Portada de La Insignia

28 de octubre del 2008

enviar imprimir Navegación

 

 

Cultura

El mito de la Italia victoriosa


Vittorio Foa
Metiendo Bulla / La Insignia. España, octubre del 2008.

Presentación de José Luis López Bulla.

 

Como informábamos el pasado 23 de octubre, el compañero Vittorio Foa murió en su Foggia natal a los 98 años. Una vida dedicada a la causa de los trabajadores y de la democracia. Sindicalista de la CGIL, dirigente político, intelectual de gran prestigio, autor de innumerables obras. Sus libros de memorias Il cavallo e la Torre y Lettere della giovinezza, ambos de la Editorial Einaudi los recomiendo vivamente: El primero es una reseña de sus relaciones con toda una serie de personajes de gran altura: Palmiro Togliatti, Giuseppe Di Vittorio, Bruno Trentin, Primo Levi, Natalia Ginzbourg, su intimo amigo el filósofo del Derecho Norberto Bobbio, etc. El segundo es el epistolario del joven Foa desde la prisión en tiempos de la lucha contra Mussolini; la gran sorpresa de este libro, que se vendió por centenares de miles, es que sus principales lectores fueron los jóvenes. A continuación revisitamos un capítulo de su última obra, escrita y publicada hace un año, que -como dijimos- encontrará el lector justo en la sección de al lado. Pues bien, tiene la palabra el compañero Vittorio Foa.


(...) Una vez más me piden que recuerde la Resistencia. Se desarrolló durante un periodo brevísimo, entre 1943 y 1945. ¿Cómo es posible que una etapa tan corta se convirtiera en un punto de referencia obligado en nuestra vida colectiva de la República italiana? Los partisanos son una gran memoria, pero fueron una pequeña minoría de los italianos. ¿Por qué les recordamos como una totalidad de nuestro pasado?

Esta memoria viene del hecho de que, con el paso del tiempo, hemos comprendido que los actores de la Resistencia no fueron sólo los partisanos sino todos los que estaban en los campos de prisioneros o de deportación, en los trabajos forzosos y en los campos de exterminio. En aquel periodo, millones de hombres y mujeres prodigaron la solidaridad, en la ayuda a quien sufría, pensando en el futuro.

Si considerásemos sólo la lucha armada, podemos entender por qué la Resistencia fue el modo que los italianos removieron su somnolencia y afirmado una solidaridad entre los combatientes y el pueblo. La solidaridad no significaba que los problemas se resolvieran; en abril de 1945 tomamos el compromiso hacia nuevas cuestiones, y fuimos responsables.

Cuando recuerdo la Resistencia no pienso ya en mi compromiso y felicidad de aquellos años. Pienso en el presente.

El antifascismo se acabó, también se ha perdido la memoria del fascismo. En todo caso, continúo siendo antifascista; debemos ajustar las cuentas con la historia.

En la inmediata posguerra, gracias a la habilidad de Togliatti y De Gasperi, se impuso la idea de que Italia participó en el conflicto mundial al lado de los vencedores; es decir, consiguieron que se olvidara que perdimos la guerra. ¿Cómo ocurrió aquello?

Una de las explicaciones que se dieron fue la de decir que los italianos siempre habían sido antifascistas. Lo que no era verdad. Yo nunca he pensado que los italianos se adhirieron conscientemente al fascismo -lo he reflexionado a fondo, sobre todo en la cárcel. Pero siempre he credo que hubo una aceptación a la dictadura por parte de amplias masas populares, un deseo de homogeneidad, una solidaridad (un poco perversa) con una opinión que se consideraba mayoritaria. Usando una fórmula al uso: una especie de servitude volontaire.

El mito de la Italia victoriosa lo construimos nosotros. De una parte, con la Resistencia y, de otra, con el comportamiento de De Gasperi en la Conferencia de Paz. Al olvidar que no fuimos antifascistas nos ha llevado a la liquidación de, incluso, otras cosas de nuestra historia, con graves efectos negativos. Pienso en los defectos que hemos ido adquiriendo a lo largo del tiempo: una no suficiente comprensión de qué es la legalidad; y, en última instancia, el Estado: algo enfermizo se ha generado en la unidad nacional. La mía es, también, una autocrítica: hemos trabajado ampliamente para crear una imagen de la Italia del periodo fascista no comprometida con el Régimen. Esto es, sin embargo, un elemento mitológico que no se corresponde con la realidad; hemos llenado de prepotencia la historia de la posguerra. ¿Hemos de considerar que fue un error la cancelación de la idea de un país comprometido con el fascismo? Francamente no. Pienso que entonces fue algo de extraordinaria utilidad. Pienso que hicimos muy bien. Pero hoy no debemos convertir en círculo virtuoso nuestro pasado. Porque, de ese pasado, todavía tenemos que rendir cuentas. Por ejemplo, de la etapa colonial y de las relaciones con Yugoslavia.

He vivido casi íntegramente el siglo XX con la responsabilidad de que, a mi lado, estaban otros. Mis recuerdos vienen desde 1913. Desde entonces las preguntas sobre el pasado son cada vez más claras e intransferibles: ¿por qué me convertí en antifascista? ¿qué me indujo a estudiar, durante años, el nacimiento y triunfo del nacionalismo con todas sus estructuras? ¿qué hizo que la Resistencia, se convirtiera al final de la guerra en un elemento tan fundante de nuestra vida colectiva? Estas preguntas, que conservan en sí mismas, el intento de comprender mi vida, también estaban y están ligadas al futuro.

 

Portada | Mapa del sitio | La Insignia | Colaboraciones | Proyecto | Buscador | RSS | Correo | Enlaces