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La insignia
26 de julio del 2002


Con Ivonne Ruocco, productora de «Querido Fidel, la historia de Marita Lorenz».

Una historia muy loca


Ronald Melzer
Brecha. Uruguay, mayo del 2001.


-¿Cómo se originó el proyecto?

-En 1993 Wilfried Huismann, un periodista independiente y director de televisión a quien yo ya le había producido otros proyectos de carácter social, y que vive en Bremen, oyó una historia que involucraba a unos marineros y a una hija del capitán Heinrich Lorenz. Esta mujer, al parecer, se había involucrado con Fidel Castro y había vivido una historia muy loca, que parecía inventada para una novela. La historia, de todos modos, le produjo una fuerte impresión. Un año después me comentó algo sobre este asunto, y a mí también me pareció una historia extravagante. Pero a ambos nos quedó la espina. Un tiempo después, Huismann viajó, por otro proyecto, a Estados Unidos, donde se encontró con un libro sobre este personaje, llamado Marita Lorenz. El libro le fascinó, pero no disipó sus dudas sobre la autenticidad del relato. Yo tuve la misma reacción. Decidimos comenzar una investigación con miras a una posible película, siempre y cuando comprobáramos que todos esos acontecimientos atribuidos a Marita Lorenz fuesen ciertos y pudiesen probarse. Lo primero que tuvimos claro fue que, en caso de realizarse la película, sería un documental. Porque como ficción no habría sido creíble.

-Tomada la decisión de investigar ¿qué hicieron luego?

-A través de su hermana, con quien en realidad no tenía una buena relación, Wilfried dio con Marita, que lo recibió con una enorme desconfianza. Tanto que -esto se lo confesó meses después- durante esa primera entrevista guardó un revólver debajo de la almohada, porque pensaba que Wilfried era un agente de la cia. De todos modos, como ambos eran alemanes, de la misma ciudad y todo eso, Marita terminó confiando y contando, durante unas cinco o seis horas, parte de su vida.

-No había cámaras ni micrófonos de por medio...

-Claro. El propósito de Wilfried fue averiguar si el personaje "daba" para una película. Concluyó que sí. Y fue después de esa entrevista inicial que se decidió a investigar en serio. Puedo asegurarte que no hay nada en la película que no haya sido objeto de pesquisas, de búsqueda de información. Todo lo que se cuenta es verdad.

-¿Cómo encaraste, a partir de allí, la producción?

-Wilfried escribió un primer esbozo de guión que usé para buscar financiamiento. Este llegó a través de la WDR, un canal de la televisión alemana que pertenece a lo que se conoce como la primera cadena, que está integrada por las televisoras de cada estado del país. Te recuerdo que Alemania está, en muchos aspectos, bastante más descentralizada que Uruguay. De todos modos, la WDR es uno de los canales de televisión más poderosos de Europa. Empezamos a negociar, otro canal se sumó, y como era un proyecto muy grande, intenté "internacionalizarlo". Me apoyó Canal Plus de Madrid. Afinamos el guión y comenzó el rodaje.

-Supongo que el proceso de filmación se hizo en varias etapas. Porque está el reportaje a Marita, el material de archivo, los reportajes a otras personas, el rodaje en varios países...

-Efectivamente se rodó en etapas. Lo primero fue el rodaje en Estados Unidos con Marita, en enero de 2000. Era la base. El resto giraría a su alrededor. También el viaje de la propia Marita a Cuba dependía, narrativamente, de lo que Marita hubiera dicho antes.

-Hablando de eso: ¿cómo obtuvieron el permiso para rodar en Cuba una historia que involucra a una mujer que en su momento fue contratada, nada menos que por la CIA, para matar a Fidel Castro?

- En realidad no tuvimos problema. Te recuerdo que, efectivamente, Marita no mató a Fidel. Es más, ella había vuelto a Cuba en 1981 y llegó a ser recibida por él. Esto no está en la película porque era "demasiado". De todos modos, ese episodio, ese retorno a Cuba provocó su alejamiento definitivo de la cia. Seguramente el detalle ayudó a que no sufriéramos inconvenientes en Cuba. En realidad el ICAIC, el Instituto de Cine Cubano, colaboró en el rodaje.

-¿El ICAIC no objetó nada?

-Hay que tener en cuenta que no todo lo que está en la película había sido previsto exactamente así, con anterioridad. Por ejemplo, el reportaje al hombre que había sido ayudante de Fidel y que luego cayó en desgracia y estuvo preso, no figuraba en los planes, en parte porque Marita no lo quería ver. Esa entrevista se hizo pocas horas antes de que abandonáramos el país. Debo aclarar que en todo momento, en Cuba, nos movimos con total libertad.

-Nadie les dijo: no entrevisten a fulano o a mengano.

-¿Cuál ha sido la reacción de los cubanos ante la película?

-No lo sé. No he recibido ningún comentario. Desconozco si tendrá exhibiciones públicas. Quizás no, por más que estoy convencida de que no es anticubana ni anticastrista. En todo caso, no es una película de tesis sobre Cuba o sobre Fidel. Es el relato de la vida de Marita Lorenz.

-¿Cuáles son los puntos fuertes de la película?

-Su mínima locución: sólo la necesaria para ubicar personas y épocas. El hecho de que Huismann deja que sea el espectador quien tome partido. Él no lo toma. También me gustan el ritmo narrativo y el uso de la música.

-¿Y los puntos débiles?

-Hay algunas escenas reconstruidas que no me gustan, en especial la de la mafia con la CIA, que se hizo con actores. Los puristas la han objetado. Y quizás tengan razón.

-Más allá de una intencionalidad política que la película no tiene, ¿hay algún punto de vista ideológico subyacente?

- Mirar en los entretelones de la Guerra Fría y analizar los métodos de unos y otros, dando la idea de que se hicieron muchas cosas sin medir costos humanos. Pero lo ideológico no fue aquí lo primordial.

-¿Fue una decisión consciente la de no explotar dramáticamente el posible paralelismo entre Pérez Jiménez y Castro?

- Es algo que ella expresa en la película, pero ésa es su visión. A nosotros no nos interesaba particularmente ese punto. Bueno: ella dice que tienen un ego parecido, pero...

-Otro punto que sólo se sobrevoló fue lo relacionado con el asesinato de John F. Kennedy.

-Teníamos más material. Además de lo que ella cuenta, el aporte de unos testigos que en realidad ratifican la tesis de Marita. Simplemente optamos por no ramificar la propuesta. De hecho, en el primer corte lo de Kennedy estaba más desarrollado, pero se corría el riesgo de la dispersión.



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