14 de febrero del 2001 |
Perú Y total, corrupción hay en todos lados Rocío Silva Santisteban
Un grupo de estudiantes universitarios esperaron al cantante Raúl Romero a la entrada de Panamericana Televisión, canal donde tiene un programa de concursos. Al verlo sobre su BMW de inmediato lo atacaron con huevos, tomates y gritos: “Fujimori mata, Romero gana plata”. El rockero Raúl Romero —más conocido como Cara de Haba— se dirigía al programa político dominical del canal para hacer el descargo frente a la vergonzosa entrevista que dio a la revista Caretas en la cual dijo, entre otras cosas, que justificaba los crímenes y asesinatos de Barrios Altos y La Cantuta porque eran “macropolíticamente necesarios”. En la misma entrevista confesó haberse reunido con Vladimiro Montesinos hasta cinco veces en el local del Servicio de Inteligencia y haber tasado una serie de diez conciertos de él y su grupo de rock Losnoséquién y Los nosécuántos en un millón y medio de dólares (sin embargo, como el asesor le regateó a un millón cien mil dólares, Romero se negó a cantar).
Los estudiantes, indignados como gran parte de la opinión pública peruana, decidieron impedir que Romero aparezca ante cámaras para “pedir un hipócrita perdón” y a punta de huevos podridos lograron su cometido. Durante unos vergonzosos quince minutos Romero escuchó las pifias y se sometió a una voluntaria purga que no le sirvió de nada. Ante la resistencia de los estudiantes, antiguos fans del cantante y hoy desengañados por su confesión pública, el rockero metió retroceso a su carro negro y desapareció mientras se llevaba encima carteles que rezaban “por cinco lucas me compró a un Romero”. El grupo Los noséquién y Los nosécuántos tuvo un gran momento de estrellato durante los primeros años de la década del 90. Su canción más importante y que de alguna manera se convirtió en el emblema de la época debido a la crítica directa que proponía su letra fue “Las Torres”. En ella y al ritmo de la canción infantil “un elefante se balanceaba” se consignan una serie de males de la sociedad política peruana. “Un terrorista, dos terroristas se balanceaban sobre una torre derrumbada (...) un terrorista, un guerrillero emerretista, un traficante en el Huallaga, el búfalo aprista Agustín Mantilla, Alan García y su compañía me da tanto asco como Chirinos Soto y su cara de poto, como cinco policías en la esquina de Larco vendiéndole rifas a los más zampados, y total corrupción hay en todos lados: por cinco lucas me compró un diputado, un fiscal, un par de abogados, dos periodistas, un novelista... y quizás a Fujimori”. Si bien es cierto que “Las Torres” no era vocalizada por Romero ni él compuso la canción sino su par Alfredo Sillau (hoy totalmente retirado de la música), Romero se convirtió en uno de los líderes juveniles representativos de la sociedad peruana, no sólo por sus performances y sus conciertos, sino porque mantenía un discurso bastante rebelde, democrático, inclusivo de todos los sectores de la sociedad y sensible frente a las injusticias de todo tipo. Con un tono sarcástico que algunas veces pecó de excesos irónicos, Romero divertía, entretenía y proponía. Pero la razón cínica esgrimida en la famosa entrevista de Caretas hoy lo ha sepultado centenares de metros bajo tierra. Y seguramente que los universitarios, en rap, rock o tecnocumbia, bailarán sobre su tumba. |
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