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16 de abril del 2002 |
Venezuela La movilización popular impuso a Hugo Chávez
Vicky Peláez. EEUU, abril del 2002.
«Bajaban de los cerros, por miles, armados con palos, piedras y, otros con
armas de fuego disparando al aire. Todos con gestos amenazantes gritaban
Chávez, Chávez. Es la primera vez que me da tanto miedo salir a la calle. La
policía trató de controlarlos pero al mediodía, ya había sido rebasada.»
-Jesús Calderón, periodista. La República. Perú, 13 de abril del 2002- Las palabras del presidente Hugo Chávez al reasumir el poder, llamando al pueblo a la calma, fueron justamente las mismas que unas horas antes invocó temblando Pedro Carmona al verse forzado a dimitir de su breve gobierno de facto cuando la masa se desbordó y los pobres bajaron por miles de los cerros dispuestos a todo para defender su Revolución Bolivariana. Que el pueblo haya hecho restituir a un presidente es una acción histórica, tal vez la única en su género en América Latina y esto demuestra lo que puede ser capaz una población cuando se moviliza. Los conspiradores, acostumbrados en esta era globalizada a la obediencia y la sumisión popular, jamás pensaron que los pobres son capaces de organizarse. Siempre los han considerado fácilmente dividibles y sobornables por una canasta de comida. Creyeron que allanando 180 viviendas de los dirigentes barriales, sacando a la policía, los tanques a las calles y silenciando en los medios, el desarrollo de los acontecimientos, iban a desensamblar la incipiente República bolivariana de sus primeros decretos dirigidos a la mejor redistribución de la riqueza y el inicio de la Reforma Agraria que tanto odian los que tienen la riqueza y el poder. Los estudiantes, los dirigentes barriales, los campesinos, los sin zapatos, los soldados y sus oficiales con rostros andino-caribeños, sí sabían que era quizás su único momento para defender lo poco que habían alcanzado y salieron dispuestos a todo para restituir al presidente constitucional. En el camino, conforme se está contando recién (pues los medios nada decían), murieron decenas y hubo cientos de heridos. Todos saben que desde los primeros días de la llegada de Chávez al poder se empezó a gestar este golpe. Poco a poco se crearon dos células de los descontentos, de la clase alta y media acostumbrados a dar migajas al pueblo. En un hecho bastante extraño que seguramente saldrá a la luz con el fracaso de golpe, Pedro Carmona, el presidente de FEDECAMARAS -organismo que manejaba al 90 por ciento del Producto Nacional Bruto- hizo pacto con Carlos Ortega el líder de la mayor organización sindical obrera la CTB que agrupa a un millón de trabajadores . Más extraño es aún que esta sindical se unió y recibió desde un tiempo el asesoramiento de la AFL-CIO, la federación de trabajadores más grande de Estados Unidos. Entró también en el pacto para quitar a Chávez del poder, el sector empresarial de Petróleos de Venezuela, pero cuando la Iglesia Católica bendijo esta alianza ya se decidió su suerte. De los primeros 100 mensajes de correo electrónico al día pasaron a las protestas callejeras, luego al llamado de las huelgas y culminando con la huelga indefinida. Todo esto apoyado por una campaña sistemática de los medios de comunicación de Venezuela y por supuesto de los medios de Estados Unidos y sus incondicionales. La razón de todo esto no es el color oscuro de Chávez sino el color del oro negro porque desde 1920, cuando Estados Unidos sacó a los británicos de Venezuela, este país se convirtió en su segundo proveedor de petróleo después de Canadá. Diariamente se envían a EEUU un millón 700 mil barriles. Por eso cuando Chávez empezó a frecuentar a Cuba, Irak y Libia sonó la alerta roja en el Consejo de Seguridad de EEUU. Había que sacarlo a como dé, mucho más, cuando supieron que decidió mandar 52 mil barriles de petróleo diarios a su amigo Fidel a precio preferencial, al igual que a los países caribeños como Barbados, Trinidad y Tobago, El Salvador , Nicaragua y Panamá. Pero Chávez nunca fue más odiado como cuando el venezolano Alí Rodríguez se convirtió en el presidente de la OPEP (Organización de los Países Productores de Petróleo) que controla el 34 por ciento del petróleo mundial. La alerta estaba al rojo vivo cuando Venezuela estaba por apoyar la moción de Sadam Husein para suspender el suministro de petróleo para obligar a Israel a retirarse de Palestina. Por eso, en horas se acelera la campaña en su contra dentro del país, la iglesia llamó a sumarse al paro nacional por lo que Chávez los llamó "diablos en sotana". Desde Miami y bajo la batuta de Otto Reich llega a manos llenas todo el apoyo para los sucesos del 11 de abril. Las muertes producidas por extraños francotiradores durante la marcha, (que luego serían capturados por la población pro Chávez) fueron el detonante para el golpe. Tras ser detenido Chávez por los militares, asumió al poder Pedro Carmona sin que los organismos internacionales se pronuncien en absoluto, mucho menos Estados Unidos. No bien asume Carmona ordena la suspensión inmediata del suministro de petróleo a Cuba, cambia el nombre el país, disuelve la Asamblea Nacional, la Corte Suprema, enfría relaciones con la OPEP y simultáneamente abroga 49 leyes que favorecían a las mayorías pobres, entre ellas la Reforma Agraria. Incluso, a Chávez lo acusaron de estar conectado con Osama Bin Laden. El plan real de los golpistas era crear una junta de tres hombres que incluía a Carmona, al general Efraín Vásquez y al obispo de Mérida, pero justo cuando iban a jurar en una especial ceremonia, la insurrección se generalizó en todo el país y el pueblo ya había rodeado el palacio presidencial, por lo que Carmona tuvo que dimitir y facilitar el retorno de Chávez, le iba en ello la vida. Si bien Chávez ha retornado, la situación en el país, no está del todo clara. Luego de un breve retroceso todas las fuerzas internas y externas en su contra embestirán con más fuerza y sinuosidad, ante lo acaecido en estos últimos días. Hay muchos intereses de por medio, especialmente el Plan Colombia ya que Chávez ha sido uno de los obstáculos imprevistos para su ejecución final. Si Chávez quiere seguir en el poder, tiene que cumplir las promesas de mejor redistribución de la riqueza normadas en la Revolución Bolivariana y que el estado asuma mayor control de la economía en el país porque el neoliberalismo ha fracasado. El propio pueblo le está diciendo a Chávez que los centristas son absorbidos y echados en el tacho de basura de la historia. Es un ejemplo para el mundo y es el momento ideal para atreverse a cambiar el rumbo de la historia de Venezuela. |
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