a otra cosa". La nacionalidad no es un valor agregado Su compromiso, agrega el también periodista, ''es con la literatura, no con un país. La verdad es que nací argentino y espero morir escritor. No me siento escritor argentino o argentino escritor, del mismo modo que para mí Tolstoi no es un escritor ruso, es un escritor. No creo que la nacionalidad sea un valor agregado", más todavía cuando recuerda que su familia, por cuestiones políticas, tuvo que abandonar Argentina en los años 70 y ''eso genera anticuerpos y cierto desapego. Mi verdadera patria es mi biblioteca, la que de vez en cuando meto en cajas y me la llevo a otro lado". Por ello Rodrigo Fresán, autor de La velocidad de las cosas y Esperanto, también se siente extranjero en Argentina, país que enfrenta una de las peores crisis económicas en su historia. Al respecto, manifiesta: ''Tengo 39 años y mi país desde que tengo memoria se está cayendo. La caída tiene ahora estos ribetes novedosos, porque no creo que nunca se toca fondo a la hora de la caída, siempre te puedes caer un poco más abajo. Yo duermo muy tranquilo porque en nada he contribuido con la situación presente, no tengo ninguna cosa escondida bajo la alfombra y tampoco me interesa cumplir esa especie de figura o de ese personaje que es el escritor argentino haciendo de argentino profesional, demagogo, diciendo cosas por el mundo". La situación de Argentina es como una novela policial mal escrita, explica Fresán, pues ''apenas empieza y ya sabes quién es el asesino. Como escritor me ofende lo mal escrita que está y lo previsible que es". |
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