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La insignia
7 de diciembre del 2002


Enjaulado gobernador del sistema solar (I)


Marcos Winocur
La Insignia. México, diciembre del 2002.


Te tengo dos noticias, una buena y otra mala, dijo mamacita Naturaleza al hombre. Me caigo de sueño, ¿si lo tratamos despué? dio por respuesta el hombre. Vago, huevón, ni creas que te estaré esperando... voy por agua. ¿Tienes sed? No precisamente, conozco un método infalible para despertar dormilones. Nooo, agua no, ya me levanto. ¿Y? Cinco minutitos más. Espérame, orita regreso. Nooo... está bien, tú ganas, y ¿qué chingados decías de noticias?

Dos, una buena y otra mala.

La buena: no estás solo en el universo. Ya lo sabía, hay un chingo de planetas como el nuestro... Y la mala: el sistema solar es tu jaula y no puedes salir. Ya te imaginas la conclusión... te la digo: estás condenado a esperar que alguien te visite, tú no puedes ir al encuentro de los ET, no tienes la llave para salir de la jaula donde has nacido. Vives pues en cautiverio desde siempre, y no lo habías notado...

Te diré más. Hubo una época en que la libertad eran los mares, allá por tu siglo XV, hoy la libertad es el espacio exterior, las estrellas, "per ardua ad astra" es el lema de la fuerza aérea inglesa, "por la adversidad, a los astros"... Pero estás enjaulado como si fueras animal de zoo y los visitantes que vendrán o que ya están aquí... ¿cómo, que ya están aquí? Ah, lo ignoras y nunca podrías conocer del todo la lista de visitantes. Quizá haya ahora mismo ojos invisibles, indetectables, que te observan. No pretenderás que te pase un informe, soplona no soy. ¿Ojos de ET? ¿vigilándome? bueno, no me importa, conseguiré la llave. ¿Ah, sí? A ver cómo le haces.

Mamacita, no seas mala, bien podrías entregármela tú. De nada valdría, mi rey, no puedes operar la llave, estás biológicamente imposibilitado, hijo del Sol... te tocó la estrella Sol, que alumbra la vida. Pero no basta. Necesitas desde el comienzo dibujarte como ser puro de energía, y tú no lo eres. No, ni por casualidad. El Sol es bueno, pero no sirve para hacerte ciudadano del cosmos. Lo siento. Te hacía falta otro tipo de estrella central. No la tuviste. Y ¿sabes qué? Estás en un callejón sin salida. Cuando te muevas en el ámbito del sistema solar como Juan por su casa, habrás ocupado todo el espacio que te es permitido recorrer físicamente. Más allá ¿qué te queda? Acceder a través de mensajes, como hoy lo haces desde la Tierra. La Gran Internet Universal te ha abierto sus puertas, eso sí.

Te quedan algunas alternativas. Te das por misión enviar mensajes y eventualmente responder a los que te lleguen, todo el sistema solar convertido en gigantesca antena. Será el chat cósmico. También puedes insistir con las sondas. Tu problema será entonces otro, consistirá en cómo matar el tiempo. Tal vez el "homo sapiens sapiens" que eres ahora devenga un "homo ludicus", todo el día jugando al dominó. Imagínate, un millón de años esperando y, cuando por fin llega un mensaje del espacio exterior, dice: "hemos pasado a un chingo de años luz de ustedes, no podíamos desviarnos tanto de nuestra ruta, otra vez será, saludos a la esposa y besitos a los escuincles".

Una segunda alternativa es la siguiente: te vuelves reiterativo como lo son las sociedades de insectos desde hace decenas de millones de años, el panal de las abejas, te diré, es una preciosa perfección exagonal y por eso precisamente no sabrían hacerlo mejor y de ese modelo no salen... las arquitectas del perdido espíritu creativo. Bueno, eso, o bien, otra alternativa: desesperado por la inutilidad, te suicidas. Obviamente, no lo hagas. Pero convertirte en "sociedad de insectos" es peligroso. Un buen día aparecen los ET con la llave de la jaula del sistema solar y tú, ocupado en elaborar miel y cera, ni los percibes. La rutina habrá matado en ti la vida...

¡No es cierto, no te creo!



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