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17 de diciembre del 2002 |
El Nuevo Diario. Nicaragua, diciembre del 2002.
Al gobierno de Washington se le pueden achacar muchas cosas, pero no se le puede negar tenacidad ni coherencia. En efecto, desde las famosas declaraciones de Monroe (en el siglo XIX), hay en sus acciones un solo intento, una sola línea: controlar el continente americano. Y entre la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) -que para Estados Unidos, dicho sea de paso, se llama «acuerdo», para permitir mayor flexibilidad al momento de violarlo- y el Plan Colombia se inscriben naturalmente, como eslabones indispensables, tanto el Plan Puebla-Panamá como la tan llevada y traída Área de Libre Comercio para las Américas, que está en la incubadora desde hace años y debería ser empollada hasta el 2005.
18. El ALCA ha sido elaborado y negociado en secreto. Las negociaciones del ALCA, iniciadas en 1994, han sido conducidas en el mayor de los secretos. Ni los pueblos de la región, el conjunto diverso de organizaciones sindicales y sociales ni los parlamentos han podido participar en los debates ni conocer el detalle de la marcha de los acuerdos. Por el contrario, los negociadores afirman que han tomado nota de las recomendaciones del Foro Empresarial de las Américas y que las mismas han sido aportes valiosos al proceso del ALCA. Así los gobiernos se aprestan a firmar un tratado que amenaza con profundizar radicalmente las terribles consecuencias que depararon las políticas neoliberales vigentes. Hasta el presente sólo se ha conocido una versión del texto que, si bien da pistas ciertas acerca de su orientación y contenido, resulta perfectamente inútil para comprender el curso de las negociaciones. Normalmente, en el proceso de formación de un tratado multilateral se suele trabajar a partir de un texto básico propuesto como borrador. Los representantes de los futuros estados parte negocian redacciones alternativas -es decir, contenidos alternativos-, cuestionan algunos elementos, incorporan o proponen otros. La representación gráfica que se emplea para indicar en esos borradores todo aquello que no ha sido aún acordado, que continúa sujeto al «tira y afloje» de la negociación, son los corchetes. Las palabras, frases, segmentos, párrafos que lucen «encorchetados» señalan otros tantos puntos de desacuerdo, solicitudes de modificaciones aún no consentidas, propuestas todavía no aceptadas. El texto del ALCA «por única vez y sin sentar precedentes» fue revelado ante las crecientes presiones de la sociedad civil es un festival de corchetes. Pero se suprimieron del mismo las referencias fundamentales: el origen de todos y cada uno de ellos. De modo que no es posible conocer qué posición sostiene cada país, qué o quién propone tal o cual modificación. Se trata de una omisión deliberada, que permite mantener en secreto la postura de cada gobierno, ocultar qué intereses defiende cada uno de ellos. Si algo revela el texto publicado es la voluntad de mantenerlo en secreto. El secreto es sospechoso. Estamos hablando de la negociación de un tratado internacional cuyo contenido afectará inevitable y profundamente la vida de los 850 millones de habitantes del área, su acceso al trabajo, a los bienes básicos -salud, alimentación, vivienda, educación- a una vida digna. Muchos gobiernos en América Latina aluden al ALCA como una esperanza, un acuerdo próximo que traerá innumerables beneficios para las economías postradas de la región, una panacea que nos colocará poco más o menos que a las puertas del primer mundo y nos llevará de la mano al desarrollo y al bienestar. ¿Qué razones pueden existir para que algo tan bueno, tan prometedor, permanezca en las sombras, oculto en los pliegues del poder? La sospecha llega entonces a nuestras conciencias con toda naturalidad. 19. El ALCA y la cuestión migratoria. En América Latina ha aumentado el número de inmigrantes que, en los últimos años, buscaron mejores condiciones de vida en los países ricos. No es difícil hacer una relación entre el aumento del fenómeno de las migraciones y la implementación de políticas neoliberales de ajustes estructurales, privatizaciones, restricción de los derechos de los trabajadores y políticas compensatorias. Los desplazamientos de personas se producen ante la imposibilidad de satisfacer las necesidades básicas y la enorme diferencia entre los magros ingresos (para los pocos que tienen trabajo) y el elevado costo de la canasta básica, lleva, no solo a los sectores populares sino a las clases medias, a buscar desesperadamente la solución en las migraciones. En los países latinoamericanos se aplica un modelo fondomonetarista que conjuga medidas de ajuste, expropiación del ahorro de los ciudadanos por las quiebras bancarias, corrupción, desempleo y empobrecimiento generalizado. Todo esto ha contribuido a desmantelar los Estados nacionales y a colocarlos en una situación de no-desarrollo y de no-futuro. La causa profunda es una globalización que no distribuye riquezas, que globaliza el libre acceso a los mercados, pero no es solidaria; elimina barreras comerciales, pero impide la circulación de personas; defiende el libre mercado como un derecho, pero dificulta todavía más el acceso directo a los derechos básicos. Crece, por un lado, el número de empobrecidos en todo el mundo y al mismo tiempo se concentran más las riquezas. El PIB mundial está estimado en 25 trillones de dólares; cerca de 18 trillones pertenecen a los siete países ricos del mundo. Los otro 7 trillones corresponden al PIB del resto del mundo, más de 180 países. De las 500 mayores empresas del mundo que poseen el 3% del PIB mundial, 85% se encuentran en los EEUU; este país con apenas 4% de la población mundial, controla 22% de las riquezas del planeta. Para continuar dominando el mundo, los EEUU necesitan expandir su comercio, o sea, vender sus productos a muchos países, sin restricciones o barreras arancelarias. De ahí la presión para implementar el ALCA. Este «tratado» busca resolver el problema de los productos estadounidenses, mas está lejos de solucionar los problemas sociales en América Latina. Por el contrario, si fuera implementado, además de agudizar los problemas sociales, destruirá la producción nacional de los países, aumentando el desempleo y las migraciones, destruyendo la economía familiar, provocando la desintegración familiar y cultural, desestabilizando las democracias y ampliando la brecha entre las mayorías desposeídas con las minorías que tienen el poder, y aumentará la deuda externa de los países pobres. Basta ver el caso de México y las consecuencias que el TLCAN trajo a este país. A pesar de que el PIB aumentó bastante, se exacerbaron las desigualdades sociales; el número de mexicanos que pasaron a ganar menos de un salario mínimo aumentó en un millón; ocho millones de familias se empobrecieron y el número de personas que vivía en la pobreza pasó de 49% al 75% de la población. Solamente en el año 2000 fueron eliminados 200 mil empleos en el sector privado. Los corredores mesoamericanos contemplados dentro del Plan Puebla Panamá están diseñados para impulsar la industria maquiladora, con un agregado a su función productiva: que sirvan como «diques» de contención de los flujos migratorios de trabajadores de la región centroamericana sur a los EEUU. (*) Autor del libro: ¿Qué es el ALCA? Globalización, Estados Unidos y América Latina (2002). |
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