Rafael Pérez Jaramillo: Panamá: Verdad e impunidad

En una sociedad donde parece que se lucha más por cosas, que por causas, quizás no sirva decir que mientras exista la impunidad, nada va a tener solución.

Vivimos en una sociedad donde reina la impunidad histórica, jurídica, económica e intervencionista, contra los ideales de libertad, soberanía, democracia y justicia social. Pienso en el asesinato de Cruz Mojica cuando defendía a su hijo; pienso en la heroica muerte de Ramón Mojica el 9 de enero de 1969, cuando panameñistas atacaron el Cuartel de Piedra de Candela en rechazo de la dictadura y de la intervención estadounidense a favor de los golpistas; pienso en Ariosto González, quien desafió la opresión hasta la muerte; pienso en el respeto a la voluntad popular defendida por Dorita Moreno, torturada y asesinada; pienso en Tomás Palacio Salinas, y su lucha sindical contra la transnacional bananera que ayudó al dictador; pienso en el mártir de la democracia y la justicia social, Ever Quintanar, asesinado en Cerro Azul; Héctor Gallego, quien ayudó a liberar a los campesinos de los poderes económicos, hoy más voraces que nunca, con la globalización del egoísmo (este asesinato simboliza la impunidad económica contra la justicia social); Floyd Britton, y los hermanos González Santizo, quienes lucharon contra esas estructuras hoy fortalecidas con el neoliberalismo posesivo.

Britton y Heliodoro Portugal se opusieron a los tratados "tres en uno", pero no pudieron oponerse a los tratados de Torrijos, porque fueron asesinados. Rita Wald logró rechazar los tratados antes de ser asesinada, como lo fue después Jorge Camacho, cuya vida también fue apagada cuando se oponía a esa razón principal por la que EU sostuvo a la dictadura: Conseguir los tratados que garantizaban sus intereses.

Todos son mártires de la justicia social, de la soberanía, de la democracia, y de la libertad. A las 110 víctimas de la dictadura se les debe hacer justicia, pero la impunidad histórica aupada por intelectuales que vendieron su pluma a los que gobernaban con plomo, es un escollo. Ceslaw Milow, lo dijo en Pensamiento cautivo: "No comprendo a esos intelectuales que se adaptan en vez de ser auténticos revolucionarios".

La impunidad jurídica está en el mal uso de un "derecho positivo" que más negativo no ha podido ser. Prescripciones, sobreseimientos, indultos, amnistías, obediencia debida, y otras carantoñas legales usadas para encubrir las violaciones a los derechos humanos. Recomiendo -y lo que sigue fue, es y será mi opinión muy personal- que con el Informe de la Verdad se investigue a los implicados en asesinatos, desapariciones y torturas, así como a todos los miembros del Estado Mayor del aparato represivo, por la responsabilidad que recae sobre ellos en virtud de que tales crímenes de lesa humanidad ocurrieron bajo sus respectivos mandatos. Igualmente deben ser responsabilizados todos los ex procuradores y mayordomos del militarismo, que estuvieron ejerciendo cargos públicos, cuyas acciones u omisiones derivaron en encubrimiento y negación de justicia. La impunidad jurídica sigue hoy, cuando una ley como la 31 para "víctimas del delito" no alcanzó a favorecer a las víctimas de violaciones de derechos humanos y del derecho internacional humanitario. La impunidad jurídica también avala la corrupción con las pruebas de ADN. Se debe revisar la ley sobre el banco de ADN, para que la contratación de laboratorios no quede en la discrecionalidad de un funcionario. La situación actual da pie para que laboratorios contaminadores practiquen desapariciones de probeta, como quisieron hacer con el caso de Heliodoro Portugal.

La impunidad intervencionista me hace preguntar: ¿Dónde queda la responsabilidad de EU por la ayuda a la dictadura? ¿Dónde queda la responsabilidad de las ñángaras del imperialismo soviético? La ex secretaria de Estado Madeleine Albright habló de "derechos humanos" (El País, 1998) diciendo que EEUU cometió "errores terribles" por su complicidad con las dictaduras. En Panamá, informes desclasificados demuestran que embajadores de EU pusieron a Noriega por el cielo cuando torturó a prisioneros, avalaron el pacto de los izquierdistas ambidiestros con la dictadura, aplaudieron el 277 que entronizaba la dictadura de Torrijos, y en 1970 vaticinaron que después de Torrijos, los jefes de la dictadura podrían ser Paredes y Noriega. Hoy día siguen vigentes los mecanismos con los que EEUU militarizó a Panamá: los "acuerdos". Hoy siguen utilizándose los "acuerdos" para decisiones que afectan a la nación. Prueba de que la impunidad intervencionista sigue vigente está en que gracias a los tratados impuestos, todavía hoy EEUU alega que limpiará polígonos "hasta donde sea viable", y el tránsito de cargas peligrosas por el Canal es permitido por el Tratado de Neutralidad. Así como EEUU nos exportó represión, también debiera exportar pensamientos y acciones para erradicar la impunidad histórica, jurídica, económica e intervencionista que ayudaron a sembrar. Cito a ese gran estadounidense llamado Abraham Lincoln: "Debemos más bien dedicarnos a la gran tarea ante nosotros; que estos venerados muertos nos inspiren una devoción aún más grande hacia la causa por la cual ellos hicieron el supremo sacrificio; que solamente resolvamos que estos muertos no han caído en vano; que esta nación, con la gracia de Dios, tendrá una nueva aurora de libertad; y que el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo, no desaparecerá de la tierra".

Por la memoria de los que ofrendaron sus vidas en Panamá, por la libertad, la soberanía, la justicia social y la democracia, hagamos que la verdad no quede en la impunidad, tal como lo dijo el entonces obispo de Talca y presidente de la Conferencia Episcopal de Chile: "La verdad sin justicia, es una farsa".

(*) El autor es activista de derechos humanos y periodista. El artículo fue publicado hoy, 22 de abril, en el periódico "La Prensa" y enviado por el autor para ser publicado también por Adital.