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19 de julio del 2002 |
Consideraciones sobre el asesinato de Gérard Lebovici
Gabriel Sosa
Consideraciones sobre el asesinato de Gérard Lebovici
En marzo de 1984, en un estacionamiento subterráneo parisino, se descubre el cadáver del editor, autor y representante Gérard Lebovici, asesinado con cuatro tiros de rifle en la nuca. Siendo Lebovici un reconocido empresario cultural, y habiendo muerto en circunstancias tan misteriosas, la prensa de todo tipo y color se lanzó a la habitual sarta de especulaciones, teorías y divagues sin fundamento que suele ser su respuesta ante cualquier misterio con aroma a sordidez, ya sea en París, Roma, Montevideo, Tokio o Kuala Lumpur. Dentro de esa sopa malsana de verdades a medias y consideraciones apresuradas que se crea en diarios y semanarios, comenzó a aparecer el nombre de Guy Debord como implicado en el asesinato.
Debord (1931 - 1994), cuyas obras fueran publicadas por la editorial de Lebovici en los 70, y que luego fuera amigo personal del editor, es uno de los nombres clave de la cultura francesa contemporánea. En 1957 fue cofundador de la Internacional Situacionista, un movimiento intelectual que, a pesar de su bajo perfil público y su declarada convicción de no trascendencia, estaría en la base de innumerables manifestaciones sociales y culturales posteriores, desde los disturbios de mayo del 68 hasta la génesis del movimiento punk inglés. En 1967 publica su obra principal, La sociedad del espectáculo, un análisis lúcido hasta lo increíble sobre los mecanismos de la representación como falso medio de interacción social. En 1971 conoce a Lebovici, quien a partir de ese momento se convertirá en su editor exclusivo. En 1972 la Internacional Situacionista se autodisuelve, y Debord se retira de su nunca muy abundante vida pública. Cuando los medios comenzaron a utilizar gratuita e infamantemente su nombre, Debord sale de su ostracismo y contraataca en dos frentes. Por una parte, demanda judicialmente a aquellos medios que lo injuriaron, obligandolos a publicar retractaciones. Por otro, publica un breve libro (tan breve que en su edición en español apenas llega a un poco más de cien páginas, en cuerpo de letra grande y con abundantes márgenes) en el que con calma, mesura y razón, rebate prolijamente todas las falsas acusaciones, señala a los culpables que dieron la cara y expone sus falacias, niega su propia leyenda (califica de "necio rumor" al hecho de que se le haya considerado "desaparecido", porque "la sencilla verdad, ... , es que en toda mi vida jamás he aparecido en ninguna parte") y declara de nuevo, de manera contundente, sus creencias. "La impostura reinante habrá podido contar con la aprobación de todos y cada uno; pero habrá tenido que prescindir de la mía". Más allá de lo puntual del hecho que lo generó, y de lo temporal de la polémica, Consideraciones sobre el asesinato de Gérard Lebovici es una obra maestra de un género raro y poco visto, el de la réplica a la injuria. En una época en que la desacreditación es herramienta común, y lo que diga la prensa la realidad que se acepta como consenso, el libro de Debord, valiente, irónico e ilustrado, es un gesto que merece no pasar desapercibido. Su autor, no está de más recordarlo, proviene del país que produjo tanto el caso Dreyfuss como a Voltaire y Montaigne. Toda su obra merece ser repasada y releída, y aunque La sociedad del espectáculo es actualmente inconseguible en Montevideo, puede bajarse completa de Internet, traducida al español, de www.sindominio.net/ash/espect.htm. El tener que conseguir el libro por estos medios puede ser un poco trabajoso y tedioso, pero en definitiva gratificante, y un buen homenaje a quien, en su brillantez y discreción, puede haber sido uno de los grandes humanistas del siglo XX. (*) También publicado en el suplemento El País Cultural del diario uruguayo El País. |
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