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11 de enero de 2002 |
Taxi Driver o la grasa de las capitales Iván de la Torre
Luego de una alentadora entrevista con John Cassavetes, Martín Scorsese se mudó a Los Ángeles y comenzó la filmación de El tren de Bertha, película clase B sobre Bonnie y Clyde, para Roger Corman. El veredicto de Cassavetes fue terminante: "Buen trabajo, pero nunca lo vuelvas a hacer".
Gracias a este consejo, la siguiente película de Scorsese, Calles peligrosas, se salvó del destino que Corman le había ofrecido (ciento cincuenta mil dólares por la reescritura del guión y un giro argumental hacía la blaxpotation); y le permitió acceder al guión de Taxi Driver, que su autor había mostrado a Brian de Palma. Cuando concibió el guión, Paul Schrader no estaba en su mejor momento: acababa de perder su trabajo en el American Film Institute y su mujer lo había echado de casa. Sin tener adónde ir, se limitaba a deambular medio borracho por la ciudad, con visitas intermitentes a cines pornos. Internado en un hospital, víctima de una úlcera, descubrió lo mal que estaba: "Hablando con la enfermera me di cuenta de que no había hablado con nadie desde hacía dos semanas". Schrader decidió utilizar estas experiencias para contar la historia de Travis Bickle, un veterano de Vietnam, perturbado y solitario, que recorre las calles por las noches convertido en taxista. Seis meses después de abandonar Los Ángeles, y de regreso gracias a un trabajo como crítico autónomo, Schrader descubrió que su guión había pasado de De Palma a los productores Julia y Michael Phillops, quienes consideraban que el adecuado para dirigirlo era Scorsese. Doce meses después de considerar seriamente el suicidio, Schrader firmaba su primer contrato como guionista. Scorsese sabia que podía hacerse, incluso bajo las ideas "creativas" de los estudios, ante las que no estaba dispuesto a ceder: "Los miembros del equipo habíamos jurado destruir la película en caso de que los ejecutivos intentaran inmiscuirse. Estaba obsesionado con Taxi Driver, pero sabía lo que hacía. Para no pelear, me habría quedado con Corman". Las dificultades no se hicieron esperar: a causa de la elección de una Jodie Foster de 14 años para el papel de prostituta adolescente, un par de asistentes sociales presenciaron todo el rodaje para asegurarse que el personaje de Travis no dijera malas palabras frente a ella. La propia actriz tenía sus dudas: "Al principio no quería interpretar el papel por lo que después pudieran decir mis amigos. Era un gran papel para una chica mayor de edad, no podía creer que me lo estuviesen ofreciendo a mí. Yo era una niña Disney". Robert de Niro y Harvey Keitel llevaron su preparación al extremos: el primero estuvo trabajando como taxista durante dos semanas. Un día un actor se subió al taxi y exclamó sorprendido: "¡Dios mío! El año pasado ganaste un óscar y ahora conducís un taxi, ¡si que está difícil esta profesión!". El segundo se dedicó a reescribir su papel con un auténtico proxeneta al que acompañó durante sus actividades. Una vez en el rodaje, De Niro sometió al ya preocupado Scorsese a un seguimiento impresionante, preguntándole por la motivación de cada acto de su personaje, lo cual terminó de angustiar al director, quien pensaba que la película no daría un centavo. Sin embargo fue el éxito del film lo que le trajo problemas: se lo acusó de haber influido a John Hickley en su atentado de 1981 contra el presidente Reagan. En la entrega de los óscars de aquel año, Scorsese estuvo todo el tiempo rodeado por agentes de seguridad. Él los descubrió cuando tuvo que ir al baño y lo acompañaron. "Las películas no matan a la gente. Son las personas las que matan a la gente. No me arrepiento de haber hecho Taxi Driver", dicen que dijo. |
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