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23 de septiembre del 2006 |
Lukács (III)
Manuel Sacristán
Selección, presentación y notas de Salvador López Arnal.
6. 2. El asalto a la razón
6.2. A. Discusiones apasionadas El asalto a la razón es la obra que más ha contribuido a dar a conocer a su autor en los países occidentales, con la excepción de Alemania, donde se publicaron los primeros escritos importantes de Lukács y donde el lector tiene noticia de que el filósofo húngaro había sido el modelo vivo que inspiró a Thomas Mann el inquietante personaje de Nafta de La montaña mágica. El asalto a la razón se publicó en 1954.El título original ["Die Zerstörung der Vernunft"] es propiamente "La destrucción de la razón". El emérito traductor de la obra, Wenceslao Roces, catedrático de Derecho Romano en Salamanca, hasta la guerra civil, prefirió evitar la cacofonía de la traducción literal. Al reimprimir su traducción, Ediciones Grijalbo la conserva en todos sus detalles. El asalto a la razón ha sido también probablemente una de las dos obras más apasionadamente discutidas de Lukács (la otra es Historia y consciencia de clase). Aprovechando el título original, Theodor W. Adorno se permitió el chiste de que la obra manifestaba sobre todo la destrucción de la razón de Lukács. Ernst Bloch, en cambio, escribió y publicó una nota agradeciendo a Lukács el libro. Y un prestigioso crítico de un periódico tan burguesamente respetable como la Frankfurter Allgemeine (Hans Naumann), aun calificando a este libro de "fruto de la cólera", subrayó su importancia por ser "la única discusión filosófica hoy existente que abarca enteramente la época estudiada y no se queda en mero breviario ni seco manual. Ningún filósofo de Occidente -proseguía Naumann- se ha dedicado -casi habría que decir: se ha atrevido- a esa tarea". El asalto a la razón es un análisis de las corrientes irracionalistas de la filosofía moderna desde el punto de vista de sus relaciones con la involución del poder burgués hasta el abandono de los ideales democráticos y el recurso abierto al gobierno por la violencia armada en el nazismo y en los fascismos. Aunque un sector de lectores pueda sentir, con Adorno, la necesidad de no olvidar otras vertientes ideológicas posibles del pensamiento irracionalista, y otro acaso, por el contrario, la de apreciar los criterios de la racionalidad lógica desde puntos de vista distintos de los de Lukács, que son tradicionales, nadie puede dejar de reconocer la viva energía intelectual con que el filósofo desarrolla su tesis básica, lo mucho que esa tesis explica y la grande y atractiva erudición que ha hecho posible una obra de tal envergadura. Y sólo esto último bastaría para explicar por qué El asalto a la razón se ha convertido en pocos años en una obra "standard" sobre su tema. 6.2. B. Anotaciones críticas I. Ignoratio elenchi Mas la insatisfacción inicial que provoca en un lector así la falta de un intento al menos de determinación suficiente de lo que Lukács entiende por irracionalismo se acentúa en el curso de la lectura por una acumulación de afirmaciones, giros argumentativos, lagunas e ignorationes elenchi que resultan emparentados, precisamente, con elementos de las tradiciones irracionalistas impugnadas por el propio escritor. Un repaso de estos elementos de El asalto a la razón, en tan contradictorio contraste con la sensatez del catálogo de rasgos irracionalistas antes recordado. Puede ser de alguna ayuda para explicar la falta de una determinación general, suficiente del concepto de irracionalismo en la investigación lukácsiana. Sorprende (para empezar por algún cabo) que un afirmador tan resuelto de la racionalidad objetiva, de la historia y de la determinación social de los hechos filosóficos estime los efectos del irracionalismo de un modo tan idealista... Abundan, por el contrario en El asalto a la razón concepciones de un extremado ideologismo que ven, por ejemplo, la génesis de investigaciones científicas especiales, de nuevas acotaciones del conocer positivo, en necesidades exclusivamente ideológicas del sistema social. Así entiende Lukács el nacimiento del análisis económico matemático en ciertas sociedades burguesas muy industrializadas... Por este camino de ideologización de todo hecho de conocimiento, llega Lukács a posiciones parcialmente infectadas por cierto irracionalismo, esto es, a posiciones de recusación implícita de la actividad científica, actitudes de reacción intelectual que consideran implícitamente concluso el universo de los conceptos y del conocimiento empírico. Un ejemplo suelto, pero muy característico, es la recusación de la semántica, vista como fenómeno puramente ideológico, en las últimas páginas del libro (pág. 630). Pero no se trata sólo de casos extremos y singulares. Se trata de una verdadera tendencia del libro. Por ejemplo: es sabido que los primeros años del siglo XX han visto un renacimiento de la investigación epistemológica, con la renovación de la lógica y la investigación de los fundamentos de la matemática. Este tipo de investigación (...) no es para Lukács más que un bizantinismo formalista... II. Lógica formal Así puede apreciarse con un breve examen epistemológico de ese discurso. Hay en él, por de pronto, la consabida ignorancia de la cuestión, que Lukács comparte en ese punto con los filósofos por él criticados: la lógica formal no puede ser un punto de vista para la captación del mundo por la sencilla razón de que no es una ciencia real, sino una ciencia formal, no se refiere directamente a la realidad, sino a la captación de la realidad, o a modelos materiales muy simples que pueden construirse en la realidad recortando ésta de un modo muy artificial. En segundo lugar, hay una simplificación que da en falsedad: para mostrar la insuficiencia de la razón, lo que interesa al intuicionista o irracionalista en general no es poner de manifiesto los límites de la lógica formal -los cuales son, por definición, estrechísimos- sino los límites del conocimiento científico. Por tanto, Lukács tendría la misma razón para decir que ciencia e irracionalismo son dos polos de una misma actitud, etc. En tercer lugar hay que precisar algo que interesa para examinar otro punto insatisfactorio del análisis lukácsiano: esa idea de la postulación de una facultad no-racional se basa en la afirmación de los límites de las facultades racionales -paralogismo que es él mismo parte de la propaganda irracionalista tradicional- contiene residuos de una teoría del conocimiento insuficientemente fundada: la teoría del conocimiento que implica una "psicología de las facultades". Declarativamente se opone siempre Lukács a esa psicología, y la imputa, con Hegel, a Kant. Pero está claro que Lukács, aparte de hablar frecuentemente de "entendimiento", "razón" y "determinaciones de la reflexión", se atiene a esa psicología o, por lo menos, a la consiguiente teoría del conocimiento, al dar a aquella explicación genética del irracionalismo, la cual se repite en otros lugares (en El joven Hegel, por ejemplo, y aquí, en El asalto a la razón, en la página 77)... III. Consecuencias catastróficas Por último, la pérdida verbalista para los términos "razón", "racional", "irracionalismo", etc. acaba por tener consecuencias tan catastróficas como la negación del carácter científico de los trabajos de Poincaré y Duhem en un contexto que glorifica la irracional impostura de Lysenko (p. 22). Nota de Salvador López Arnal En "Sobre Lukács" (cit.), Sacristán hizo referencia a la importancia del tema de la racionalidad en la obra de Gyorgy Lukács y, concretamente, comentó algunas de las tesis mantenidas por el filósofo húngaro en El asalto a la razón: "(...) Lukács, dicho sea entre paréntesis, se ha pasado la vida discutiendo el tema de la racionalidad, porque él ha visto en el irracionalismo -primero de un modo muy idealista, y luego ya de un modo marxista- un factor importante en el surgimiento de los fascismos y de la contrarrevolución en Europa, en Europa y en todo el mundo, pero sobre todo en Europa. Primero, cuando era un pensador idealista -todavía incluso en su primera fase marxista él sigue siendo idealista, digamos que en su primera fase comunista sigue siendo idealista-, él ve eso de un modo idealista, como que el irracionalismo provoca la arbitrariedad en política, el culto del más fuerte en vez del que tiene razón, etc. Luego ya, cuando es más marxista, lo ve de otro modo, ve el irracionalismo más bien como un factor ideológico que primero ha ido destruyendo las creencias racionales en la necesidad de una revolución, de un cambio social cualitativo y luego, además, ha ido dando un instrumento, un arma ideológica, a la reacción, principalmente al fascismo y al nazismo. En esta versión marxista, se le ha criticado mucho porque se ha dicho que con eso Lukács (...) metía todos en un saco". Descripción a la que Sacristán añadía a continuación su propia opinión:"Yo creo que [Lukács] lleva razón. Independientemente de que Schopenhauer o Nietzsche hayan podido ser grandes filósofos -más Schopenhauer que Nietzsche-, independientemente de que Heidegger sea quizá el filósofo más genial del siglo XX, (...) eso de todas maneras no quita que los tres han sido utilizados por Hitler claramente, de manera no dudosa y uno de ellos -el único que ha sido coetáneo de Hitler, Heidegger-, ha llegado a echar un discurso preelectoral en favor de Hitler. Si eso no es tener que ver con el nazismo, a ver entonces. De modo que creo que a pesar de todas las críticas que se le han echado encima a Lukács -de dogmático, de sectario- por este juicio acerca de la filosofía irracionalista, creo que debemos, o podemos seguir pensado por lo menos, que llevaba razón".
Referencias
6.2. A.. Solapa de la traducción castellana (de Wenceslao Roces) de G. Lukács, El asalto a la razón. Ediciones Grijalbo, Barcelona 1976. |
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