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7 de noviembre del 2002 |
Marcos Winocur
¿Dios está al comienzo o al final está Dios? Dios está
al comienzo y está al final de cuanto ocurrírseles
pudiera, por ejemplo: de la frase anterior, de esta
otra que el lector recorre con sus ojos, y al final de
este primer párrafo, también está Dios.
Dios, en consecuencia, está al comienzo del universo y al final del universo, y al comienzo y al final de este segundo párrafo, también está Dios. ¿Dios, dices? ¿Por qué, eh, por qué? Te lo diré: porque Dios está no sólo al comienzo y al final de las frases y de los párrafos, incluido este tercero, sino al comienzo del escrito, universo que engloba frases y párrafos, y -sigue leyendo- al final del escrito también está Dios. ¿Dios? ¿Al comienzo y al final de todo está Dios? Dios, sí, Dios. Pero, cállate, si sigues hablando la vas a arruinar. Más bien, termina el texto diciendo: claro que sí, al final de este universo de palabras y, en consecuencia, de todo otro universo, está Dios. |
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