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La insignia
24 de diciembre del 2002


Pobreza


Rocío Silva Santisteban
La Insignia. EEUU, diciembre del 2002.

Edith Södergran murió en Rodizio, pobre
y tuberculosa, sus versos
hablan del poder y de la fuerza.
Acá, en esta ciudad sin color definido, estoy yo
sobreviviendo
sé que hay otros más pobres, se sumergen
bajo la línea de la pobreza
-pobreza extrema: he ahí nuestro enemigo-
y he saldado mis cuentas: sólo debo
el colegio de la niña y todas las cosas que me negué
a mí misma: un cine sola, un periódico del domingo,
y ¿por qué no?, ese vestido de flores.

Las personas se separan por el dinero
y también buscan entre los residuos
aunque sea una moneda.
¡Monedas, vengan a mí!

Esto es una burla.
La balanza de pagos y la balanza de deudas.

El horror es cruel.

No hay dinero para comprar una vela roja en Navidad
pero los peruanitos consumen lavadoras y juguetes
a crédito, nadie imagina
que un día todo este opíparo encadenamiento hará crack.

Oscurece en el vientre de esta ballena.

Todos en fila -una amplia sonrisa para la foto-
caminan hacia el desfiladero: primero
las mujeres y los niños.

He pagado el teléfono, pero todavía faltan tantas monedas
para llegar al fin de mes.

¡Que el fin de mes no te sorprenda!

Recicla tu basura, vende todos esos libros
guarda las colchas con pelotas de naftalina.
Un billete hoy día, la soledad del peso de las horas,
un hombre indiferente junto a la que soy.
Y al cabo nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
Pobreza: ¿es o me parece un nombre de mujer?



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