25 de septiembre del 2007
«Alguien la ha definido como la mejor serie de la BBC del siglo XXI (siglo de siete años y nueve meses). En mi opinión es una serie magnífica, si me atengo a criterios exclusivamente profesionales; y una de las mejores si agarro la pretensión de objetividad y la cuelgo en el techo, de saco de boxeo, para que opinen mis ganas y una afinidad a veces consanguínea con ella. Se llama Life on Mars, Bowie mediante, 1973. Será Ashes to Ashes, Bowie mediante, 1981.
»Lecturas de la semana: Cartas. Las de Wilde en la edición de Merlin Holland, que excluye De Profundis por la extensión. Las de Bioy Casares a Silvina Ocampo (En viaje). Las de Juan Sintierra, de Blanco White, sorprendentemente útiles para proteger del polvo a Letters to Penthouse (Uncensored V). Las acumuladas por exceso de trabajo. Tus notas en mitad de un libro. Tantas facturas que desconecto de lo impreso y Jacqueline Bisset sonríe a Belmondo en Le magnifique.
»Hechos de la semana: El cincuenta por ciento de los trabajadores madrileños gana menos de mil euros al mes. Gana. No sé qué será perder. Calculen cuántos centímetros cuadrados de casa se pueden alquilar en Madrid con mil euros. Terminado el cálculo, propongan una dieta para treinta y un días con el dinero sobrante, siempre y cuando la víctima no tenga teléfono ni luz ni agua ni necesite transporte o vestimenta. De Madrid al cielo, dice el refrán.
»Relato de la semana: La pesadilla termina a las cinco menos cuatro minutos. Tal vez las cinco menos diez, porque la primera hora es la que marca el reloj tras un lapso dedicado a recordar dónde, cómo, cuándo. Hay una mesa con una lámpara. Una lámpara de latón, dorada, de brazo que se divide en dos para sostener una pantalla de cristal verde oscuro. Típica de biblioteca o despacho antiguo, ilumina parcialmente al personaje que a su lado, recostado en una butaca, se gira hacia la izquierda y palidece. Hoy he puesto un espejo al final del corredor. Si vuelvo a verme pasar, que sea por partida doble.
»En 1973, yo tenía ocho años. Los mismos que mi querido amigo Antonio Rivas, alias Gorin, culpable de que en este momento no me disguste demasiado la idea de quedarme en coma y despertar de inspector de policía en una comisaría de Manchester. Como dice el camata de Life on Mars, estás vivo cuando te sientes vivo.»