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28 de marzo del 2007 |
A 40 años del descubrimiento Nota del Ministerio de Energía y Minas de Ecuador. 17 de marzo del 2007.
El 15 de febrero de 1967, el consorcio norteamericano Texaco-Gulf iniciaba la perforación del pozo Lago Agrio 1 (1) en el nororiente ecuatoriano. Aunque la producción petrolera en el Ecuador, localizada en la península de Santa Elena, databa desde principios del siglo 20 y era cada vez menor, este el primer pozo petrolero que se perforaba en la zona nororiental amazónica y que permitiría la extracción de importantes volúmenes. En 1964, el consorcio norteamericano había recibido de la Junta Militar una concesión de 1,4 millones de hectáreas por un plazo de 40 años, prorrogable por 10 años más, es decir hasta el año 2014. Más de 6 millones de hectáreas habían sido entregadas a otras empresas petroleras extranjeras en la amazonía. Las concesiones inundaban el país.
Luego de 35 días, la broca del taladro había alcanzado una profundidad de 10.175 pies, y el crudo Oriente empezaba a fluir. Era un crudo de 22.8 grados API y su producción inicial sería de 1.573 barriles por día. Apenas un año atrás había sido depuesta la Junta Militar de Gobierno y una Asamblea Constituyente había designado presidente interino a Otto Arosemena Gómez. Era un año clave, no solamente por la transición política del retorno a la democracia con la expedición de la décimo séptima Constitución de la República y el descubrimiento de reservas importantes de un recurso no renovable, sino también porque estos acontecimientos que cambiarían el destino del país, estarían enmarcados en otros hechos trascendentales a nivel continental y mundial. A partir del mayo de 1972, el crudo Oriente empezaría a ser transportado por el Oleoducto Transecuatoriano. En agosto de 1972 zaparía el buque tanque Texaco Ana Cortez con el primer cargamento de crudo amazónico. Otro gobierno militar, que llegó al poder en febrero de dicho año, colocaría con honores militares un barril de petróleo en el Templete de los Héroes en Quito. Desde aquella fecha hasta el presente, el Ecuador ha producido 4.035 millones de barriles de petróleo, que valorados a precios históricos internacionales nominales, significaría un total de 82 mil millones de dólares. Más allá de estas cifras y hechos, conviene preguntarse ¿qué ha sucedido con la sociedad ecuatoriana 40 años después del descubrimiento del pozo Lago Agrio 1? El súbito viraje de una economía agro-exportadora a una agro-minero-exportadora permitió cambiar el centro político del país, de Guayaquil a Quito. Al mismo tiempo se aceleró la colonización indiscriminada en una inmensa región con la cual el país no había tenido mayor contacto antes. El país pudo ser autosuficiente en el consumo de combustibles fósiles, pero simultáneamente se implantó un modelo energético ineficiente, caracterizado por el desperdicio, los crecientes subsidios y la ausencia en la ciudadanía de un espíritu de conservación. Se consolidó una economía rentista, una sociedad plagada de prácticas clientelares y una convivencia política autoritaria, cuyos rasgos subsisten de una u otra forma hasta la actualidad. Los llamados "petrodólares" permitieron construir ciertas obras de infraestructura de gran envergadura que han marcado definitivamente el rumbo de la nación, particularmente el proyecto hidroeléctrico Paute, la refinería de Esmeraldas, la red vial, de poliductos y obras en el ámbito de la salud. Sin embargo, en esos años, este nuevo rico petrolero, accedió a crecientes créditos internacionales que consolidaron la lógica de la perversa "deuda eterna", que abriría la puerta a "la larga noche neoliberal". La bonanza que generó el petróleo -la mayor cantidad de divisas que ha recibido el país-, que apareció en forma masiva y relativamente inesperada, se acumuló sobre las mismas estructuras anteriores y reprodujo, a una escala mayor, gran parte de las antiguas diferencias y de las mismas prácticas rentistas. El salto cuantitativo llevó al Ecuador a otro nivel de crecimiento económico, pero, al no corresponderle una transformación cualitativa similar, en poco tiempo se cristalizó en "el mito del desarrollo". En este contexto la mala distribución de la nueva riqueza profundizó las diferencias sociales entre los ecuatorianos y creó nuevas fronteras de pobreza, marginalización y exclusión social y cultural; una de las mayores expresiones de esta realidad se encuentra en la Amazonía. La sociedad en general y particularmente la de la región amazónica, han tenido en el petróleo el origen de nuevas prácticas depredadoras que han ido deteriorando el tejido social y por cierto el equilibrio ecológico del nororiente del país. Aún se cree que el petróleo es una fuente inagotable de recursos económicos que deben continuar siendo repartidos sin ningún esfuerzo de previsión y planificación. De allí el inicio de un círculo vicioso perverso que se inicia con las constantes paralizaciones a lo largo y ancho del país, sobre todo en la Amazonía, por nuevas dádivas; con nuevos ofrecimientos del gobierno central y de las compañías petroleras para salir del paso; lo que da lugar a nuevos engaños e incumplimientos. Círculo que en más de una ocasión ha conducido a respuestas represivas que lo único que hacen es ahondar más las contradicciones. No se puede dejar de mencionar que la región amazónica es tratada, en la práctica, como una periferia en el Ecuador. Estamos todavía lejos de entender que el petróleo es un recurso natural no renovable que una vez extraído del subsuelo es irrecuperable. Esta situación es aún más crítica si los ingresos que genera no son utilizados adecuadamente. El Ecuador ha sido un ejemplo patético de las consecuencias del modelo económico extractivista, que a pesar de su enorme riqueza lo ha conducido a un estado profundo de inequidad, inestabilidad y pérdida de rumbo. El Ecuador es, en definitiva, un país pobre porque es un país rico en recursos naturales, pues en lugar de buscar su desarrollo en base al esfuerzo de sus habitantes busca acumular riquezas apostando por la generosa renta de su naturaleza. El pozo Lago Agrio 1 se cerró el 31 de julio del 2006, producía entonces apenas 33 barriles diarios, la mayor parte de agua, después de haber generado para la nación casi 10 millones de barriles. Es hora de pensar que las alternativas para el desarrollo del Ecuador no están en volver a reproducir el modelo extractivista -esta vez con la minería- sino en empezar a ser imaginativos y desafiar los conceptos estrechos que quieren perennizar la opresión y miseria que desvela a la gran mayoría de ecuatorianos. Es urgente, entonces, redefinir la actividad hidrocarburífera en el Ecuador, dentro de una visión más amplia. La salida no puede ser simplemente producir más petróleo, intentando ahogar los reclamos sociales con más dólares, al tiempo que se consolida una estructura social autoritaria e injusta, causando mayores destrozos al medio ambiente y a la sociedad misma, en particular a la Amazonía. (*) Se denominó Lago Agrio tomando el nombre del campo petrolero Sauer Lake de Texaco, en Téxas. |
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