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28 de julio del 2002 |
Los 80 de Carilda Oliver Labra
Tomás Santiesteban
Carilda Oliver Labra es probablemente la más popular de todos los escritores cubanos. Así lo demostró nuevamente la poetisa matancera durante el recital de su obra que ofreció el pasado martes en el teatro del Palacio de Bellas Artes donde, seguidores de todas las edades de la autora, abarrotaron los pasillos de la instalación.
En una época en la que el público parece doblegarse ante la hegemonía de los medios audiovisuales resulta cada vez más atípico que un autor consiga cautivar con su obra. Especialmente, si se trata de poesía, hoy en día el género menos beneficiado por el favor de los lectores. No obstante, aún quedan algunas excepciones. Tal es el caso de la poetisa Carilda Oliver Labra, probablemente la más popular de todos los escritores cubanos. Así lo demostró nuevamente la poetisa matancera durante el recital de su obra que ofreció el pasado martes en el teatro del Palacio de Bellas Artes donde, seguidores de todas las edades de la autora, abarrotaron los pasillos de la instalación. En el homenaje, ofrecido por el Instituto Cubano del Libro con motivo de su 80 cumpleaños, Carilda fue presentada por el también poeta Edel Morales y vicepresidente del Instituto, quien afirmó: "Nos hemos reunido amigos, lectores y admiradores de la poesía para celebrar el 80 cumpleaños de una poeta que ganó en 1997 el Premio Nacional de Literatura, y que es, sin duda, una de las voces más conocidas, populares y polémicas de la literatura cubana". Por su parte la autora de Al sur de mi garganta, obra por la que recibiera el Premio Nacional de Poesía, declaró que aquel instante le había servido para descubrir el amor de su pueblo: "Ya sabía que ese pueblo era amado por uno, desde siempre lo supe, pero descubrir que ese amor ahora resulta recíproco es una gran sorpresa y algo fabuloso. Eso me ha emocionado hasta el punto de que, como se habrán dado cuenta, se nos ha nublado la voz. Pero eso no importa, mientras nos alcance para decirles que los queremos, ya es suficiente". Durante casi una hora, la poetisa desordenó el teatro del Palacio de Bellas Artes de La Habana al rememorar su relación con otros conocidos poetas como Agustín Acosta, José Ángel Buesa y Nicolás Guillén, leer una decena de sus obras y compartir con los presentes su concepto de la poesía. "Una cosa es versificar, escribir con oficio -dijo la autora que se presentó en escena con un vestido rosa de amplio escote- y otra la poesía. A esta no sé si llamarle sentimiento porque es también mucha idea, más idea que emoción. Se suele decir que mi poesía es muy conversacional o muy emotiva y creo que tienen razón. Pero la idea es más importante que nada. Si no está el secreto, no sirve lo que uno escribe. De modo que escribo cuando no puedo dejar de hacerlo, cuando es algo, como le pasa a todos los poetas, que me persigue. Algo que tenemos que decir y no sabemos por qué mandato de la naturaleza, efluvio cósmico, suerte telúrica nos golpea y nos estalla dentro. Pero nos gusta cuidar, en lo que podamos, que esos mensajes herméticos que no sabemos de dónde vienen, lleguen a la gente que nos lee". De acuerdo con los críticos la obra de Carilda Oliver Labra es romántica, modernista y una parte importante de su poesía se desarrolla dentro del movimiento del coloquialismo. Entre los asistentes a la lectura se encontraban Iroel Sánchez, presidente del Instituto Cubano del Libro, Moraima Clavijo, directora del Museo de Bellas Artes y los también premios nacionales de literatura Pablo Armando Fernández y Antón Arrufat entre otras personalidades de las letras y la cultura cubana. La poetisa culminó su lectura con un poema dedicado a la tierra cubana: "Mi abuela -explicó- vino de España y trajo un poco de tierra española en una bolsita. Andaba con su tierra a cuesta y la olía a veces y me decía cosas que yo, en mi infancia, no entendía. Era algo que estaba más allá de las palabras. Me decía: ¡Ay, ya no huele a España mi tierra, ya no huele a España! Cuando mi madre se exiló, hizo lo mismo. Influenciada por el ejemplo de mi abuela, ella recogió tierra cubana y se la llevó en una bolsita. Cuando yo la visitaba en los Estados Unidos -ella ya murió-, me decía: En tu próximo viaje, tráeme otra bolsita de tierra. El poema dice:
Cuando vino mi abuela |
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