23 de enero del 2008
En el origen
fue apenas espora
sobre la densa región de las aguas.
Nada lo alarmaba o removía
salvo el aluvión del rayo: allí anidaba el viscoso aletear del silencio
redondo e imprevisto como el huevo de los planetas.
Fue pez
unigénito habitante de los círculos de la arena
latido devorando la estrella disuelta en el cieno.
A veces/ la luz de un futuro dolor animal
aullando desde el espacio indescifrado.
El humus/ los torrenciales/ el rebullir
de la Nada estallando.
Y el pez solo/ solitario/ bajo la gran noche del Cosmos
sobre la gran pecera del Universo.
Y el agua/ espejo primigenio
bañando la doble imagen del ojo
la duplicada contemplación en el Otro.
Hay ya nostalgia de tierra en la aleta.
Algo que tembloroso es como un corazón que muerde helechos en la orilla.
Cielo prometido/ el árbol.
Vértigo de paraíso/ el fruto.
Y la cola que amanece contenta de ser cola.
La bestia avanza de rama en rama hasta el hombre.
La pata que en su primate utopía quiere ser ala.
En el musgo de los tiempos
no hay sino reposo/ vísceras de antílope
acaso una extraño gruñido frente a la pulpa escarlata de la luna.
Entre la pelambre una pulga basta para prender el Misterio.
Alboroto cósmico en las entrañas del mundo.
Tropel de sombras frente a la rama derribada.
La lluvia cesando/ propicia/ augural
en la confluencia de lo inexorable.
Al fondo de la noche/ entre la zarza que arde
algo que anticipa torres
proclama horrores
rige divinidades
atiza delirios
funda heredades:
El fuego
Amo y señor en la cueva de la palabra
Vigía absoluto del círculo germinal.
Imagen y semejanza de la dicha terrestre.
Teoría de la pasión de Heráclito:
El fuego.