8 de agosto del 2007
-Tras la rápida aprobación del tratado que prohíbe las minas antipersona, ¿cree que el "poder del pueblo" funcionará también en el caso de Darfur?
-Probablemente no de la misma forma. El tratado sobre las minas antipersona era muy específico; pudimos presionar a los gobiernos con el fin concreto de que se negociara un tratado. En el caso de Darfur no existe una presión internacional consistente sobre Jartum para que ponga fin a su guerra contra la insurgencia, así que hace lo que quiere. A no ser que haya presión internacional, Jartum seguirá mintiendo.
El poder del pueblo funciona de manera diferente a los gobiernos que no son capaces o no quieren ejercer su responsabilidad de protección, como recogen al menos tres resoluciones de la ONU. La gente presiona por que se deje de invertir, y al menos en Estados Unidos algunos Estados han retirado sus fondos de pensiones de compañías que negocian con Jartum, y que por tanto están implicadas en la guerra. Creo que la presión internacional sobre las empresas aumentará.
-¿Por qué parece que esta tragedia atrae menos atención mundial que otras?
-En Estados Unidos Darfur tiene mucha presencia. Desde mi punto de vista esto demuestra el fracaso absoluto de la comunidad internacional al ejercer su "responsabilidad de proteger". Esta responsabilidad de proteger a sus propios ciudadanos, de la limpieza étnica, los crímenes de guerra y contra la humanidad y del genocidio recae, en primer lugar, en el propio Estado; pero si éste no puede ejercerla, entonces le corresponde a la comunidad internacional.
Todo esto surgió tras el genocidio de Ruanda, cuando el mundo dijo "nunca más", pero parece que este "nunca más" no se aplica en el caso de Darfur. Algo falla en una comunidad internacional que crea la norma pero no la sigue. Si no lo van a hacer es mejor que se queden callados.
-¿Cree que los poderes externos comparten la responsabilidad de crear el desastre en Darfur?
-No de crearlo, pero los Estados que siguen invirtiendo en Jartum tienen una parte de responsabilidad. China la tiene, y Japón, que es un gran comprador de petróleo de Sudán. China es uno de los mayores inversores; un elevado porcentaje del petróleo de Jartum se consume allí. Las empresas y los accionistas también son responsables de la situación. La actitud "si yo no invierto lo hará otro" es inaceptable. ¿dónde queda la moralidad?
Hasta hace poco China insistió en su política de no interferencia; parece que lo que enervó sus nervios fue un artículo de opinión que se publicó hace poco en el Wall Street Journal. Se titulaba "Olimpiadas genocidas" y lo escribía la embajadora de Buena Voluntad de la ONU Mia Farrow... China se ofendió muchísimo y lo consideró un ataque a los Juegos Olímpicos, pero a no ser que asuman un papel más activo para que Jartum tome un nuevo rumbo, creo que el debate es apropiado.
-Hace dos años participó en el Día de Información sobre las minas antipersona que organizó el Parlamento Europeo, y hoy vuelve a la Eurocámara. ¿Qué puede hacer esta institución para ser más eficaz en la construcción de un mundo más humano?
-¿Puedo ser sincera? Estoy cansada de escuchar a los europeos criticar a Estados Unidos en lugar de hablar con una sola voz; cuando los norteamericanos les dicen que salten, preguntan desde qué altura. Si la Unión Europea quiere ser realmente el contrapeso de los Estados Unidos, tiene que ser un bloque. Los gestos están vacíos sin acciones consistentes. Estoy harta de la retórica sin acción, sea por parte de Estados, de individuos o de ONG. Los gobiernos tienen que representar la opinión de sus ciudadanos haciendo algo.
-¿Qué opina de la labor de los famosos y de que Darfur se convierta en una "causa de moda"?
Creo que los famosos tienen derecho a implicarse, pueden suponer una contribución importante. Sin embargo, no me gusta cuando se implican famosos ignorantes o sin formación y sus opiniones cuentan más que las de otros. En el caso del tratado de prohibición de las minas antipersona, la decisión de no implicarlos fue deliberada. Puede hacer que el público general no comprenda el trabajo real de los activistas que trabajan todos los días.