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24 de mayo del 2002 |
España: Ponencia aprobada en la última asamblea de ARTE (I parte) ¿Quiénes son los piratas?
ARTE*. España, mayo del 2002.
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Publicamos la primera parte de la ponencia aprobada en la última Asamblea de ARTE (Asociación de Representantes Técnicos del Espectáculo), en la que se ofrece otra visión sobre las causas y las posibles soluciones para atajar la piratería musical.
Mucho se está hablando en los últimos tiempos de la música por encima de lo estrictamente musical. Internet, la piratería, los derechos de autor, Operación Triunfo..., suelen aparecer en otras secciones de los periódicos que no son precisamente las musicales.
Siempre suelen ser noticias e informaciones alarmistas: sobre sentencias judiciales, redadas policiales, pleitos, denuncias y peleas y sobre la poca lucidez y visión de los dirigentes de la música más convencional. El talento artístico y el creativo están pasando a un segundo o tercer grado dentro de la escala de interés musical. Todo esto tiene mucho que ver con la concentración musical, y con la incorporación de los principales medios de comunicación al negocio musical, pero también tiene está relacionado con la situación política y económica nacional e internacional. La industria discográfica Durante todo el año 2001 se nos ha estado hablando, desde los medios de comunicación más importantes, sobre la crisis de la industria discográfica que siempre se ha estado achacando a la piratería o a los acontecimientos ocurridos el 11 de septiembre, pero nunca se hace mención a la parte de culpabilidad que tienen los máximos directivos y responsables de la industria musical. Cuando se habla de industria discográfica, normalmente se están refiriendo a las cinco grandes empresas multinacionales del sector, es decir: Sony, Universal, Warner-DRO, BMG y EMI-VIRGIN. Según datos de la SGAE en nuestro país existen aproximadamente 1.000 sellos discográficos. Las cinco grandes compañías internacionales acapararon la facturación con un 73,2% del mercado; concentración económica no sólo en nuestro mercado, ya que esas mismas compañías en 1998 representaban el 76% de todos los discos legales que se vendían en el mundo. La concentración musical se plantea a escala planetaria sin presencia prácticamente de capital español, y solamente representado por capital europeo en el caso de BMG, sociedad alemana. El papel de la cuota de mercado de los sellos independientes es bastante escasa: en Alemania (3%), Países Bajos (8%), Australia (9%), Francia y Brasil (10% cada uno), Italia (12%), México y Estados Unidos (17% cada uno), Reino Unido y España (20% cada uno), Suecia (21%) y Japón (32%). Los datos anteriores evidencian que la industria musical está dirigida desde los grandes centros económicos del mundo y por tanto, sus grandes lanzamientos se producen en todo el mundo, dejando un papel muy secundario a las propuestas y desarrollo artístico propios. En nuestro país –donde el peso de los sellos independientes era de los más importantes, cerca del 20% del total, con lo cual siempre existían más posibilidades de grabación de artistas diferentes–, el porcentaje va cambiando gravemente con la entrada en el mercado discográfico de sectores económicos que nada tenían que ver con la industria musical; los grupos de comunicación Prisa, (El País, Canal+, Canal Satélite, Cadena Ser...), y Telefónica (Antena 3, Onda Cero, Vía Digital...) deciden a finales de los años noventa desembarcar en el negocio musical, no solamente en el discográfico, como ya antes habían hecho en otras industrias culturales (cine, literatura...). El pez grande se come al chico Para lograr sus objetivos han ido comprando sellos y distribuidoras para poder tener una cuota de negocio inicial. Una vez transcurrido cierto tiempo desde el inicio de sus políticas de absorción de sellos independientes, se puede observar que la mayoría de los artistas que pertenecían a esos pequeños sellos les han dejado de interesar y sólo promocionan a los artistas con más nombre, los que más discos venden de los catálogos de los sellos absorbidos, ignorando totalmente al resto de los artistas más minoritarios de esos mismos catálogos, sin importarles lo más mínimo el daño profesional y personal que hacen con esta política a estos artistas. Es a partir de que estos dos grandes grupos de comunicación entran en la industria musical, cuando se empieza a hablar de todo lo referente a la música desde otras páginas de noticias, especialmente en las secciones de economía de los medios que controlan, que en las propiamente culturales o de espectáculos, como era lo habitual. A pesar de todo lo que se ha dicho y escrito sobre la crisis discográfica –"los datos de ventas de la industria discográfica española durante el año 2001 apuntan un alza del 4,1% de la facturación, en comparación con la del año 2000"–, cuando en los medios se apuntaba a una reducción cercana al 40% referente al año 2000. Uno los grandes "argumentos" que se han manejado para demostrar la crisis, han sido los trágicos sucesos del pasado 11 de septiembre. Se ha enfatizado que en Estados Unidos las ventas disminuyeron un 4,9% la semana de los atentados, pero se ha silenciado que la semana anterior a los mismos, las ventas diminuyeron un 12% con respecto al mismo período del año anterior. No obstante la semana siguiente se vendieron más de 18 millones de discos con respecto a la semana de los atentados. La industria, contando con la complicidad de los medios de comunicación, ha intentado manipular con unos hechos tan trágicos para su propio beneficio económico. La crisis discográfica es importante por múltiples motivos, la mayoría por los comportamientos de sus propios directivos. Desde ARTE apoyamos cualquier reflexión en este sentido y animamos a reforzar una industria musical independiente propia, que genere nuevos valores, renueve periódicamente nuestro panorama artístico y garantice la diversidad musical, tanto desde el punto de vista artístico y cultural, como también de los consumidores que tienen derecho a recibir un mayor número de propuestas y no sólo aquellas que interesen a los grandes monopolios, y que exclusivamente buscan la rentabilidad económica. Su presencia en la música sólo se debe a su interés por aumentar sus beneficios financieros y, para conseguir sus objetivos, no tienen ningún escrúpulo en expoliar nuestra propia industria musical, llevando al abandono de artistas, a la desaparición de muchos puestos de trabajo, limitando drásticamente la oferta para los consumidores y fomentando la quiebra de los valores democráticos al restringir la pluralidad. La piratería Somos conscientes del daño que produce la misma, pero hasta ahora sólo se ha planteado el tema en términos exclusivamente económicos. Otra vez la industria vuelve a tergiversar a la opinión pública. En la presentación de la Mesa Antipiratería se enfatizó que ésta había producido unas pérdidas de 130.000.000 millones de pesetas en el año 2001, cuando lo lógico sería haber dicho que presuntamente se habría dejado de ingresar esta cantidad, hecho que no es ni mucho menos lo mismo. La piratería no perjudica tanto a la gran industria discográfica, al menos de la manera tan alarmante como se nos dice. Los datos reflejan que a pesar del 11 de septiembre, que ha profundizado la desaceleración económica que había empezado con bastante anterioridad a esa fecha, y del aumento alarmante de la piratería callejera, la facturación ha crecido. Cuando decimos que la piratería no afecta tan gravemente a la gran industria, es porque parte de lo que dejan de recibir por la misma lo ingresan por otros conceptos. Las grandes máquinas de reproducción de CD son de las mismas discográficas (Phillips, Sony...) y que muchas de ellas son también las que fabrican los CD’s vírgenes. Así que las grandes compañías siguen ingresando por todos los lados. La piratería a quien realmente está afectando es al comercio clásico (pequeño, grande y mediano), ya que puede suponer el despido de trabajadores y el cierre de tiendas. Estos trabajadores siempre son ignorados y serán los primeros despedidos con la excusa de la crisis. Esta última es la excusa que los directivos artísticos de las compañías han encontrado para blindar las mismas a los artistas más innovadores, críticos e independientes. Y a los que llegan a fichar, hacerlo con contratos y condiciones que en otras épocas serían impensables. Estas realidades que van ocurriendo día a día, se están silenciando habitualmente como parte de la manipulación existente. Cuando se está hablando de la piratería, sólo se plantea en términos económicos, olvidándose totalmente de los humanos. Los que están haciendo más evidencia en la misma, son los últimos grandes llegados a la industria y que tienen, por su tardanza en incorporarse al negocio musical, todas las limitaciones para cubrir los ingresos no conseguidos por la venta ilegal con la venta de otros soportes (máquinas grabadoras, CD vírgenes...). Subida de precios La piratería hay que combatirla de manera positiva. La industria siempre ha estado de espaldas a los consumidores: implantó los CD obligando al público y al comercio a olvidarse de los vinilos. El CD mucho más barato que el LP se encareció, y esta subida tampoco favoreció a los autores o a los intérpretes. Las discográficas aumentaron de manera muy importante sus ingresos y beneficios en perjuicio de artistas y del público. Han estado bajo sospecha por pactar los precios entre ellas. -"Las cinco mayores compañías discográficas del mundo, EMI, BMG, Warner Music, Sony y Universal, están siendo investigadas por la Comisión Europea por las fuertes sospechas de que pueden haber llegado a acuerdos ilegales para fijar los precios de los discos compactos y mantenerlos más altos de lo normal"-. Han contribuido a la desaparición de cientos de pequeños sellos. Ahora se empeñan en realizar campañas exclusivamente policiales contra una piratería que ha surgido por la utilización de los propios aparatos comercializados por ellos (reproductores y CD vírgenes). Es muy importante que la industria haga una reflexión sobre su papel, pero también debe hacerlo con planteamientos artísticos, no sólo económicos. Aunque somos conscientes de que son grandes empresas multinacionales y como tales sus objetivos son a nivel mundial, no se pueden olvidar de sus lanzamientos nacionales, muchos de esos artistas son representados por agentes de ARTE. Fenómenos como las ventas conseguidas por la Banda Sonora de la película Sobreviviré que no quiso editar ninguna de las grandes, o lo ocurrido con Operación Triunfo a las que todas las grandes dieron la espalda en un principio, deben hacer reflexionar a los AR’s y a los responsables artísticos de los sellos. La evolución musical que ocurre en la sociedad no es ni mucho menos pareja a lo que ocurre con la gran industria. Ésta siempre va a la cola de la industria independiente supliendo su falta de criterio y de talento con talonarios y fichajes millonarios. Es importante una renovación de los directores artísticos si queremos que nuestra música avance y tenga un papel importante en el concierto internacional. Pero somos pesimistas a este respecto, porque tal y como se está poniendo de manifiesto en los últimos tiempos, las grandes multinacionales van mermando poco a poco la capacidad de gestión de sus delegaciones nacionales. Ante esta realidad hay que apoyar y ayudar a desarrollar nuestra industria independiente, si no corremos el riesgo de que sólo unos pocos tengan la posibilidad de desarrollar sus carreras artísticas con continuidad. Es preciso que la industria se adapte a los nuevos tiempos, la piratería se debe vencer abaratando el precio de los CD. No es lógico su precio, sin tener presente los costos de producción tan diferentes entre unos artistas y otros. Hay que hacer una lista de precios más acorde con la realidad. Una manera de abaratar sería creando dos formatos de CD diferentes, uno más económico y con menos calidad en diseño, imagen y en la promoción, y otro con mejores contenidos. Como ya ocurre con la literatura, donde una buena cantidad de títulos tienen dos formatos diferentes: uno con tapa blanda, casi dos tercios más barato, que el de tapa dura. También hay que optimizar las producciones y las campañas de promoción. En un caso y otro se despilfarran grandes sumas de dinero, sin que beneficie ni al producto ni a la difusión, más bien sólo benefician a los gestores e intermediarios. No deja de llamar la atención que en todo el tema de la piratería nunca se ha consultado, ni por supuesto pedida la opinión de los consumidores, a través de las propias asociaciones que existen al respecto. Este olvido pone de manifiesto el poco interés, pese a lo que se diga, que la industria discográfica tiene con los mismos. (*) Asociación de Representantes Técnicos del Espectáculo. |
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