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La insignia
22 de octubre del 2002


¿El hidrógeno, energía del futuro?


Jean-Marc Jancovici
La Insignia. Bélgica, octubre del 2002.

Introducción: José F. Cornejo
Traducción: Bruno Kervyn


El 23 de septiembre, el diario francés Le Monde publicó un artículo de Jeremy Rifkins, director de la Foundation on Economic Trends, sobre el hidrógeno como la energía del futuro. Este mismo artículo fue publicado días después por los diarios El País de Madrid y The Guardian de Londres. Rifkins defiende la tesis que el hidrógeno es "el combustible eterno del futuro", una fuente de energía que no produce emisiones tóxicas sino solamente vapor de agua. Presentaba, además, a la Unión Europea comprometida con una estrategia de salida de los combustibles fósiles, es decir, una evolución de abandono progresivo y voluntario de estas energías ( carbón, gas y petróleo) para reemplazarlas por fuentes de energías alternativas. Las ideas de Rifkin son muy atractivas y seductoras, hasta el punto de que corrientes militantes de izquierda se han dejado encantar por sus ideas (1), sin percatarse que éstas formaban parte de una campaña publicitaria de General Motors, en la promoción de su nuevo vehículo Hy-Wire que funciona a partir del hidrógeno y que la multinacional estadounidense presentó en el salón del automóvil, en París, el 26 de septiembre.


[N. de R.] Jean-Marc Jancovici, ingeniero francés experto en problemas de cambio climático y autor de "L'avenir climatique" (2) envió una carta aclaratoria sobre el artículo de Rifkins que el diario Le Monde publicó el 27 de septiembre. Considerando sumamente importantes los argumentos aportados por J-M Jancovici, reproducimos a continuación una versión en español de su misiva y aprovechamos la ocasión para darle las gracias por la autorización de su publicación exclusiva para La Insignia.


El hidrógeno, una energía contaminadora
(Carta de Jean-Marc Jancovici)

El señor Rifkin es un hombre cuyo optimismo es bienvenido, pues hablar del porvenir energético climático sin el menor pensamiento sombrío es un ejercicio que sólo el presidente del IEA (Instituto Europeo de la Energía) logra hacer. Su dinamismo y su «energía» son refrescantes.

Sin embargo, ni su optimismo -ni el mío que también puede ser muy grande- podrán cambiar el mundo tal como es. Si el hidrógeno es muy abundante en el universo, nuestro planeta es una excepción: no existe en la tierra hidrógeno en estado natural, y recuperarlo del Sol plantearía algunos problemas prácticos.

Para utilizar hidrógeno en la tierra, es indispensable producir este gas «limpio» a partir de otra cosa (que muy bien puede ser algo nada limpio), lo que reduce el hidrógeno a un vector energético común y corriente como la electricidad. Las evaluaciones hechas hasta la fecha (pueden informarse en el Instituto Francés de Petróleo o en la Asociación Francesa del Hidrógeno) indican que si este hidrógeno se produce a partir de gas natural por cracking, como es actualmente el caso, las emisiones de CO2 provocadas por este procedimiento hacen que la solución sea peor para el clima que la combustión directa de la gasolina en un coche.

Si este hidrógeno se produce por electrolisis, las emisiones de CO2 son aquellas de la electricidad que, entonces, sólo puede ser hidráulica, eólica, solar o nuclear para no emitir gases de efecto invernadero. Tomemos el caso de la energía eólica: «hidrogeneizar» todos los coches franceses implicaría la construcción de casi un millón de motores de viento para producir 600 TWh [ ver (3) y (4)], y esto sin contabilizar la energía -ciertamente no nula- indispensable para transportarla y almacenarla (la simple compresión a 300 barias ya consume el 20% del hidrógeno producido; la licuofacción consume el 50%).

Cálculos similares muestran que la energía solar es también totalmente insuficiente para mantener el nivel actual de movilidad del parque automovilístico francés. Quedan, pues, la hidroelectricidad -que requeriría multiplicar las represas por 10 o 15- o la energía nuclear, si se duplica el número de centrales.

De manera general, algunos cálculos de orden de magnitud muestran que es rigurosamente imposible conservar nuestro modo de vida actual únicamente a partir de energías renovables, aunque éstas fueran convertidas en hidrógeno por diversas razones (5)

Finalmente, cuando J. Rifkin indica que Europa empezó su combate -encabezado por la British Petroleum y Schell- por salir de la energía fósil, creo que es exageradamente optimista. La única salida anunciada, hasta donde yo sé, es la nuclear en Alemania y en Bélgica, lo que tiende a complicar más todavía la cuestión de la lucha contra el cambio climático. La Comisaria de Transporte de la Unión Europea estima que la dependencia de la UE con respecto a los combustibles fósiles pasará del 50% actual al 70% en 20 años. ¿Se puede soñar una mejor «salida» que ésta?

Bien intencionado, pero ignorante de los ordenes de magnitud, J. Rifkin nos presta un pésimo servicio y sobre todo provoca falsas esperanzas.


Notas

(1) J. Rifkin. "Los albores de la economía del hidrógeno". 2 de octubre en :www.eurosur.org/rebelión/ecología/hidrogeno021002.htm
(2) Jean-Marc Jancovici L'Avenir climatique, Ed. du Seuil, Paris, 2002.
(3) http://www.manicore.com/documentation/eolien.htlm
(4) http://www.manicore.com/documentation/renouvelables.htlm
(5) http://www.manicore.com/documentation/renouvelables.htlm



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