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La insignia
12 de mayo del 2002


¿Se extiende la mancha?


Rubén Moheno
La Jornada Semanal, suplemento de La Jornada. México, 12 de mayo.


En 1992 la operación "Manos limpias" reveló graves problemas de corrupción en la clase política italiana. Fortunas inexplicables, financiamientos ocultos a los partidos, y un enorme sistema de sobornos, que venían de tiempo atrás.

Los escándalos afectaron a las cabezas de los partidos Socialista y Demócrata Cristiano, y a multitud de diputados, senadores y viejos ministros. La clase política en el poder quedó acéfala y desautorizada ante la opinión pública.

Entonces apareció en escena Silvio Berlusconi, aliado a las agrupaciones Alianza Nacional y Liga del Norte, señaladas como fascistas y xenófobas. Gracias a una suerte de "hipnosis colectiva por medio de la televisión" (en palabras de Ignacio Ramonet), Berlusconi logró convertirse en presidente del consejo de Estado, de mayo a diciembre de 1994.

Sus propios manejos turbios lo sacaron del poder, pero empleó su inmensa fortuna para regresar a él en mayo de 2001. Dicha fortuna (primera en Italia) empezó gracias a la protección de la misma clase política desacreditada, y ahora se extiende a diversos sectores de la economía italiana; abarca el cine y la televisión: "Cuando se posee el poder económico y el poder mediático (señaló Ramonet), el poder político se adquiere casi automáticamente".

Con su partido, Forza Italia, Berlusconi dirige un gobierno que muchos consideran grotesco. La revista conservadora, The Economist, al recordar las acusaciones que plantea la justicia italiana contra Berlusconi, estimaba que un dirigente así no era "digno de gobernar a Italia", porque constituía "un peligro para la democracia", y una "amenaza para el Estado de Derecho".

Dario Fo señala que buena parte de la sociedad italiana asiste casi impasible a la degradación de su sistema político. Una excepción corre a cargo de los cineastas italianos, cuyo sindicato, debido a las graves afrentas, convocó a la unión de los trabajadores de la cultura.

Lino Micciche, respetado crítico y antiguo director del festival de Venecia, director de la escuela de cine de Roma (el famoso Centro Sperimentale de Roma), fue destituido intempestivamente para que ocupe su lugar un amigo de Berlusconi ajeno al cine. También fueron removidos los responsables del organismo que supervisa la intervención pública en el cine, Cinecitta Holding. Substituyeron a su presidente, Felice Laudadio (productor de Michelangelo Antonioni), por el ex director de una cadena televisiva del propio Berlusconi. Además, el presupuesto para la cultura bajó por vez primera en cinco años. Fellini había prefigurado un escenario semejante en Ginger y Fred, aunque no tan crudo debido a la gracia de su cine.

"Resistir", señalaron Gillo Pontecorvo, Bernardo Bertolucci, Francesco Rosi, Marco Bellocchio, Mario Monicelli y Ettore Scola, muy ilustres nombres del cine italiano y universal (el no ilustre Franco Zeffirelli se ubica en el bando opuesto).

Al recordar imágenes de bulldozers en Sicilia, destruyendo casas de asentamientos irregulares, Ettore Scola señaló: "Lo que es aún más grave que tener un gobierno Berlusconi, es no rebelarse contra esa situación. Cada día bajamos un paso más, pero en algún momento terminará la escalera."



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