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29 de junio del 2007 |
De la lucha por la libertad
Manuel Amor Deus
Manuel Amor Deus fue secretario general del sindicato nacional de Comisiones Obreras (CC.OO.) de Galicia. Antiguo trabajador de los astilleros de Bazán donde ingresó como aprendiz en 1955. Dirigente histórico de CC.OO. junto Rafael Pillado y José María Riobó, todos ellos contaminados por el amianto. Riobó falleció hace unos años. Los tres eran del Jurado de Empresa de Bazán y fueron encausados y sometidos a consejo de guerra por las movilizaciones obreras de 1972, que se saldaron con la muerte de los compañeros Amador y Daniel (en su recuerdo se celebra el 10 de marzo como día de la clase obrera gallega). El 10 de marzo de 1972, Amor Deus pasó a la clandestinidad siendo detenido dos meses más tarde y encarcelado. Permaneció en prisión hasta la muerte del dictador. Tras le legalización de los sindicatos fue elegido primer secretario general de CC.OO. de Galicia, cargo que ostentó hasta 1988 en que regresó a su trabajo en la Bazán. En 1992 cesó su actividad laboral al declarársele una incapacidad permanente total. Falleció en Ferrol el 26 de junio de 2007 víctima de un cáncer provocado por el amianto, pocas semanas después de escribir esta carta. Los responsables de esta y otras tantas muertes continúan impunes. Me llamo, o me llaman, Manuel Amor Deus. Nací el 16 de febrero de 1941 en el seno de una familia humilde de trabajadores de Ferrol. Me crié en el barrio de Esteiro al lado de la Empresa Nacional Bazán de C.N.M., hoy Navantia. Y como la mayoría de los niños de mi época y edad nuestra aspiración era ingresar como aprendices en lo que llamábamos "la Bazán". Era un orgullo pertenecer a esta empresa. Yo no lo tenía fácil, pues no era hijo de trabajador de la factoría y no podía acudir a la Escuela Obrera. Aún así, al cumplir los 14 años me presenté a unas oposiciones de ingreso y fui admitido de aprendiz. Ahí empezó mi formación personal, profesional y política. Transcurridos los años y visto con perspectiva, la formación que nos daban se caracterizaba por graves carencias. Por un lado se gastaban miles y miles de pesetas en formación religiosa. Con ejercicios espirituales todos los años donde nos explicaban que casi todo era pecado, que teníamos que portarnos bien, que las mujeres eran un invento del diablo, etc., etc. Estaban muy preocupados por la salud de nuestras almas y nada por nuestros cuerpos. Intentaban formarnos en los valores del fascismo, en la mentira, ocultándonos y deformando nuestra historia más reciente. La guerra civil, la traición de Franco al gobierno de la República y a su ejército. Pero en cuanto a medidas de seguridad e higiene, nada de nada. Y así nos fueron envenenando. Desde el primer momento, ya en el aprendizaje algunos compañeros tuvieron contacto con el amianto sin conocer las graves consecuencias que podían padecer. Nadie; ni empresa, ni mandos, ni técnicos, nos dieron una explicación sobre el amianto, o la asbestosis. Y ellos ya lo sabían, sabían que nos estaban envenenando. Pero no hicieron nada para impedirlo. No tomaron ni una sola medida para evitar la contaminación. Ni la empresa ni las autoridades. Venían los barcos de Norteamérica repletos de amianto para ser reparados en Bazán y no nos avisaron de los riesgos, cuando en Estados Unidos el asbestos (amianto) había adquirido la dimensión de escándalo público. Hablo del amianto y no puedo olvidar a tantos y tantos compañeros que quedaron en el camino y que tampoco nos informaron de las causas de sus muertes. Amigos míos, compañeros que entraron conmigo en la Bazán; que dejaron a sus familias sin protección. Compañeros que trabajaron desde los 14 años, y cuando podían disfrutar de su bien merecida jubilación se murieron por la negligencia de la empresa y de las autoridades laborales y sanitarias. Porque señores, estamos hablando de vidas humanas, de enfermedades crueles y de familias rotas, llenas de sufrimiento. Estamos hablando de la muerte. Personalmente vengo desarrollando una lucha contra un tumor que padezco desde septiembre de 2004. Es un adenocarcinoma pulmonar producido por el amianto. Lucha que a veces se me hace muy dura. En septiembre de 2004, empecé el tratamiento con quimioterapia, radioterapia y fármacos y logramos ganarle una batalla al tumor, pues sin alardes, me permitió hacer una vida tranquila y normal. El tratamiento en si lo soporté bastante bien, aunque siempre se paga un peaje en este tipo de tratamientos. Hace seis meses, en uno de los controles médicos, el tumor me visita de nuevo, y otra vez la batalla, la lucha. Otra vez el tratamiento; en esta ocasión mucho más dura que la anterior. No se si es la enfermedad, el cáncer, o es el tratamiento y la quimioterapia o todo junto. O mi cuerpo que ya se resiente de tanto fármaco. Pero en esta ocasión estoy pasándolo francamente mal. Ya tuve que estar ingresado en dos ocasiones por insuficiencia respiratoria, infección de las vías respiratorias y un montón de complicaciones más, que afortunadamente y de momento van resolviéndose. Ahora estoy en mi casa después de un mes en el hospital. Estoy recuperando fuerzas para poder continuar con el tratamiento. Me tienen conectado a una botella de oxígeno de la que no puedo prescindir. Tengo una buena reserva de estas botellas en mi casa. En esta ocasión mi nivel de vida es bastante precario. Mi actividad se ha reducido al mínimo. Mi aseo personal se convierte en un trabajo penoso. Pero bueno, hay que seguir dando la batalla. Es lo que he hecho toda mi vida. ¿Qué delito hemos cometido los trabajadores para ser condenados a no respirar? Acuso a quienes decidieron robar años de vida a la clase obrera, a quienes nos han robado algo tan fundamental como la respiración. No se si el relato de mis miserias valdrá para algo, pero créanme, es necesario hacer frente a esta problema-drama que padecemos miles de trabajadores, poner los medios a través de centros especializados, de ayudas sociales y de compensaciones económicas a que hubiera lugar. Nosotros no somos los culpables de esta situación, solo la padecemos. Somos las víctimas que piden justicia". Publicado originalmente por la Fundación Sindical de Estudios, de España. |
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