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8 de diciembre del 2002 |
Marcos Winocur
Y mamacita Naturaleza prosiguió con su discurso.
Mira, mi amor, yo sólo obedezco un mandato. Está escrito desde siempre, son tres ¿cómo llamarlas? Tres órdenes, no se me ocurre otra cosa. Y dicen: horror al vacío en lo inorgánico, horror a lo superfluo en lo orgánico, y tres, nada se pierde, todo se transforma. Esto significa que el hombre, si sale sobrando, será una especie más entre tantas que se extinguieron en el tercer planeta del sistema solar, su energía regresará a las formas elementales de lo inorgánico. Por lo demás, déjame explicarte, hay algunas gentes del reino animal que traigo entre ojos. Los leones, los osos, los tiburones, los orangutanes, las águilas, las grandes serpientes y víboras, ellos, todos ellos han llegado a un tope, a una altura donde ya no encuentran quién les pise el poncho, son reyes sin oponente, sólo una cosa deben cuidar, que su habilidad para la cacería no sea burlada por las presas. Y después, a dormir. Hasta que apareció el hombre. Los reyes debieron ceder ante el emperador. Toda esa realeza ha concluido por alterar el equilibrio, son hostiles a la evolución, carecen de estímulo para los cambios, para seguir adelante. No habrá posleón ni poshombre, son modelos estériles. Y menos que menos, superhombre, cuya aparición futura proclamó el filósofo Nietzsche. El único que hemos conocido, y ya también se demostró vulnerable, fue el periodista Clark Kent. Así que mejor vayan ahuecando, hombre y león, emperador planetario y rey de la selva, bola de vagos e inútiles, tiburones y demás. Dos noticias, una buena y otra mala, ya me las diste. Y una conclusión, seguida de largos argumentos, ya todo comunicado, dijo el Hombre tras un silencio. Así es, aprobó mamacita Naturaleza. Hoy hemos hablado al tú por tú, qué bueno, y de todos modos la señora Ciencia cada día me trae noticias tuyas, recordó el hombre. Y bien, la cima... Déjame decirte que un señor a quien sus íntimos llamaban "El General", en un tiempo destacado miembro del Club de los multicitados, y hoy socio fundador del Club de los Innombrables -así que no me pregunten cómo se llama-, este señor, escribió en 1886: "nos encontramos todavía bastante lejos de la cima desde la cual empieza a declinar la historia de la sociedad". El autor, Federico E..., chin, casi lo digo, hombre del siglo XIX, cuando ni la coca-cola, ni la patineta, ni el LSD existían, se manifestaba conforme a un sentimiento de entonces, a saber: el desarrollo histórico de la humanidad recorre ciclos, a un ascenso corresponderá un descenso, a una apertura un cierre, la cima permanece aún ignota en la lejanía, allí donde se nos dará el alto porque más arriba no se puede ir con nuestros pies y quedarnos quietos tampoco nos es permitido. A descender, pues. A colapsar, pues, cuando nos llegue la hora. Pero algo cambió. Estoy más cerca de la cima, he dado grandes pasos: vuelos al espacio exterior, genoma, robótica y trasplantes, ingeniería genética incluida clonación, disciplinas del quehacer cibernético, energía nuclear y microbiología, física de las partículas y relatividad, etcétera. Cielo despejado, la cima a la vista. Arribando, culminará el ciclo de la humanidad: habremos dado con los barrotes de la jaula del sistema solar. Pero ¡aguas! No es tan así: nos queda, tú lo has dicho, mamacita, nos queda el recurso de los mensajes, los lentos como sondas, los rápidos como la luz, son nuestra libertad sin fronteras, donde las ondas electromagnéticas lleguen, los mensajes llegan. Es la evidencia de hoy, de estos comienzos del siglo XXI. Cuando los tiempos cambien, otras lecturas del entorno vendrán a confirmar o sustituir, o ambas cosas, la evidencia del hoy, que para entonces será el ayer. Mientras tanto... Mamacita Naturaleza ven, ven y brindemos, no me contradigas, déjame al menos la utopía, déjame soñar, brindemos... Por la llave que nos traigan los ET. Por la llave que descubramos nosotros bajo el tapete... tan cerca y tan lejos estaba. Y sobre todas las cosas, brindemos por la libertad: los mensajes electrónicos que no se detienen en los barrotes de la jaula, pasan victoriosos a su través. No estamos solos en el universo, haremos El Gran Contacto, por los ET brindemos en el más acá de la utopía, en el sueño que no quita los pies de la tierra ¡viva! Y brindemos: que el océano interestelar se coloque en el punto indicado para la gran aventura... allá vamos, como el poeta Baudelaire escribiera: "¡...al fondo de lo ignoto para descubrir lo nuevo!" |
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