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La insignia
22 de julio del 2002


Mi texto es el Perú


©Cecilia Bustamante
La insignia. EEUU, julio del 2002.


América Latina, el Perú, constituyen mi texto. Su realidad es mi realidad y en ella pongo a prueba la resistencia de los objetos, sus signos, casi ausentes de identidad en su contradicción Los transformo, se rebelan, nos reconciliamos, mi presa y yo su presa en el envés inasible de la reflexión en que se da el poema. Si América Latina es un texto conflictivo, el Perú es una de sus partes más dramáticas, sus signos se transforman en busca de una expresión plural tantas veces negada. Su realidad social posee instancias de contradicción y súbito vacío: y reconocemos que su proceso es como el nuestro propio en busca de significado. En este asedio por conocer a la luz de la experiencia y del lenguaje, su contexto alienado y alienante se nos muestra en rebelión, cambio, violencia interna que se estructura en una compleja dinámica. El poeta percibe y manifiesta desde su propio texto los mecanismos de esa distorsión, reconoce el orden por su ausencia. Ingresa así al terreno de la crítica y la subversión en la palabra. Su desafío es recrear el ordenamiento,encontrar las pautas que le permitan cumplir su aventura crítica. El lenguaje es su instrumento de liberación.

Mi texto es el Perú, la historia de una larga conquista donde la imaginación trabaja. En él se dió mi propia conciencia de mujer en una sociedad conservadora en dramático tiempo de cambio. Mi texto y yo guardamos, una mutua correspondencia, como sujetos que desde la dominación buscamos una solución para nuestra cultura invadida. En el silencio o en la resistencia nos correspondemos. El lenguaje acrecienta la internalización de la cultura cuando ésta es amenazada. Y cuando en el orden establecido asoman el antagonismo y la violencia, se generan momentos de vacío, semejantes a los que encuentra el poeta en la búsqueda del significado, el poeta confronta la ausencia de identidad, es en estas corrientes donde están latentes la transformación de la identidad, una nueva visión. Son instantes cuando se alteran los viejos mecanismos de control y dominio. El poeta, el escritor de América Latina puede verse captado en estas fuerzas centrípetas y centrífugas capturado en la aventura de expresar su cultura, sitiada en su potencialidad objetiva y espiritual.

La autoridad sin representatividad en cualquiera esfera de la vida es ilegítima y garantiza la injusticia. Es nuestra obligación al escribir denunciar y combatir las estructuras de violencia que limitan el desarrollo individual y por ende colectivo, e invaden también el lenguaje que en su función social procede a acrecentar sus valores comunicativos o a identificar su silencio. Esta tensión da salida comúnmente a una nueva expresión, un lenguaje crítico contrapuesto a un lenguaje distorsionado y sin representatividad.

Nuestra conducta social puede seguir similares lineamientos si se ve forzada a abandonar nuestro proceso de integración interna, que aun inacabado soporta la superposición de una nueva cultura dominante. Éste es posiblemente el centro del subdesarrollo. Que se plasma en nuestros males que vemos en las calles de las ciudades a donde emigraron los campesinos, amparados sólo por la precariedad de sus antiguas tradiciones, que hoy deben desaparecer o adaptarse. Ésta es la violencia en libre funcionamiento.

Mi país, mi realidad, mi texto, ejerce sobre mí un imperativo inescapable: Mis relaciones con mi texto son pues orgánicas con mi realidad social, económica, política, cultural. Éste es el orígen y allí retorno. Es mi corpus, mi alma, mi punto de partida y de llegada en la violencia del destiempo. El lenguaje de América Latina, del Perú, son mis espacios imaginativos e imaginados, el orígen del que surge el poema, como un objeto en libre vuelo. Mi deseo de interpretar a mi país desde el poema encierra demandas que no siempre puedo responder. Es el dilema que vive todo artista: ¿contribuyo a la imaginación de mi pueblo, puede mi obra ser un trabajo liberador a través del lenguaje? ¿Qué quiere Poesía? Desde mi vida, mi realidad, yo acepto el riesgo de hablar y escribir desde ella.



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