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12 de noviembre del 2002 |
Si pierde, gana; si gana, pierde
Marcos Winocur
Mi querida tía Eutanasia, hay que reconocerlo, era una
persona negativa. Apartada de todos, su vida giraba en
torno al juego de la lotería. Pero no aceptaba correr
los riesgos propios del azar. Entonces ideó no comprar
billetes pero anotar el número. A ése, le jugaba a
perder. Tía Eutanasia, después del sorteo, consultaba
con ansiedad la lista de premios, muy contenta de no
haberse sacado ninguno. ¡Hoy me gané los tantos y
tantos pesos que he jugado a no ganar! -exclamó una y
otra vez.
En pocas palabras, al perder, ganaba; al ganar, perdía. Pero la suerte acabó jugándole la mala pasada que era de temer: el número elegido ¡resultó con el premio mayor! Fue con cianuro el -¡ay!- último acto negativo de mi querida tía Eutanasia. |
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