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La insignia
17 de septiembre del 2006


España

Los inmigrantes hacen crecer la economía


__Especial__
Emigración
Eduardo Stanley
New America Media / La Insignia. España, septiembre del 2006.



Barcelona.- La señora preguntó al verdulero si podia fiarle un poco de fruta y verduras. "Te lo pago en dos días", dijo. El asintió con una sonrisa. "Mucha gente no pude llegar a fin de mes y pide fiado, pero nunca me fallan", dijo el verdulero, un joven de 26 años inmigrante de Pakistán. Imran Ahmed habla bien el español, es delgado y de modales agradables. Salió de su país a los 18 años, "porque allá es difícil ganarse la vida".

Primero fue a Holanda, donde trabajó en una empacadora de frutas. Llegó a España dos años después y pudo "legalizarse" gracias a la ley de emigración del año 2000. Un tío le ayudó a instalar su propio comercio en Badalona, al norte de Barcelona. "Es mucho trabajo, pero me va bien", dice sonriendo, y explica que en los últimos años el barrio se está poblando de inmigrantes que abren comercios o trabajan en la construcción.

Uno de estos trabajadores, Belkassem Salhi Vajda, de 33 años, emigró de Marruecos a los 25 años, cuando ya llevaba 11 años en el oficio de carpintero. Por eso no tuvo problemas en conseguir empleo. "Aunque también podría trabajar en mi país, ya llevo tiempo aquí y traje a mis padres y tres hermanos." Cassim, como lo llaman sus amigos, se siente cómodo en España. Habla pausadamente, buscando las palabras adecuadas en su español adoptivo.

Los marroquíes representan la comunidad inmigrante más numerosa de España, con más de medio millón de personas según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Le siguen ecuatorianos, con 497.000; rumanos, 317.000 y colombianos, 271.000. Esta corriente emigratoria se dirige principalmente al área de Madrid, que recibe el 13,1 por ciento de los recién llegados, seguida de Cataluña, con el 11,4 por ciento. De los 44 millones de ciudadanos que tiene el país, casi tres millones son extranjeros. La migración creció 4,13 por ciento entre 2004 y 2005, y la tendencia sigue aumentando.

La enfermera Nancy Nogales, de 31 años y origen quechua, salió de Bolivia en el año 2003, cuando a consecuencia de las privatizaciones del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada (1993-1997 y 2002-2003) hubo despidos masivos. "No es bueno emigrar, pero a veces no quedan opciones -dijo timidamente-. Ahora estoy tramitando un contrato que me ayudaría a obtener la residencia legal, y así podré traer a mi hijo de ocho años." Y explica que no puede ejercer como enfermera porque antes debe revalidar su diploma; pero trabajo no le ha faltado.

Estos inmigrantes, a pesar de sus diferentes origenes y especialidades, tienen algo en común con los miles que llegan a Europa a través de España: contribuyen al desarrollo económico de su nueva sociedad. De acuerdo a un estudio presentado a fines de agosto del 2006 por el banco Caixa Catalunya, los inmigrantes han sido el factor clave del "milagro económico español", que entre 1995 y 2005 tuvo un crecimiento anual del 3,6 por ciento. Sin el aporte de esta mano de obra extranjera, continua el reporte, el producto interior bruto (PBI) español habría sido negativo.

El documento agrega que la inmigración también ayudó a Europa a crecer el 2,2 por ciento anual; en este sentido, España es el cuarto país europeo más favorecido, después de Irlanda, Grecia y Suecia. Y también indica que los inmigrantes son más productivos que los nacionales: 2,4 de los 3,3 millones llegados son trabajadores activos, que aportan a la Seguridad Social. Cabe destacar que los inmigrantes en España tienen (incluso los "sin papeles") acceso a la salud pública.

La situación de los recién llagados a España, o "sin papeles", no se asemeja en nada a la de sus colegas que buscan un futuro mejor en Estados Unidos. Sin bien no es fácil conseguir empleo sin documentación, los trámites son más rápidos y prácticos. Para obtener la residencia, un inmigrante debe probar que ha vivido tres años seguidos en el país; pero con prueba de alojamiento y pasaporte, puede empadronarse y obtener así acceso a la salud pública aunque no pueda trabajar.

"Existe, claro, el trabajo ilegal, y cuando el gobierno necesita trabajadores en determinadas zonas, se agilizan los trámites de residencia legal", explica Bashir Mohammad, mediador intercultural de la organización "Salud y Familia", de Barcelona, que provee servicios de apoyo a inmigrantes, especialmente "sin papeles". Visiblemente, España ha crecido y cambiado en los últimos años. "También hay mayor riqueza cultural, y áreas de la economía que se desarrollan aceleradamente, como el transporte a ciertas regiones del país o del mundo, como es el caso de los vuelos a Ecuador", comenta Cynthia Sierra, colega de Bashir.

"No extraño mucho, y la calidad de vida aquí es buena", dice Cassim, que también habla árabe y francés. Cortesmente explica que no practica la religión y que las diferencias culturales con otras comunidades no le preocupan. Y parece querer demostrarlo, pues desde hace un año es pareja de Nancy. Ella extraña su tierra y dice que le gustaría tener más información de su país, "un periódico o algo así". Mientras tanto, Ahmed, recién casado con una muchacha de origen paquistaní, cree que regresará pronto a Holanda. "Ahí tengo familia, y mi esposa también."

Los tres coinciden en que el racismo en España existe, aunque de manera sutil. También coinciden en que trabajan intensamente para mejorar sus vidas y son concientes de su aporte a la sociedad, pero quieren más. "Quisiera crear una empresa latinoamericana; hay mercado, hay posibilidades", dice Nancy con entusiasmo. Una ilusión compartida por millones.


Fotografías

1.Nancy y Cassim.
2. Ahmed y clienta.



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