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1 de marzo del 2002 |
El teatro peruano y su nueva generación de dramaturgos Cuentos de más allá
Carla Guimarães (*)
La noche era de verano y los cuatro llegaron vestidos de negro. Tenían un acento distinto, pero hablaban la misma lengua del público. Eran actores. En el palco parecían pequeños, pero se multiplicaban los personajes, de pronto eran muchos y el tablado estaba lleno de gente, lleno de historias. Cuentos que venían de más allá, desde el otro lado del Atlántico, pero hablaban a todos. Palabras quechuas como "calatita" o "poto" y otras jergas extrañaban con su juego de sonidos graciosos y casi tribales, dejando claro el origen de las historias: eran peruanas.
La Semana Peruana en Casa de América no sólo nos acercó a artistas ya reconocidos, como la cantante Susana Baca y la música negra que se hace usando cajones y quijadas de burro, sino también a la nueva dramaturgia peruana, representada por obras como Función Velorio de Aldo Miyashiro, El Día de la Luna de Eduardo Adrianzén y Los charcos sucios de la ciudad de Mariana de Althaus. La nueva generación Por la pequeña sala de butacas abarrotadas de espectadores, los cuatro actores hacían desfilar distintas escenas de un teatro que enseña la nueva identidad de una generación de jóvenes dramaturgos. "No recuerdo ningún momento de la historia cercana del Perú en que se haya gestado un grupo de tantas personas que, simultáneamente, escriban obras de manera tan continua y que claramente se proyecten a conformar, en un futuro cercano, el más importante momento de la dramaturgia nacional", dice Roberto Ángeles, director de la TUC (Escuela de Teatro de la Universidad Católica), en su presentación de la antología de Dramaturgia Peruana. Ahí están obras de algunos de los nombres de la nueva generación como Augusto Cabada, co-autor de una obra con el propio Ángeles, César de María, Jaime Nieto, Gonzalo Rodríguez, Eduardo Adrianzén, Santiago Roncagliolo, Celeste Viale, Mariana de Althaus, Aldo Miyashiro, Alfredo Bushby y Kike Planas. La nueva generación nace en contraposición al teatro de los 70 y 80, que privilegiaba la creación colectiva y relegaba el autor a un segundo plano. Según el propio Ángeles, factores como el surgimiento de cursos de dramaturgia en las escuelas y universidades, talleres de escritura dictados por nombres como Alonso Alegría y Alfonso Santistevan, concursos de escritura como "Hacia una dramaturgia joven" y "Solari Swayne" y la buena acogida de las obras por parte del público son esenciales para el nacimiento de este nuevo teatro. "Siento que hoy hay un interés creciente por las obras de jóvenes autores peruanos, pero montar una obra independiente es siempre complicado", dice Santiago Roncagliolo, joven autor que produjo su obra Tus amigos nunca te harían daño junto con el director Ricardo Morán, con gran éxito de publico y grandes reservas de la crítica. "Buena parte de las obras de mi generación hablan mucho de la clase media de Lima y de sus cuestiones cotidianas. El naturalismo y la burguesía han ido reemplazando a la creación colectiva y a la temática social. Quizás también por eso tenga éxito con el público, que es tradicionalmente de la clase media." Confirma Santiago, cuya obra retrata con humor ácido un circulo de amigos que habitan barrios limeños como Miraflores y San Isidro. La llegada a la madurez, la pérdida de la inocencia, la hora de tomar de decisiones, los amores y desamores, son temas que no sólo pertenecen a la obra de este autor sino a muchas de las obras de esta generación. "En los últimos años, también el cine o las artes plásticas de las principales galerías parecen dar la espalda al propio país y sus conflictos sociales más hondos, pero ese silencio también refleja mucho de esos conflictos". La producción A pesar de haber participado en muchos montajes durante su carrera, Norma Martínez, destacada actriz limeña, sólo ha actuado en una obra de dramaturgo peruano y, aún creyendo que la producción de obras viene aumentando, agrega: "hay poca teatralidad en la dramaturgia peruana. Las obras son buenas, pero podrían ser actuadas tanto en un escenario como en un plató de televisión". Norma también es una de las fundadoras de la productora teatral "Se Va El Tren" que, junto con el reconocido director Alberto Isola entre otros, estrenó obras como Hamlet, Marisol y Pinnochio. Según Norma, "no es nada fácil tener una productora de teatro en Lima, no logramos beneficios, pero cubrimos los costos, lo que ya es mucho." Muchos factores, entre ellos los modismos, interfieren para llenar una sala. "Aún hay poca tradición de teatro en Perú". Ya que no siempre el publico llena las salas, el teatro tiene que llenar las calles. Fue pensando así que el actor Gino Romero, junto con el destacado grupo de teatro Yuyachkani, creó y llevó a cabo una serie de pasacalles, auspiciado por la Municipalidad de Lima. "Quién va al teatro en el Perú es, prioritariamente, la clase media, pero el teatro tiene que llegar a todos. Es un arte relativamente barato y que proporciona un contacto más directo con su público." A contra corriente de las temáticas más frecuentes de la nueva generación de dramaturgos, el grupo Yuyachkani privilegia la creación colectiva y la temática social. En sus montajes, concebidos para grandes espacios y llenos de matices andinos y circenses, la expresión corporal es el núcleo de la actuación y la necesidad de llevar el teatro a la gente de las calles es esencial.
El intercambio con Iberoamérica Pero muchas otras temáticas llegan a Lima a través de la mirada de dramaturgos extranjeros. Obras como "Caballito del diablo", del escritor español Fermín Cabal, fue montada en Lima bajo la dirección de Jorge Castro, que recientemente ha estado en Madrid, en un encuentro de autores y directores de Iberoamérica. "En realidad el intercambio que se hace hoy por hoy no es grande, pero eventos como éste nos dan la oportunidad de conocer mejor como se presenta el teatro en los distintos países." La verdad es que el nivel de acercamiento de profesionales iberoamericanos se da por las obras estrenadas en distintos lugares, "estas sí con más facilidades para cruzar fronteras", cursos, charlas y encuentros de profesionales. El propio Fermín Cabal reconoce no comprender el éxito de su obra en Perú, ya que trata de un tema típico de la España de los ochenta, la heroína, una droga casi desconocida en la sociedad peruana. Quizás por que el teatro habla de emociones, y esto es universal, quizás porque los ciudadanos iberoamericanos tengan mucho en común. Para el dramaturgo peruano César de Maria, la principal característica del teatro en Perú es su fecunda inorganicidad. "Acá todo nace y como ya dijo un otro dramaturgo peruano - la vida exuberante nace entre las mismas piedras- La relación con los artistas de fuera es dependiente y casi servil, en lo ideológico, pero poco productiva en lo económico y cultural. El nuestro es un teatro que lo niega todo a la vez que lo afirma: afirmamos la raíz andina diluyéndola, con amor/odio, negándola. Afirmamos nuestra condición limeña de urbe cosmopolita, gigantesca, digna de Dickens, Koltes y Lowry, pero a la vez la despreciamos a la manera de Melville y Bryce Echenique. De esa contradicción todos esperan que nazca algo. A mí me basta con vivir la contradicción, ya nacida, antes de que se muera" Para él, la diferencia del teatro local para el iberoamericano es que el peruano es más pobre, "depende más de sus jóvenes -que tienen tiempo y ganas para persistir en tan mal negocio- y está tan desintegrado como las clases, la geografía, las razas y otros elementos que conforman al país." Las historias ausentes y presentes Es intrigante percibir que temas como Sendero Luminoso, el terrorismo y la violación de los derechos humanos que se produjeron entre los 80 y 90 no sean abundantes en la dramaturgia peruana. Según Roberto Ángeles: "Tal vez nos dio temor de hablar sobre ello en voz alta, en un contexto político en el cual muchos fueron detenidos y privados de su libertad por hablar o preocuparse por la dicha realidad y, finalmente, fueron acusados de apología o algo similar". No obstante podemos citar obras que tratan de este tema como "Pare" de Miguel Ángel Pimentel , "Entre dos luces" de César Bravo y "Contacto" del propio Ángeles en coautoría con Ricardo Velásquez. La temática más fuerte de la nueva dramaturgia peruana está en la descripción de jóvenes que están un momento decisivo de sus vidas, momento de toma de decisiones. Se trata de gente en búsqueda del amor, que ve pocas posibilidades en el futuro, que desea migrar, una juventud que busca su identidad. Quizás como el propio país que, después de salir de una escandalosa y corrupta dictadura, intenta seguir adelante, pero sin mucha confianza en el futuro. Un país que de una cierta manera también busca su propia identidad. Pero un Perú que ya transmite esta inquietud, con fuerza y calidad, en su teatro. Eso lo puede confirmar el publico que asistió a la presentación peruana en Madrid, en aquella noche de verano. Gente que sintió frescor y vida en el palco hasta cuando los muchos personajes volvieron a ser cuatro actores, finalizando la ultima obra. El escenario volvió a ser grande, pero el público ya lo miraba de pie. Y los cuatro de negro bajaron, quedándose en la primera escalera del escenario, curvándose y sonriendo, había llegado el momento más gratificante para quien hace teatro: el aplauso. (*) Carla Guimarães es escritora, guionista y dramaturga brasileña. |
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