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22 de agosto del 2002 |
La lucha contra el abuso de poder
Ariel Ruiz Mondragón
En días pasados charlamos con el Dr. Luis de la Barreda Solórzano acerca de los dos libros en los que relata sus experiencias al frente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal: El alma del ombudsman (1999) y El corazón del ombudsman (2002), ambos editados por Aguilar Nuevo Siglo.
De la Barreda ha sido también profesor en las Universidades Nacional Autónoma de México y Autónoma Metropolitana, miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Además, es fundador de la revista de Derecho Alegatos, ha colaborado en periódicos como La Jornada y La Crónica de hoy, y autor de más de seis libros. Actualmente es presidente del Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad, A. C.
Ariel Ruiz (AR): Para empezar, quisiera saber qué es lo que lo motivó a usted a escribir estos dos libros, partiendo de que hay una memoria institucional de la Comisión, que usted ha rendido informes al frente de ella. Luis de la Barreda (LB): En los informes hay una síntesis muy apretada de cada uno de los casos que elegí en esas ocasiones como materia de lo que se estaba informando, pero no hay oportunidad de un desarrollo más amplio ni desde un punto de vista subjetivo, personal. En estos libros yo quiero mostrar desde otra perspectiva esos casos. AR: ¿Cuál fue el efecto de la democratización del Distrito Federal en el tema de los derechos humanos? ¿Se respetaron más por las nuevas condiciones democráticas de la ciudad? LB: Permíteme ejemplificar con la tortura. La lucha a fondo contra la tortura no parte de 1997, sino de varios años antes. La primera recomendación de la Comisión fue por un caso de tortura, si no mal recuerdo en marzo de 1994. Tuvo el efecto de que se aprehendiera a algunos de los presuntos responsables -no a todos- y de que por primera vez se abriera un procedimiento penal por tortura. La tortura ha venido disminuyendo de una manera espectacular en los últimos doce años, y antes era un fenómeno de todos los días. Entonces, no es un logro de los gobiernos perredistas, es un logro de la sociedad mexicana que parte de varios años atrás de que el nuevo gobierno electo tomara el poder. Durante el gobierno perredista hubo abusos terribles, sobre todo durante la gestión de Samuel del Villar al frente de la Procuraduría. Es muy conocido el encarcelamiento injusto de Paola Durante. Es uno de esos casos de una arbitrariedad increíble, en los que el procurador contó con el apoyo de la mayoría perredista en la Asamblea y contó con el apoyo de todo el gobierno.
La memoria suele ser muy débil, muy infiel, pero recordemos algunos de esos abusos. Se iba a la cárcel sin derecho a libertad provisional quien al denunciar el robo de un celular cometía alguna contradicción. Pasaba ante la Policía Judicial, en lugar de ante el Ministerio Público, lo que era irregular, y la Policía Judicial le decía: "detectamos tal contradicción en su declaración. Hay flagrancia -quiere decir que el autor es sorprendido en el momento de cometer el delito-, no tiene derecho a libertad provisional porque es un delito grave." Era absurdo: delitos graves son el secuestro, la tortura, la violación, el homicidio. Entonces se les decía: "O nos da cincuenta o veinte mil pesos -de acuerdo con la condición económica que aparentaba el declarante-, o te vas al reclusorio y no vas a salir en mucho tiempo porque un proceso lleva años y no tienes libertad provisional." Había cientos de presos por ese motivo. Era una barbaridad gigantesca. Me extraña mucho que los medios de comunicación no hayan hecho un enorme escándalo en torno a esta situación absolutamente irregular. Sólo cuando cambió la conformación de la Asamblea y el PRD no tuvo mayoría, pudo tener éxito una propuesta de la Comisión para que esto dejara de ser un delito grave. El nombramiento de Jesús Carrola cuando era un personaje impresentable, como se había denunciado, y las reacciones contra la Comisión por señalar que esto era inaceptable. AR: A Carrola lo ejecutaron en mayo del año pasado junto a dos de sus hermanos en la ciudad de México. Incluso se le comenzó a vincular con el narcotráfico. LB: Es un gran orgullo mío: en todos los casos las pruebas que fueron saliendo, las evidencias que el tiempo fue revelando nos dieron la razón, no obstante que en su momento se dijo que la Comisión se sumaba a la campaña contra el gobierno democrático. Las quejas presentadas contra el gobierno perredista eran muy similares en número y naturaleza a las que tuvimos durante los gobiernos priístas. Es decir, no hubo un cambio significativo en la situación de los derechos humanos con el cambio de gobierno. Creo que si los derechos humanos han tenido mayor vigencia se debe a la actuación de la Comisión, al papel que han jugado los medios de comunicación y a la propia actitud de las víctimas de los abusos de poder, que al ver que sí se podía tener éxito en la lucha por sus derechos, luchaban. Esto es lo que verdaderamente digno de destacar. Y veían que en la Comisión tenían a una aliada muy eficaz y que además no les contaba un quinto. La Comisión demostró con su actuación, principalmente a las víctimas de los abusos de poder, que se podían combatir éstos. AR: En El corazón del ombudsman rescata una opinión de Jaime Sánchez Susarrey en la que afirma que bajo Samuel del Villar la procuración de justicia y la situación de los derechos humanos estaba peor que con los gobiernos priístas. ¿Comparte esa opinión? LB: Sí, porque la procuración de justicia en México históricamente es un desastre, un desastre hoy, fue un desastre con el PRD, con los gobiernos priístas. Allí está el escasísimo porcentaje de averiguaciones previas que llegan ante un juez, el escaso número de inculpados que son consignados, la cantidad de delitos graves que nunca se resuelven, la pérdida de tiempo que es poner una denuncia ante el Ministerio Público, la corrupción, etc. Todo eso viene de tiempos inmemoriales. Pero lo que vimos con el doctor del Villar fue algo terrible: fabricación de culpables, detención de víctimas de delitos como los que denunciaban el robo de un celular -que iban como denunciantes y resultaban detenidos-, persecución de jueces y de periodistas como nunca habíamos visto. Esto también debió suscitar una mayor reacción de los medios de comunicación.
Está el caso del magistrado Enrique Sánchez. No solamente se le habían iniciado averiguaciones previas sin ningún fundamento, sino que se le montó una puesta en escena terrible, en la que se le inventó que había sido sorprendido con una amiga practicando la felación en la vía pública. Fue terrible porque es un hombre casado y ante el fariseísmo de nuestra sociedad es muy mal vista una cosa así. Fueron golpes muy sucios, muy bajos, inaceptables. AR: En este sentido, a partir de sus labores en el ICESI, Rosario Robles declaró hace poco, en términos muy fuertes, que usted había demostrado un gran empeño en golpear al PRD y al gobierno democrático. ¿Qué respondería a eso? LB: Como lo dije hace un momento: en todos los casos el tiempo nos ha dado la razón. Que me diga uno solo en que no haya ocurrido eso. Esto significa que lo que hicimos fue golpear a los abusos de poder, pero lo golpeamos con el mismo profesionalismo, con la misma autonomía y con la misma vocación con las que combatíamos los abusos de poder en los gobiernos priístas. Cuando se termina mi primer periodo, los 66 diputados de la Asamblea Legislativa votan por mi reelección, incluidos todos los del PRD. Eso es un gran reconocimiento. ¿Qué esperaban? ¿Que porque ahora gobernaba el PRD yo ya no señalara con el mismo vigor los abusos de poder? Pues no. Uno tiene que señalar los abusos de poder sea cual sea el partido que está gobernando. Eso fue lo que hice. Nunca golpeé al PRD, no hay una sola declaración mía contra el PRD. AR: En El alma del ombudsman recuerda que para su primer nombramiento fue aprobado con el 83% de los integrantes de la Asamblea de Representantes. LB: En mi primera elección no votaron por mí los panistas, por mi libro sobre la despenalización del aborto. Pero como un gran reconocimiento al trabajo de la Comisión, en 1997 los diputados panistas soslayaron lo del aborto y votaron también a mi favor. AR: En el segundo libro usted hace una enfática censura a la posición que tomó TV Azteca el día del asesinato de Paco Stanley. Creo que allí estuvo usted en un episodio bastante crítico de la relación entre una poderosa empresa de comunicación y el gobierno del Distrito Federal. ¿No cree que en cierta manera pudo haber sido utilizado por TV Azteca en esa guerra? LB: Yo envié una recomendación diciendo que Paola Durante era inocente a quien se había inventado de una manera muy burda una acusación y que debía quedar en libertad. Aclaro que la recomendación era sólo acerca de Paola Durante porque sólo ella presentó la queja. Eso es lo importante. El manejo que se hizo de la recomendación estaba fuera de mi control, por supuesto, era algo en lo que yo no tenía ninguna influencia. Pero el ombudsman, como no tiene fuerza coactiva en sus recomendaciones, se ve muy favorecido cuando los medios de comunicación enfocan sus casos. ¿Por qué el caso de Paola Durante concitó mayor interés que otros asuntos? Paola no era un personaje conocido antes de la acusación. Hubo tanto interés en su caso porque los medios de comunicación, en su gran mayoría, y solamente con las excepciones de quienes defendían al gobierno del PRD hiciera lo que hiciera o dejara de hacer lo que dejara de hacer -excepciones muy contadas, muy localizadas-, al darse cuenta de que una muchacha y sus coinculpados estaban siendo víctimas de una injusticia terrible -porque no era una equivocación de la procuraduría, sino que se había inventado una acusación, se había inducido a un testigo, a un interno que ya en ocasiones anteriores había mentido por intereses personales-. La prensa se dio cuenta de esto y reaccionó dándole una gran difusión a este asunto, apoyando a la Comisión. Hay que ver los comentarios en los noticiarios de televisión, de radio y en los medios escritos. Salvo algunas plumas muy minoritarias. Incluso algunos de izquierda apoyaron a la Comisión, analistas que en términos morales simpatizan con el PRD. Todo nuestro Consejo -en donde hay gente prestigiadísima- apoyó esa recomendación porque eran muy evidentes sus argumentos, contundentes las pruebas que teníamos para decir: esta es una acusación monstruosa. El apoyo de la opinión pública era porque se había dado cuenta de que era un caso que constituía una gran injusticia. Eso a mí me da mucho gusto, que en esta ocasión los medios de comunicación apoyaron a la Comisión porque vieron que la razón estaba de nuestra parte. Si tuvo una gran repercusión fue porque, a diferencia de otros casos, cuando la Comisión recomendaba algo, se aceptaba y se cumplía, en este caso sin ningún argumento se nos dijo: "No, no aceptamos". Creo que esa fue la motivación que tuvieron los medios de comunicación para darle tan gran impacto a esto. TV Azteca le dio más difusión que ningún otro medio porque Paco Stanley trabajaba allí. Pero en general los medios de comunicación siguieron con gran atención y otorgándole gran relevancia al caso. AR: Incluso en esa recomendación estuvo en un principio de acuerdo el entonces secretario general de Gobierno del DF, Leonel Godoy. LB: Verbalmente. AR: Después se echó para atrás cuando vio que la recomendación estaba dirigida contra el capricho de Samuel del Villar, como usted lo cuenta en el libro. Godoy no fue el único. En este sentido, el periódico La Jornada sostuvo un ataque muy constante contra la Comisión, contra su persona en particular. Es un caso bastante curioso, porque en su primer libro se puede ver que hubo un apoyo muy fuerte de La Jornada a la Comisión mientras gobernaba el PRI. Hubo muchos elogios, usted llegó a escribir algunos artículos en sus páginas. LB: Lo siguió siendo hasta el momento de la recomendación de Paola Durante. Pero fíjese, aún dentro de La Jornada hubo apoyos importantes a la recomendación: los del doctor Miguel Concha y de Miguel Ángel Rivera. AR: Pero el tono general del periódico fue muy fuerte en su contra al final de su gestión. A mi me pareció una guerra sucia. ¿A qué atribuye ese cambio tan drástico? En su último informe equiparaba eso con la vieja prensa de la Europa del Este, aunque también se pudo ver en Occidente. LB: A una postura que me parece muy interesante sobre todo desde el punto de vista psicológico que parece responder a un axioma o un dogma según el cual nuestros compañeros ideológicos no pueden cometer ciertos abusos. Es una postura que me resulta muy difícil de comprender. ¿No se demostró que Jesús Carrola era un personaje con antecedentes criminales? ¿No se demostró que Carrillo, otro funcionario de la Procuraduría, había sido condenado por un secuestro? ¿No el propio procurador Bernardo Bátiz le ofreció disculpas, a nombre de la institución, a Paola Durante en un encuentro que tuvieron en la Basílica de Guadalupe? ¿Estos hechos de injusticia los podemos borra de nuestra mente? ¿Es posible?
AR: ¿No le parece que por parte de muchos medios, de intelectuales, de ONG, de partidos, del gobierno, hay una defensa bastante interesada, convenenciera, muy oportunista de los derechos humanos? Además de La Jornada, en su libro se recuerda la actitud de los periódicos de Mario Vázquez Raña en su contra cuando ganó el caso del Halcón García, y cuando ocurre el caso Stanley van en su apoyo. No son los únicos ejemplos. LB: Cuando el caso de Paola solamente un periódico atacó a la Comisión. Todos demás respaldaron a la Comisión. En el caso del Halcón García sólo una cadena de periódicos nos atacó. Quiere decir que a pesar de las molestias que causamos, la gran mayoría de los medios se han definido en favor de la Comisión. En el asunto del Halcón García -similar al de Paola en tanto también se pedía el sobreseimiento-, en ese entonces el diputado perredista Javier Hidalgo pide nuestra intervención. En ese entonces, nadie dice que seamos incompetentes, siendo un caso jurídicamente idéntico al de Paola, en el que sí se nos dice eso. No nos han explicado porque en un caso sí eramos competentes y en el otro no. Carlos Navarrete, hoy secretario general del PRD, hizo una declaración muy interesante, de una gran honestidad. Dijo: "Era tan claro que se estaba cometiendo una injusticia, que el PRD estuvo a punto de pedirle al procurador que aceptara la recomendación 2/2000 acerca de Paola Durante." Yo le hago un gran reconocimiento a Navarrete, porque rompe el silencio del aparato partidario para decir: "Es que es una injusticia". Un senador del PRD, Jorge Calderón, en algún momento nos dice: "Soy del PRD, pero apoyo totalmente a la Comisión en su postura que la ha valido ataques de la procuraduría." AR: Como puede observarse nítidamente en su segundo libro, la defensa que hace mucha gente de los derechos humanos es muy falsa. LB: No es congruente. Debe estar claro que la defensa de los derechos humanos debe estar por encima de partidarismo, de banderías. El abuso de poder lo es cométalo quien lo cometa. AR: En ese sentido le hago dos preguntas, una que tiene que ver con la actualidad de los derechos humanos respecto al futuro y otra con respecto al pasado. ¿La defensa de los derechos humanos puede ser aplazada o hasta desplazada en nombre de "buenas causas" defendidas por personajes de gran "autoridad moral" -generalmente autoadjudicada-, de proyectos que prometen a igualdad, libertad, justicia, etc., en cuanto triunfen? LB: Es una pregunta muy interesante. Incluso un gran escritor tan admirable en su arte y en sus posturas ante el mundo, como Julio Cortázar, llegó a decir : "Bueno, los abusos de poder siempre están mal, pero son distintos los que se cometen en países capitalistas que en los países socialistas, porque en estos últimos hay un proyecto de liberar al ser humano." No es así, ya que como lo demostró la caída del muro de Berlín, y aún desde antes, el abuso de poder siempre contribuye a oprimir al ser humano. Pero incluso tienen una credibilidad especial en los regímenes que hablan de que gobiernan para "liberar al ser humano, para lograr un mundo justo", etc., porque justifican mejor esos abusos y se hacen ver como necesarios para concretar ese proyecto. Eso no es cierto: nunca un abuso de poder puede servir para ir pavimentando el camino hacia la liberación del ser humano o hacia un orden de justicia. Nunca, jamás. Al contrario: si un régimen que se propone la justicia y la libertad, la liberación del ser humano, comete abusos de poder, hay que combatirlo, porque nunca nos conducirán a esos fines. Quiero recordar que cuando yo era estudiante, se decía que las críticas dirigidas a los regímenes socialistas provenían del Selecciones, de Life; eso queríamos creer los estudiantes, porque queríamos tener una Meca política, un paraíso en la tierra en el cual enfocar la mirada. Teníamos una maestra magnífica en la Facultad de Derecho, Beatriz Bernal, que había peleado al lado de Fidel Castro en la Revolución Cubana, y que después decidió venir a México porque no le gustó el régimen que se instaló en la isla. Ella nos decía: "es que ustedes no saben, no se imaginan lo que es eso, yo lo viví, ustedes no. Se dejan llevar por la propaganda de Granma, de Bohemia." Los estudiantes eramos grandes apoyadores de Castro, y le discutíamos. Eramos muy jóvenes y muy estúpidos, y la juventud no disculpa la estupidez. Sin embargo, hay quienes crecen en edad pero no intelectualmente, y siguen pensando en lo mismo. Es una postura religiosa que tiende a acallar la crítica, muy parecida a la de la iglesia cuando dice: "ocultemos los abusos sexuales de algunos clérigos, porque si no la gente qué va a decir, la gente ya no nos va a querer tanto como antes." El abuso debe combatirse siempre porque se trata de la dignidad del ser humano, y su combate no puede dejarse por la coartada de un proyecto ideológico. AR: Sobre la misma temática, pero ahora enfocada hacia el pasado. Usted relata en su libro un caso que atendió el ombudsman de Hidalgo. Se trata de un abuso cometido en una comunidad indígena contra dos de sus miembros, señalados por las artes de un espiritista como culpables de un delito; fueron amarrados en un poste de una cancha más de un día y después fueron expulsados de ella. ¿Las garantías individuales pueden quedar sacrificadas en aras de derechos colectivos a los que otorga "legitimidad" la historia? LB: No. Los derechos humanos son garantías individuales, derechos de cada individuo frente al Estado, frente a la comunidad, frente a los dioses o al Dios que se adora en un cierto lugar. Esto debe quedar claro ya para mucha gente. Una persona tiene derecho a ser gay, a no casarse si no quiere casarse, tiene derecho a no seguir la religión mayoritaria. Los usos y costumbres de los pueblos y las comunidades son respetables en la medida en que no transgredan los derechos humanos, la autonomía individual, la dignidad de cada persona. Hay usos y costumbres inaceptables ya que violan la dignidad. Por ejemplo, en Pakistán un muchacho pretendía a una mujer de una casta superior. Un tribunal tribal popular, sin reconocimiento oficial pero con ascendiente en la comunidad, condenó al muchacho a ser apaleado por la familia de la mujer; no contentos con eso, condenó a una hermana del muchacho a ser violada por cuatro hombres de la familia de la mujer de casta superior. Eso es monstruoso, va contra reglas de convivencia fundamentales. AR: ¿Con cuál de los gobernantes de la ciudad ha tenido la mejor relación, y con cuál la peor? LB: Incluso Rosario Robles estaba dispuesta a apoyar a la Comisión en lo que le recomendaba y le sugería, hasta el momento de la recomendación de Paola Durante. Ahí empezó el problema. Pero nos atendió en un caso muy importante: recomendamos que se le pagara la indemnización que se le debía a la Sra. Gregoria Arana, que había esperado treinta años para que se le hiciera ese pago por la expropiación de unos terrenos. López Obrador, cuando era candidato y gobernante electo, hizo declaraciones diciendo que se iba a ratificar a Samuel del Villar, pero no lo ratificó. Creo que allí contó la postura de la Comisión. Ya como gobernante fue muy respetuoso con la Comisión. Después hizo declaraciones muy subidas de tono por la encuesta que dio a conocer el ICESI. Manuel Camacho en un principio me dijo que no había recursos para la Comisión, pero finalmente la apoyó. Fue tal la autoridad moral que logró la Comisión que todos los jefes de gobierno y regentes nos dieron un gran apoyo. AR: Usted menciona el caso de una amiga, reconocida política de izquierda, ex-integrante del Consejo de la Comisión, que guardó silencio en el caso Durante, lo que le "rompió el corazón". ¿Ha perdido amigos en su pugna en favor de los derechos humanos? LB: Sobre todo he ganado muchos amigos a partir de 1993, pero con otros he tenido cierto distanciamiento. Entiendo que entre amigos pueda haber diferencias, que le puedan decir a uno: "no estoy de acuerdo contigo por esto". Pero hubo algunos amigos que guardaron un silencio vergonzante, amigos que sabían que teníamos razón en nuestras recomendaciones y posturas, pero que callaron por motivos, vamos a llamarle así, de gremialismo ideológico. Eso sí me dolió. AR: En sus dos libros, usted relata desde la votación en la que fue electo por primera vez presidente de la CDHDF, hasta su salida de ella. De las imágenes que allí están, ¿con cuál se quedaría? LB: Con todas. No puedo escoger una. Como digo en El corazón del ombudsman, mientras viva, cuando recuerde mi vida en la Comisión, el corazón me va a latir desaforadamente. Eso es cierto totalmente. Ha sido un privilegio de la vida dirigir la Comisión. Es una experiencia tan intensa que nunca voy a olvidar. |
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