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22 de febrero del 2002 |
Las paradojas del capital
Guillermo Treboux (*)
Les paradoxes du capital
El extenso estudio que Gérard Jorland realiza en su obra "Las paradojas del capital" se inscribe en una ardua región de la epistemología: la epistemología de la economía. La economía es un concepto que distribuye su sentido en diversos órdenes teórico-prácticos, en distintos niveles fenomenológicos, o, si preferimos, en distintos sistemas explicativos. Hay un uso del concepto de economía en sentido naturalista, que va desde el mecanicismo hasta el organicismo. Hay un sentido económico en el orden lógico y lingüístico, en torno a la cuestión de la significación y el sentido. También hay una economía psíquica y una economía social. Pero hay un sentido de la economía, habitualmente el más connotado, que se refiere al capital. Esa es la economía de los economistas. ¿Y qué es la economía epistemológicamente tratada? Eso es lo que Gérard Jorland desarrolla a lo largo de ocho capítulos en más de 500 páginas.
El encuadre general del tema parte de los problemas en la larga duración que suscita la ciencia económica. Estos problemas son epistemológicos porque se hallan de manera inmanente situados en la composición misma de los elementos intervinientes del análisis de la economía. Son paradojas inmanentes a las estructuras conceptuales de la economía. A través de la Historia de las Ciencias advertimos que las paradojas están de alguna u otra manera en los puntos críticos de las explicaciones científicas, como las tautologías del darwinismo, el movimiento en el instante de la física de Galileo y Descartes, la paradoja de Simpson en la sistemática de la Biología y algunas paradojas en torno a los problemas del fundamento de las matemáticas y la función lógica de los universales. La economía, que emplea el álgebra y las funciones matemáticas, ecuaciones y cálculo de variables, trae de las matemáticas estas paradojas y las traslada a sus objetos. La economía matemática algebraica no es predictiva, aunque sí es deductiva a priori, observa Jorland. Y es que de las matemáticas lo que se espera es la formación de una intersubjetividad, puesto que son un lenguaje consistente y restrictivo "que habla de las mismas cosas universalmente". Sin embargo, partiendo de los célebres estudios de Marx en El capital, Jorland concluye que Marx pensaba las matemáticas de manera dialéctica, no de manera cuantitativa. Importante análisis este, que restituye la impronta hegeliana en la conceptualización de Marx, por lo demás, nunca desmentida por éste en su núcleo metodológico. Marx pensando hegelianamente la economía significa por lo menos que las tesis althusserianas respecto a la ruptura "teórica" de Marx con Hegel no es evidente en sus análisis económicos. Pero sobre todo, que entre la dialéctica y el análisis matemático hay una diferencia de orden ontológico, que torna irreductible una a otra. Punto decisivo del análisis de Jorland sobre Marx, que lo conduce a considerar que esa situación irreductible de la dialéctica y el análisis matemático se funda en una interpretación heurística u hermenéutica, esencialmente distinta de los fenómenos de conservación y repetición en torno a su alcance lógico-temporal. El modo de conservación por acumulación no es igual que el modo de conservación por repetición. Lo que de manera cuantitativa significa un objeto mas , de manera cualitativa significa el mismo objeto otra vez. Pero también hay nuevos objetos, tanto en sentido de su producción como en sentido de su descubrimiento a través de cambios de ontologías, en las que se tornan existentes y pensables objetos impensados desde perspectivas ontológicas distintas. Lo impensado, también inmanente, opera como un límite que permite distinguir lo verdadero de lo falso, formando un criterio de distinción entre lo existente y lo no existente, lo pensable y lo impensable. ¿Qué tipo de existencia tienen todos aquellos objetos que no forman parte de nuestro sentido ontológico de los posibles, si es que tienen alguna? Las teorías económicas no solamente contienen paradojas, sino también ontologías, tal como la existencia del capital. ¿Pero el capital tiene el mismo tipo de existencia en diferentes teorías económicas? Debido a las dificultades para medir el capital es que Jorland se pregunta si éste existe, si tiene unidad, y si es estable. Y asombrosamente, las respuestas varían tanto, que podemos desconocer si una economía es capitalista o no porque no podemos comparar la cantidad de capital en dos momentos diferentes del tiempo o en dos regiones diferentes del mundo, puesto que no sabemos cómo medirlo. En teoría económica, las teorías se encadenan unas con otras, sin yuxtaponerse, ignorándose entre ellas, pudiendo coexistir varios paradigmas a la vez. Esta deriva, o también, implicación mutua de paradigmas económicos, hace que las paradojas se desplacen: una paradoja que queda resuelta en otra teoría, se traslada en la teoría siguiente y permanece irreductible. No hay, al parecer, teorías económicas sin paradojas inmanentes, pero esa sola razón no las invalida. Además de no contener las mismas paradojas, una teoría sólo es reemplazada por otra, si ésta otra existe, y no decae solamente por sus insuficiencias explicativas. Al parecer -nos atrevemos a interpretar- una paradoja es respondida por otra paradoja ( o contraparadoja), como la velocidad en el instante pretendía resolver la imposibilidad analítica del movimiento en Zenón de Elea. A la paradoja de la negación del movimiento por el espacio infinitamente divisible, la paradoja de la afirmación de la velocidad en el instante, para "salvar el fenómeno". El capital es heterogéneo y aún heteróclito –como un cuadro de Marcel Duchamp, que reúne lo que Deleuze llamaba piezas no-totalizadas— constituye un ensamble heteróclito, pero sus partes, dispuestas en una cadena de montaje ¿Tienen sentido apriorístico como partes aún no totalizadas? ¿O su ensamble o articulación es empírico y aleatorio? La noción central de Marx, según Gérard Jorland, es la de transformación de valor en precio; de capital-trabajo en moneda o utilidad (aunque la determinación de valor y precio en algunos análisis sean sistemas independientes, lo que torna inaplicable el concepto de transformación). Pero, si en un movimiento la transformación va en la dirección mercancía-dinero-mercancía, también puede ir en la dirección dinero-mercancía-dinero. Tanto de una manera como en otra, el sobrevalor o plusvalía establece la diferencia en los modos de intercambio. El intercambio es – quizás- lo que torna temporales los procesos lógico-matemáticos descritos por el álgebra. Así como en Kant resulta pertinente preguntarse cómo se tornan temporales los enunciados de esquemas, en teoría económica parece pertinente preguntarse cómo las deducciones a priori del análisis matemático pueden tornarse una interpretación de la dinámica de los sistemas de intercambio. Pero uno de los problemas que señala Gérard Jorand y que recorre todo su análisis es el de la dificultad, aún, la imposibilidad de medir el capital por la cantidad de variables intervinientes, en razón de su heterogeneidad. No se trata solamente del momento y el lugar, sino también de la duración y las intertemporalidades (factores y recursos) de la producción y las técnicas de reversión del capital. Resulta muy interesante que la ausencia en economía de un factor constante o invariable ("etalon" ) impida medir o reducir las demás variables a una sola Vg. la moneda, sino también por la valoración del trabajo o la utilidad. Este último aspecto ha tenido en la experiencia argentina de los últimos 10 años una invariable en la moneda que alteró la significación del valor-trabajo y la utilidad como segundo y tercer término (no sucesivos, sino sincrónicos) de los procesos de comprensión del estado global del sistema y los subsistemas de la economía. Un reduccionismo en torno a una invariante o etalon produjo una tendencia cada vez más acentuada a restar existencia al valor-trabajo y la utilidad (producción). Como si la ontología del capital hubiera tendido a reposar en la existencia y estabilidad de la unidad monetaria, nihilizando, por así decir, del paradigma económico, el tránsito de su fuerza dinámica de transformación hacia la utilidad y el valor-trabajo. Es decir, reabsorbiendo en una sola variable la función transformadora de las otras dos, hasta la implosión de tres fuerzas en una sola, cuyo paisaje monocorde acaso llevó el concepto mismo de economía al grado cero del capital: la indistinción de sus fuerzas. El desequilibrio de las variables puede tender al equilibrio, pero la unificación de las variables tiende al colapso de las fuerzas intervinientes en el sistema, puesto que la transformación se torna unidireccional (moneda-mercancía-moneda) y no halla su inversión dialéctica (mercancía-moneda-mercancía). El profundo estudio de epistemología de la economía que conforman "Las Paradojas del Capital" contiene desarrollos algebraicos muy abundantes y específicos, en los que el autor refiere de qué manera escuelas de economía e diferentes tradiciones (clásicas, ricardiana, keynesiana, marxista) confluyen en el uso de los mismos "útiles matemáticos" ,como los teoremas de Perron-Frobenius. En economía matemática, dice Jorland, las teorías no se yuxtaponen ni se suceden. En cambio, las teorías económicas como por acción y efecto de la causalidad recíproca con que advertimos los fenómenos empíricos, las teorías económicas que se encadenan y se suceden, realizan un pasaje de paradojas. ¿Cómo distinguimos las paradojas de los razonamientos inconsistentes? ¿De qué manera distinguimos que hay paradojas que suponen cierto sentido y paradojas que implican a cierta mirada sin sentidos inaceptables? Los desarrollos algebraicos de "Las paradojas del capital" ponen a prueba nuestra reflexión para comprender la contradicción decisiva, la de la irreductibilidad del análisis matemático con la dialéctica. Las características de la búsqueda de una semántica universal tornan la lectura de este libro muy interesante para los economistas profesionales, a quienes la perspectiva de la Historia y Filosofía de las Ciencias resulte acaso muy novedosa. Inversamente, para quienes disponemos de una formación en Historia y Filosofía de las Ciencias, los desarrollos matemáticos de teoría económica pueden resultarnos algo dificultosos. Sin embargo, la actitud que busca comprender el cómo no siempre coincide con la actitud que busca entender por qué. La Filosofía de las Ciencias, que no busca erigirse en una teoría de las ciencias, sí puede, en cambio, intentar comprenderlas, propone Jorland, a la manera en que pensaban Georges Canghillem y Alexandre Koyré. Este libro no solamente es un moderno aporte al diálogo en torno a los problemas filosóficos de la economía, sino también un esfuerzo de comprensión de paradigmas diferentes. A la manera empática de Dilthey y Koyré, Gérard Jorland se sitúa en el interior de los marcos de pensamientos de los economistas –tanto en las controversias de Cambridge como en el marxismo algebraico-, a fin de encontrar en los problemas de largo plazo de la economía, las estructuras comunes a la intelección del capital y el modo en que los paradigmas de la teoría económica coexisten. Jorland considera que los paradigmas en economía matemática coexisten, y el lenguaje en que se formulan, el matemático, aún sin ser predictivo, es en cambio capaz de forjar intersubjetividades. La noción khuniana de paradigmas está considerada en este minucioso estudio como maneras de tratar un problema y no como sinónimo de revolución científica. Notas (*) Guillermo Treboux, Universidad Nacional del Comahue (UNC). Neuquén, República de Argentina. (1) Gérard Jorland es Filósofo e Historiador de las Ciencias, Profesor y Director de estudios en la Ecole de Hautes Etudes en Sciences Sociales , EHESS, e investigador del Centre Nationale de Recherches Scientifiques ,CNRS, en París, Francia. Ha publicado también "La science dans la philosophie, les recherches philosophiques d´ Alexandre Koyré" Gallimard, France,1981. |
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