Mientras yo estudio a Gramsci
Kero juega con una liga sobre la cama
se acerca al libro rojo y lo huele
despacio, auscultando
luego con todo desparpajo
se sienta encima
Si supiera de Guha, de Bhabha, o siquiera
de Spivak
pero con su gatuna ignorancia
se acerca a mi lápiz para pelear
Ay, cómo lo muerde y lo derriba
Mira al techo buscando un insecto
su objeto del zarpazo colonizador
y distraído alarga la pata
sobre la máscara asesina:
el libro de Foucault
Kero no sabe nada. Pero lo mira todo.
Yo me desgañito entendiendo
esos conceptos que imagino algún día
me van a liberar
y mientras continuo con la amanecida
entre el temblor de la pantalla
y la enésima página del buscador
Kero sucumbe al sueño gramsciano
y es más libre que yo.