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La insignia
12 de abril del 2002


Venezuela: Editorial

El golpe y los medios


__SUPLEMENTOS__
Golpe en Venezuela

Jesús Gómez



Una vez más, América Latina ha sido escenario de una insurrección militar contra un gobierno elegido democráticamente. Los hechos acaecidos en Venezuela entre la noche del jueves y la madrugada del viernes no se encuentran en la categoría de los levantamientos populares, sino en la larga trayectoria de golpes contra el estado de Derecho en el continente. El derrocamiento de Hugo Chávez vuelve a demostrar la debilidad estructural de las democracias latinoamericanas, siempre a expensas de caudillos, juntas militares y salvadores de última hora.

Lo sucedido durante la manifestación antigubernamental exigiría de una investigación a fondo destinada a depurar responsabilidades, aunque éstas alcanzaran al ya ex presidente venezolano. Pero nunca, en ningún caso, puede justificar la quiebra de la legalidad vigente y el derrocamiento de un gobierno democrático, por mucho que desde los grandes medios de comunicación nacionales e internacionales se intente argumentar lo contrario. Las ideas se combaten con ideas, no con fusiles, y no hay más soberanía que la voluntad de los ciudadanos expresada en las urnas.

Cualquier interpretación que soslaye o minimice el atentado contra la democracia venezolana se volverá contra sus autores. Ni el carácter más o menos progresista de Hugo Chávez, ni la posición de su gobierno en cuestiones de política internacional, ni su pasado también golpista, ni sus aciertos o desaciertos en la presidencia de la República son relevantes ante el hecho principal, ya mencionado. Venezuela despertó ayer con un gobierno democrático y hoy tiene a un grupo de salvapatrias.

En todo ello, no podemos pasar por alto el papel desempeñado por grandes medios y agencias de información, que han desvirtuado el concepto de libertad de prensa y actúan con criterios más propios de un ministerio de propaganda. Las continuas tergiversaciones, cambios de rumbo y oportunas noticias sin contrastar arrojan una sospecha más que razonable sobre su labor, al margen de las lógicas complicaciones de informar con rapidez cuando no se dispone de datos suficientes ni de periodistas capaces de tratar los hechos con la prudencia exigible.

El golpe de Estado en Venezuela debería ser una mala noticia para todos, tanto para los simpatizantes como para los detractores de Hugo Chávez, especialmente en América Latina. Se equivoca la izquierda que desprecia el valor del estado de Derecho y se equivoca la derecha que nunca ha creído en la democracia y que sigue estando donde siempre estuvo: en la defensa, a toda costa, de sus intereses. No hay socialismo sin democracia, ni libertad sin justicia.



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