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14 de octubre del 2006 |
Para quién
Jesús Gómez Gutiérrez
La escueta nota de prensa comienza así: «Ha partido Cecilia Bustamante, aquella mujer que un día nos conmovió con su postura de rebelde habitante de los Andes peruanos». Y no puedo seguir, ni pensar siquiera, porque Cecilia fue más que un nombre en la poesía, una editora, una periodista, datos que mencionarán los periódicos de su país: fue una amiga, colaboradora de este medio durante muchos años, una amiga, de la que guardo cartas, comentarios, escritos, momentos mejores y peores.
Recuerdo que poco después de conocernos, en medio de una conversación, dijo que el impulso que gobernaba su vida eran la literatura y la justicia. No lo dudé, pero tampoco lo creí literal. La palabrería es tan común en estas cosas, y desde luego tan corriente en mí, que me pareció algo que se dice, una fórmula educada y acorde a lo que hablábamos de tender puentes. Me equivoqué, por supuesto. Porque Cecilia se comprometía a fondo en sus textos, en su trabajo, hasta en los consejos que daba con y sin petición previa, y lo hacía siempre con elegancia, ironía y una fidelidad constante a aquella declaración de principios. Me gustaría creer que, con el tiempo, logré ser merecedor de al menos parte de su afecto. No estoy seguro. Pero puedo decir que desde los primeros días, y a través de todo lo que vino después, siempre estuvo en mis motivos. ¿Fue ella con quien disfruté tanto a costa del bueno de Orwell? Sí, desde luego, por el famoso ejercicio de egolatría de su «Por qué escribo», que habíamos reproducido no mucho antes en La Insignia. ¿Por qué? Pregunta estúpida e irrelevante. Desde el punto de vista personal, lo importante es para quién se escribe. Quién, al margen del valor de la palabra y de sus posibles objetivos, es la mirada que buscamos. A quién pretendemos enamorar o sacarle el corazón. Estas palabras ya no tienen quién, nacen huérfanas de su amparo y de su juicio, y en otras circunstancias prefería guardar silencio. Cecilia Bustamante, limeña, premio nacional de poesía en 1965, peruana en España, en México y finalmente en los Estados Unidos a los que tanto y con tan buenas razones criticaba desde su residencia en Austin. Cecilia Bustamante, mujer vulnerable y dura, mujer extremadamente valiente, ha muerto. |
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