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2 de diciembre del 2002 |
Presupuesto continuista, desfinanciado y centralista
Javier Diez Canseco
El Gobierno cerró sus oídos a los reclamos de las regiones y de la ciudadanía, aprobó un Presupuesto provocador. Con aparente optimismo prevé 4% de crecimiento de la economía mundial y también 4% en el PBI peruano, un incremento de la inversión privada en 9% y de 5,1% de las exportaciones. Al mismo tiempo presupuesta una recaudación fiscal ínfima, 11,9% del PBI, menor que el actual 12,5% del PBI.
Se prometió -con bombos y platillos- a eliminar exoneraciones y beneficios tributarios a grupos privilegiados y recuperar esos recursos para atender necesidades básicas, promover la justicia social y fortalecer la descentralización y regionalización. Pero Silva Ruete ha caminado en sentido contrario a su discurso inicial. No sólo no ha propuesto ninguna reforma tributaria central, sino que ha ocultado al Congreso los estudios realizados por la Sunat relacionados con los contratos de estabilidad tributaria y la doble depreciación del DS 120-94-EF, que han significado enormes beneficios tributarios a las grandes empresas y una caída en la recaudación. Por su parte la Comisión de Economía del Congreso se ha negado a debatir mi proyecto de ley de reforma tributaria, presentado ya hace más de 30 días, y sólo ha aprobado medidas de poca incidencia económica, como cobrar 15 dólares a los pasajes de avión, poner impuesto a la renta a las pensiones mayores de 5.000 soles y elevar de 27% a 30% el impuesto a la renta a las personas naturales, medidas que no alcanzan ni para cubrir los 160 millones de soles que solicitan las universidades, que paralizaron el país. El Presupuesto genera falsas expectativas y está desfinanciado. Asigna S/. 3.373 millones inexistentes (Gastos Tributarios) a Educación y a Regiones para inversiones en transportes, agua, desagüe, electricidad y agricultura. Violenta así el artículo 78 de la Constitución, que mandata un Presupuesto "efectivamente equilibrado". También incluye recursos de privatizaciones de empresas regionales, cuyo destino debe ser visto por los Gobiernos Regionales y además tienen poca probabilidad de efectivizarse. El Presupuesto es centralista. No considera el traspaso de proyectos de inversión a las regiones, a los cuales sólo se les asigna un monto de S/. 417 millones, equivalente a la tercera parte del que se asigna a las municipalidades. De Ripley. Es un Presupuesto continuista. No promueve el incremento de los ingresos. No fomenta la transparencia. No privilegia a la educación y la salud, sino el pago de la deuda externa. Sigue sin establecer un Sistema Único de Remuneraciones del Sector Público, manteniendo las abismales diferencias salariales en la administración pública. No contempla incremento de remuneraciones para el magisterio, trabajadores de salud, policías y otros sectores postergados. Este presupuesto provocador traerá serios problemas pues no se respeta la voluntad popular que ha elegido sus autoridades regionales. El necesario cuidado que se debe tener para que no fracasen los gobiernos regionales no justifica absurdos como el que desde Lima se deben administrar proyectos de S/.10.000 soles. El colmo. Le cerraron el paso a la transferencia de S/.1.900 millones que hicimos. No hay peor sordo que el que no quiere oír. |
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